domingo, 20 de septiembre de 2009

RUBEN BLADES EN NUESTRA LIMA


Por todo lo alto se viene promocionando la presentación de uno de los iconos de la salsa: Rubén Blades.
Su estilo, su elegancia, su jerarquía, su don de gente y su sencillez se aprecian en cada una de las entrevistas, semblanzas y ensayos que enmarcan su gigantesca trayectoria artística.
Además escribir de Rubén es solo ratificar el enorme cariño de los peruanos, limeños y chalacos a esa magia llamada SALSA.
Su presencia, como es natural, despierta los sones y soneros de la salsa de los 70, cuando salta a la fama por su composición e interpretación de "Pedro Navaja". Por eso podemos preguntarnos, una y otra vez, quien no ha cantado y bailado a Pedro Navaja...
Rubén Blades es un icono por ser un gran ejemplo viviente: gigantesco actor, gran abogado y tremendo político panameño.
Y lo mejor es que su trayectoria rompió con ese mal entendido sentimiento que rodeaba a los grandes de la salsa: un salsero era sinónimo de alcohol, la drogadicción y la miseria.
Su propia historia es para sacarse el sombrero: Blades luchó contra los avatares de la vida, más aún - cómo el mismo lo cuenta - llegó a Nueva York y empieza desde muy abajo para más tarde ubicarse en la Gran Fania All Star.
Eso confirma, una vez más, que no hay ningún obstáculo para aquellos que buscan convertir en realidad su sueño, sus aspiraciones y su apego a una buena calidad de vida.
Sus composiciones musicales están ligadas a la historia de América y sus interpretaciones con una identificación del hombre de pie, común y corriente.
Los salseros se pregunta que hubiera ocurrido con Héctor Lavoe si hubiera optado un camino similar a Blades. Es decir sin alcohol, sin drogas, sin una vida descontrolada, que al final y al comienzo destruyó, sin piedad ni compasión, su vida terrenal.
Lavoe muere por su propia decisión y con él muere una leyenda.
Bienvenido, Rubén y gracias por tus éxitos.

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