jueves, 31 de diciembre de 2009

UNA MERITORIA REFLEXION: NUEVO CAPITALISMO?

Los grandes debate son siempre basados con las siguientes preguntas ¿Qué hacer para reducir la pobreza y la falta de oportunidades para millones de personas viviendo en condiciones extremas?

Un artículo dedicado a ello les ofrecemos para la reflexión:

La era del capitalismo filantrópico


Hace algunas décadas, el interés individual y el social corrían por vías paralelas.

Hoy, el dilema de crear riqueza y construir una sociedad de la que nos sintamos orgullosos ha generado un nuevo capitalismo, "social", "creativo", "filantrópico", cuyas caras visibles van desde Bill Gates hasta Warren Buffett.


En los dos últimos siglos nos hemos dedicado a reforzar el paradigma de que los seres humanos nos movemos sólo por un afán egoísta, que nos lleva a poner nuestro interés individual por sobre el del resto, privilegiando siempre el obtener.

Este ha sido el motor del capitalismo, desde Adam Smith en adelante, que ha traído consigo un crecimiento sin precedentes en la historia de la humanidad, liberando las infinitas capacidades individuales que, producto de ideologismos que niegan o buscan coartar este rasgo esencial de la naturaleza humana, han quedado aprisionadas por superestructuras sociales de carácter artificial.

Con todo, lo cierto es que el interés individual no es el único motor que nos mueve.

También tenemos otro, más escondido, pero igualmente poderoso, y que aparece cuando el primero se queda sin combustible, cuando el tener más ya no es una motivación.

Este es el motor del servicio a los demás, que emerge de esa fibra de trascendencia que también es propia de la naturaleza humana. No sólo buscamos obtener para nosotros, sino también entregarnos a otros; no sólo tenemos ambiciones, sino también aspiraciones.

¿Hacia un nuevo orden?

Estos dos motores que mueven a las personas encuentran, consecuencialmente, una expresión en el orden social. Sólo que, hasta hace algunas décadas, parecían correr por caminos paralelos. El sector privado se movía con el motor del obtener, y el sector social se movía con el motor del entregar.

Pero claro, como el primero de ellos tiende a encenderse antes y a empujar por sí solo, el sector privado se desarrolló con fuerza desde el momento en que se le dio legitimidad al interés individual, mientras que el sector social fue avanzando muy lentamente, con los recursos humanos y materiales desperdiciados por el sector privado.

¿Y el sector público? Bueno, se ha hecho cargo de sus roles más clásicos, pero no ha sido el mejor ejemplo en su rol social, pues en él conviven, las más de las veces en conflicto, el deseo de servir y el deseo de servirse.

¿Qué ha pasado, entonces, que esos dos caminos han empezado a buscar puntos de convergencia? La simple constatación de que el mundo, particularmente en los últimos 25 años, ha crecido a tasas nunca antes vistas, pero no lo ha hecho para todos, lo que significa que hoy, a pesar de los innegables avances, existen mil millones de personas que viven con menos de un dólar al día. En otras palabras, nunca como hoy se hace tan necesario buscar una respuesta al dilema del desarrollo: ¿Cómo crear riqueza y, al mismo tiempo, construir una sociedad en la que nos sintamos orgullosos de vivir?

Bill Gates es quizás la encarnación actual más visible de alguien que, habiendo generado una riqueza sin precedentes impulsado por el motor del interés individual, está involucrado como pocos lo han hecho en la solución de problemas sociales, impulsado ahora por el motor del servicio a otros.

Tanto, que en junio de 2008 dejó su rol de ejecutivo máximo en Microsoft para dedicarse de cuerpo entero a la Fundación Bill y Melinda Gates, acuñando entonces el concepto de "Capitalismo Social", el que luego rebautizó como "Capitalismo Creativo".


Y lo explicó así: "El capitalismo ha mejorado la vida de miles de millones de personas, algo que es fácil olvidar en tiempos de gran incertidumbre económica. Pero ha dejado fuera a miles de millones más. Los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro tienen un rol irremplazable en ayudarlos, pero tomará demasiado tiempo si quieren hacerlo solos. Son principalmente las compañías las que tienen las competencias para hacer que las innovaciones tecnológicas funcionen para los pobres. Para sacarle el máximo provecho a esas competencias, necesitamos un capitalismo más creativo: un intento para estirar el alcance de las fuerzas del mercado, de modo que más compañías se beneficien por trabajar para mejorar la calidad de vida de más personas".

Cualquiera sea su expresión concreta, lo probable es que estamos siendo testigos del surgimiento de una versión renovada del capitalismo, un Capitalismo 2.0, que ya no se limita al sector privado, sino que se extiende, a través de múltiples vías, al sector social.

Las huellas de la nueva tendencia

¿Cómo ha ido avanzando esta tendencia, para que podamos estar hablando hoy de una versión evolucionada del capitalismo? Los primeros pasos, a los que en nuestros días calificaríamos de higiénicos, se dieron hacia mediados del siglo XIX, como reacción al capitalismo en su estado bruto -o brutal dirían algunos-, el llamado capitalismo manchesteriano.

Aún antes de la existencia de leyes sociales que lo limitasen, hubo empresarios que estuvieron dispuestos a obtener menos utilidades con tal de otorgar ciertos beneficios a sus empleados, como un fondo de salud, limitación de jornada o no contratación de niños.

Un paso adicional se comenzó a dar hacia finales de esa centuria cuando Andrew Carnegie, el hombre más rico de la época, fundó 2.509 bibliotecas y donó el 90% de su fortuna antes de morir, dando pie a las grandes donaciones y a la creación de fundaciones personales, como la Ford, que nacería hace poco menos de un siglo.

Dave Packard, uno de los dos fundadores de HP, iría un paso más allá, sentando en 1960 las bases de lo que hoy conocemos como responsabilidad social empresarial: "Mucha gente asume, equivocadamente, que una compañía sólo existe para ganar dinero. Aunque éste es un resultado importante, tenemos que ir más a fondo y encontrar las verdaderas razones de nuestra existencia... La gente se junta y forma una compañía para lograr colectivamente algo que no podría lograr separadamente, y que se traduce en una contribución a la sociedad". Y en los 70 aparecerían las campañas de marketing conectadas con causas de beneficencia, como nuestra Teletón, en que las compañías prometían donar una parte del precio de venta del producto. Hasta aquí, sin embargo, nada muy nuevo bajo el sol, y nada que permitiese decir que estábamos en presencia de un Capitalismo 2.0. Al fin y al cabo, nada de esto sería capaz de producir un impacto contundente y masivo en la calidad de vida de aquéllos que no tenían acceso al mercado, es decir, los que el propio sistema capitalista dejaba fuera.

Sin embargo, las últimas dos décadas han sido testigos de una profundización radical en el involucramiento de agentes y prácticas del sector privado en el sector social.

Es aquello de lo que Matthew Bishop, jefe de la oficina de Nueva York de la revista The Economist, da cuenta en su libro "Capitalismo Filantrópico: ¿Cómo los ricos pueden cambiar el mundo?". Este sugerente título sirve para ilustrar el reciente fenómeno por el que una cantidad cada vez más grande de dinero privado -junto con las conexiones y la reputación de los donantes- se pone al servicio de causas sociales, pero con la misma aptitud que el capitalista usa en sus negocios: agresividad, sentido del riesgo, eficacia y, sobre todo, atención a los resultados.

En otras palabras, gestión privada aplicada a problemas sociales. Y los ejemplos son crecientes: desde Bill Gates y su fundación hasta inversionistas como Warren Buffett, pasando por los grandes visionarios como Ted Turner (CNN), Richard Branson (Virgin) y Mo Ibrahim (Celtel); los donantes de Silicon Valley; las fundaciones de empresas como Google, WalMart y Coca Cola; las celebridades filántropas como Bono, Angelina Jolie, Elton John y Bob Geldof; y los grandes intermediarios como Bill Clinton o Goldman Sachs.

En síntesis, son tres huellas las que están marcando esta nueva tendencia, que en Chile comienza a dar tímidos pasos: a) un aumento sustancial en la cantidad de dinero privado invertido en causas sociales, proveniente de grandes corporaciones y de millones de donantes individuales; b) el involucramiento de ejecutivos experimentados del sector privado en el manejo de estos fondos, con la consecuente utilización de las mejores prácticas de gestión y de innovación, y c) el surgimiento del concepto de emprendimientos sociales, esto es, de empresas en las que se combinan el lucro de los dueños con el beneficio gratuito que la sola existencia de ese negocio representa para la sociedad, para cuyo financiamiento, incluso, han surgido los hoy llamados fondos de inversión social.

El desafío adaptativo

Aunque la tendencia es cada vez más visible, el escepticismo respecto de sus beneficios sigue estando presente. Para muchos, el sector privado debe permanecer donde está, no pretendiendo extenderse a lo social, y asegurándose de hacer bien su trabajo, que no es sólo generar utilidades. También debe pagar impuestos, no producir bienes que provoquen daño a la gente, retribuir con salarios y beneficios decentes, dejar de corromper la política, y obedecer las regulaciones que atienden al interés público. El acento tendría que estar en cómo se gana el dinero más que en cómo se gasta, porque haciéndolo bien en lo primero se generaría más beneficio social que desviando la atención hacia lo segundo, que es de menor impacto.

Pero el aporte privado va mucho más allá de los montos donados, y tiene esencialmente que ver con la capacidad de innovación que puede poner a disposición de la solución de los problemas sociales. Tratándose de enfermedades como la malaria o el virus VIH, el desarrollo de energías sustitutivas del petróleo, la brecha digital, el acceso al crédito, la incorporación de los grupos más desposeídos a mercados de bienes y servicios, entre tantos otros; la creatividad, el empuje y la gestión eficiente del sector privado pueden servir para buscar soluciones más rápidas y efectivas.

Sin embargo, para que ello produzca resultados sostenibles y "los ricos puedan cambiar el mundo" -en palabras de Bishop- es posible vislumbrar desde ya algunos desafíos adaptativos, es decir, algunos asuntos en los cuales el sector privado debe adaptar su mirada y su forma de actuar, porque el escenario es distinto. Desde luego, las culturas del sector privado y del sector social son diferentes, lo que hace difícil la colaboración, al punto que se generan suspicacias y desconfianzas, con etiquetas que se ponen de uno y otro lado para reforzar la posición propia, como las de "ineficientes", "burocráticos" o "lentos", desde una vereda, y "monetizados", "pragmáticos" o "engreídos", desde la del frente. Pero también está el cómo el sector privado entiende y trabaja los procesos de cambio social, en los que es necesario movilizar no a los clientes, que voluntariamente compran productos y servicios de acuerdo a sus preferencias, sino a los ciudadanos, que muchas veces se resisten a cambiar sus hábitos, sin mencionar siquiera lo que implica lidiar con el mundo político. Por lo tanto, si bien es cierto que las prácticas de gestión e innovación que aporta el sector privado son de un enorme valor para enfrentar problemas sociales, ellas deben adaptarse a un escenario que muestra diferencias profundas con aquel en que tradicionalmente han sido aplicadas.

De ahí la relevancia que pasa a tener la humildad, para entender que no existen recetas mágicas que se puedan importar fácilmente, y para valorar y entender el trabajo hecho hasta ahora por el sector social. Sin esa humildad, es probable que se inviertan millonarios recursos que, al final del día, no sean capaces de generar la transformación social que este tipo de desafíos requiere.

Hacerlo bien y hacer el bien

Más allá de la experimentación, vía ensayo y error, que se podrá observar en los años que siguen, encontrando vías más efectivas para enfrentar problemas sociales desde el sector privado, quizás lo más relevante de esta tendencia que se observa está en lo que pasa al interior de las personas que se están sumando a ella, lo que asegura que efectivamente se está avanzando hacia un nuevo orden, hacia un Capitalismo 2.0.

Porque la abundancia está haciendo que el motor del entregar vaya cobrando cada vez más relevancia. Es como si, poco a poco, las personas fuéramos buscando algo más que ganar dinero. Es como si, cada vez más, quisiéramos trascender hacia otros. Es como un lento despertar social de algo que está escondido en nuestro ser individual. Y, claro está, los síntomas se perciben mucho más nítidamente en las nuevas generaciones, que viven con menos ataduras, porque quizás confían en que sus necesidades materiales, en la etapa de desarrollo en que se encuentra el mundo, se cubren casi por añadidura.

Una razón más, entonces, para que el sector privado transite desde sólo hacerlo bien a también hacer el bien. Sin ese sentido de propósito más profundo le será más difícil atraer y retener al talento joven, que ya no se mueve con un solo motor, sino que crecientemente lo hace con ambos.

PERU 2009 y 2010...¿ AÑOS ALENTADORES PARA ALAN ?

Acabó un año, 2009, y se inició ya el 2010.

Uno fue un año alentador y el otro ya comienza también en ese mismo camino de alentador.

Los peruanos vivimos realmente dos realidades. Una de ellas la que nos gráfica e informan los medios de comunicación y la otra es la misma realidad que no se parece ninguna manera a la que nos dan a conocer los periodistas.

Pero debemos hacer una precisión, en ningún momento y por ninguna razón no trato de desconocer ni mucho menos ignorar ni minimizar la labor seria del periodismo, sino que las pasión, pieza clave para el ejercicio periodístico, hace que toman un parcialización que realmente no contribuye a ver lo que ocurre en nuestro país.

Hecha la aclaración respectiva, podemos asegurar que el año que acaba de culminar nos deja con singulares satisfacciones a los peruanos, una de las razones de peso es - que duda cabe - el gigantesco cambio del Presidente Alan García Pérez, quien viene gobernando al Perú con una firmeza económica, social y política que deja con la boca abierta a propios y extraños.


En ese sentido, cumplió con su frase de campaña del 2006 que rezaba que propugnaba un cambio responsable.

Ese significativo detalle ha permitido, por todo lo alto, afrontar a pie firme una de las crisis económicas más pavorosa que afectado a la economía mundial. El Perú, si bien es cierto que el crecimiento sufrió una tremenda frenada de 9.7% de crecimiento en el 2008 ha 1% en el 2009, la economía popular no sufrió ningún shock en los precios ni de ningún tipo.

Prueba de ello que en los últimos dos meses se han invertido más de 600 millones de dólares por fiestas de fin de año, claro indicador de una economía que camina por el camino indicado.

A eso también tenemos que agregar el caso Bagua, con 34 muertos,24 policías y 10 nativos, que conmovió a la opinión pública nacional e internacional. Es cierto que hubo excesos de ambas partes, pero - queramos o no aceptar - hubo una penosa manipulación de sectores interesados en provocar el caos en el Perú.

Nadie desconoce los derechos de los nativos peruanos, nadie quiere hacer tabla rasa de sus derechos, pero es totalmente necio que un sector le hayas inducido a pensar que les iban a quitar sus tierras y sus aguas. Es decir, quitarles su esencia.

Este hecho puso en evidencia la actuación y comportamiento de sectores radicales encubiertos no solo en el parlamento sino también en algunos dirigentes que declararon el mismo día de los luctuosos acontecimientos de "cientos de nativos muertos a malsalva". Hecho que fue desmentido tajantemente por la misma realidad. Nunca aparecieron los cuerpos de los cientos de nativos muertos.

Hoy los peruanos comprobamos otra realidad contundente: La clase media peruana recobrado su vida como un alentador efecto del buen manejo de la economìa.


Y que más que consignarles a ustedes dos certeros comentarios de sendos periodistas que no son amigos ni tampoco enemigos del gobierno pero que sus puntos de vistas no darán una visión más amplia de lo que pasa hoy en nuestro querido Perú:


El año del modelo económico

Víctor Andrés Ponce, columnista del diario Perú

El modelo económico que se desarrolla en el Perú fue sometido al peor de los infiernos: la crisis recesiva más grave de los últimos noventa años. Sin embargo, el modelo a secas, en términos generales, salió bien librado y, por el contrario, se puso mano firme y allí están los resultados. El mundo contempla asombrado las perspectivas económicas del país, y el optimismo de los peruanos desborda los vasos: una increíble campaña navideña pese al 1% del crecimiento.

Es cierto que más de un tercio de peruanos todavía permanece en la pobreza, que los excluidos avanzan como tortugas en comparación con la velocidad de crucero que desarrollan los sectores enganchados a la globalización, que no se descartan nuevos 'baguazos’ por la ineficiencia gubernamental. Todo eso es cierto, pero también es verdad que la mayoría de peruanos ha comprendido que ningún problema se solucionará al margen del propio modelo económico. Una apuesta diferente crea la sensación de un peligroso salto al vacío.

El fujimorato trituró los escombros de la herencia soviética del velasquismo y sentó las bases del actual esquema económico. Al margen de valoraciones de ese régimen, nadie puede tapar el sol con un dedo. En todo caso, los historiadores se encargarán del asunto. Luego sobrevino el enorme mérito de Alejandro Toledo.


En momentos en que, en América Latina, los ajustes económicos fracasaban por la exclusión de enormes sectores del mercado, creándose oportunidades para que los proyectos bolivarianos asaltaran el poder en Venezuela y Bolivia, Toledo se mantuvo firme en el timón. Enfrentó los vientos huracanados que le lanzaba Alan García desde la oposición. El líder aprista encabezaba paros nacionales solicitando el cambio de modelo.

Después, García, convertido en presidente de la República, continuaría el esquema económico e, inclusive, pisaría aceleradores desconocidos. ¿A qué viene todo esto? Vale recordar que, en 2010, el Perú cumplirá cerca de dos décadas aplicando el mismo modelo económico, una bajo un régimen autoritario y otra en plena democracia y libertad. Pero lo más importante: los consensos económicos no solo se convierten en política de Estado sino que, sobre todo, se transforman en sentido común en la sociedad. El consenso, pues, es social.


Sorprendentemente, la economía, como si fuera un ser con vida propia, viene reconstruyendo el Perú en tanto que la política naufraga cada vez más. La ausencia de una reforma del Estado, la dolorosa gestión del Congreso y la incapacidad de ponernos de acuerdo en cómo se organiza la memoria para afrontar el mañana (caso Bagua, por ejemplo) nos revelan que la política se ha estancado en los usos y costumbres del viejo régimen, ese régimen que la economía de mercado está convirtiendo en fardo funerario.


Rendición de cuentas


Por Augusto Álvarez Rodrich

alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Arqueo de lo ocurrido alrededor de las predicciones para el 2009 hechas por esta columna hace un año.

El 1 de enero de este año, aprovechando el descuido típico del primer día del calendario, esta columna lanzó 16 predicciones para el 2009. A continuación, una revisión de lo ocurrido alrededor de ellas.

1. La evolución de la crisis financiera internacional y su efecto en la economía peruana será el telón de fondo del debate político y económico del año 2009. El efecto local de la crisis internacional ciertamente fue un tema medular. Hubiera sido interesante predecir sobre el resultado que tendría. Al final, salimos bien parados, pero eso era algo muy incierto al inicio de un año en el que había temor por la magnitud real que tendría la crisis.

2. El presidente Alan García seguirá siendo el gran defensor del ‘modelo’, pero tendría que cambiar de ministro de Economía ante el desgaste por fuerte presión social y empresarial. El presidente García siguió defendiendo la política económica del gobierno y, en efecto, tuvo que cambiar de ministro apenas empezado el año: el 19 de enero, Luis Carranza regresó al MEF y Luis Valdivieso partió a Washington como embajador.

3. El populismo estará principalmente en la política, con el presidente García como actor estelar y Palacio como teatro de moda. Más eventos tipo teletón. Muchos bailes en camino. El presidente García tuvo esporádicas señales populistas como la condonación de deudas del Banmat. Este año no auspició la teletón, pero sí se la pasó bailando aunque sin mostrar progreso. El despido de Carranza, a fines del 2009, generó preocupación de que estemos en el inicio de la fase populista del gobierno.

4. La aprobación del presidente García seguirá baja, lo cual lo tendrá de mal humor y buscando más perros del hortelano. La aprobación presidencial a nivel nacional, según Ipsos-Apoyo, empezó el año en 28% y terminó en 29%, con un promedio mensual de 28.3%. El pico fue en marzo (34%) y el piso en junio (21%) cuando se dispararon los precios de algunos productos básicos. Su popularidad fue motivo de permanente malhumor presidencial. Y siguió buscando perros del hortelano por todo lado, hasta que se topó con la crisis de Bagua, el mayor problema político en lo que va del gobierno actual.

5. La relación del gobierno –léase, del presidente García– con el sector empresarial tendrá algunos momentos de tensión a medida que crezca el apremio de la política. El presidente García siguió siendo ‘chochera’ de los empresarios, pero se quejó, durante el segundo semestre, porque la inversión privada no caminó al ritmo que él había previsto.

6. Varios relevos en el gabinete ministerial. Empezando por Interior, además de Economía y otros más. En el segundo semestre se iría el premier Yehude Simon. El relevo del ministro Valdivieso en el MEF ocurrió en enero, al inicio del año. En Interior, se tuvo tres ministros (Remigio Hernani se fue en febrero, Mercedes Cabanillas en julio por el pésimo manejo de la crisis de Bagua, y entonces entró Octavio Salazar). Y como premier, Simon renunció justo empezando el segundo semestre, en la segunda semana de julio, también por la crisis de Bagua.

7. El Apra buscará tener más relevancia en el gobierno, y más puestos en el gabinete ministerial. Y los conseguirá. El Apra tuvo más presencia, especialmente con el ingreso de Javier Velásquez Quesquén a la PCM. Pero sería injusto decir que hubo una apristización exagerada en el Consejo de Ministros.

8. No habrá reformas relevantes en servicios públicos básicos como educación, salud, justicia o seguridad. Así fue: no hubo la menor gana de hacer avances relevantes en esas áreas cruciales.

9. Tampoco en las FFAA, con una autoridad civil muy débil luego de la lamentable actuación del general Edwin Donayre. No hubo ningún avance reformador relevante en el ámbito militar, y el ingreso de Rafael Rey en el Ministerio de Defensa constituyó un retroceso significativo en el proceso de inserción del mundo militar en el sistema institucional.

10. Donayre se lanza de candidato a algo. Sus desatinos lo limitarán al ámbito regional. ¿Presidente de Ayacucho? Donayre no ha formalizado’ –todavía– una candidatura, pero sigue siendo una máquina de producir desatinos, lo cual lo ha convertido en la vedette de los programas humorísticos. La imitación que le hace Carlos Álvarez es sencillamente genial.

11. Los ‘petroaudios’ se vuelven historia. Pasan al olvido. Así fue. Aquí no pasa nada y la decisión del juez Jorge Barreto de descartar el uso de los audios en la investigación judicial es la corona de defunción del proceso de los petroaudios. Este fue el gran faenón del gobierno del presidente Alan García.

12. Congresistas buscando empleo en provincias como presidentes regionales o alcaldes. Los parlamentarios insistieron en la búsqueda de una ley que los habilitara para ser candidatos municipales o regionales, pero no tuvieron éxito.

13. Por lo menos un par de incidentes con Chile. Las cosas vuelven, después de cada uno de ellos, al nivel de siempre. Más de uno; el más grave fue por el espionaje chileno. Pero incluso en ese caso, poco después se retornó a la ‘normalidad’.

14. Condena a Fujimori por violación de derechos humanos. Unos 15 años. En la segunda instancia obtiene una rebajita. La histórica condena se produjo pero por 25 años. Aún está pendiente el fallo en segunda y final instancia.

15. Inicio del carnaval electoral. Todo vale. Y todos creen que valen. Toledo, Castañeda, Ollanta, Keiko, Lourdes Flores y algún aprista sin posibilidad. La campaña todavía no ha empezado, pero esos cinco siguen siendo los punteros y todavía no aparece un ‘outsider’ relevante.

16. En el fútbol, seguimos en la FIFA, pero la selección colapsa en su camino al mundial. Esto era muy fácil de predecir: ni nos salimos de la FIFA ni iremos al mundial de Sudáfrica; el fracaso de este año fue estridente, notorio y vergonzoso. Antes de terminar el primer trimestre ya estábamos formalmente liquidados y fuera del asunto.


ESTOS COMENTARIOS PINTAN DE CUERPO ENTERO LOS AVANCES DE UN PERU, CON SUS PERUANOS, CON SED Y HAMBRE DE TRIUNFO, CON UNA GANAS GIGANTESCAS DE DERROTAR A LA POBREZA Y LA MISERIA.

Solo los ciegos, los torpes y aquellos peruanos que no quieren ver la REALIDAD DE UN PERU CON ESOS DESEO DE TENER SU PROPIO DESTINO LIGADO AL EXITO, EL TRIUNFO Y LA GLORIA.

Es por eso que este es el mejor año de Alan García Pérez y de los 29 millones de peruanos.

domingo, 27 de diciembre de 2009

OBAMA EN EL 2009, Y SU POLITICA INTERNACIONAL

Un interesante análisis les ofrecemos sobre la política internacional del primer año del gobierno de Barack Obama. Espero comentarios.





Promesas y conflictos que no tienen fin


Inestabilidad mundial.

Obama, la gran esperanza, recibe el Nobel de la Paz y justifica la guerra.

Afganistán empeora.

El desafío nuclear iraní despunta como el conflicto central de 2010.


La voz de las potencias emergentes como China y Brasil cada vez se oye más, mientras que Europa sigue sin encontrar su sitio.


África continúa en el olvido.

"Me recuerda a un gran maestro de ajedrez que ha empezado seis partidas simultáneas pero que no ha terminado ninguna. Me gustaría verle acabar alguna". Estas palabras de Henry Kissinger sobre Barack Obama resumen el estado de ánimo de buena parte de la opinión pública mundial a finales de 2009.

El atractivo y carismático presidente de EE UU, el hombre que había llegado al poder subido en una ola de esperanza y deseo de cambio, elevado por el público a una categoría sobrehumana, parecía concluir su primer año en la Casa Blanca con pocos triunfos.

Como maliciosamente había señalado el secretario de Estado de Nixon, Obama había desplegado un abanico de arriesgadas reformas internas y valientes aperturas políticas en el exterior, pero a la hora de la verdad, cuando terminaba el año, llegaba a Oslo para recibir el Nobel de la Paz con más palabras que hechos, justificando a quienes criticaron la concesión del premio por prematuro, y se presentaba en la Cumbre sobre el Clima en Copenhague con más promesas que realidades.


Sí, parecía que el yes, we can! iba a tener que esperar. Obama, aseguraban sus críticos, era un presidente débil, un diletante, un ingenuo ignorante de la maldad del mundo. Sin embargo, su visión política, esa ambiciosa agenda de cambios incapaz de producir resultados instantáneos, ha logrado ya alterar el tablero mundial. EE UU ha recuperado gran parte de su prestigio.

Hace un año, más de dos millones de personas se concentraron en Washington para asistir a la toma de posesión del primer presidente negro. Aquel frío 20 de enero, un país desmoralizado por ocho años de Bush escuchó a Obama pronunciar estas palabras: "Nuestro poder por sí solo no puede protegernos ni nos da el derecho a actuar como nos dé la gana. Nuestra seguridad emana de la justicia de nuestra causa y de la fuerza de nuestro ejemplo".

Meses más tarde, en abril, Obama declaró en Praga "el compromiso de EE UU de buscar la paz y la seguridad en un mundo sin armas nucleares". En junio, en El Cairo, aseguró: "Estados Unidos no está en guerra con el islam. El islam es parte de América". Nunca ningún líder europeo había llegado tan lejos. Y en septiembre, ante la Asamblea General de la ONU, advirtió: "Aquellos que criticaban a EE UU por actuar solo en el mundo no pueden ahora hacerse a un lado y esperar a que EE UU resuelva solo los problemas del mundo".

El 44º presidente de Estados Unidos no sólo heredaba el lastre de descrédito de la era Bush, sino que tomaba posesión del cargo en medio de una crisis económica sin precedentes.

La fiesta había terminado.

La época de la opulencia y el derroche, de las inversiones de altísimo riesgo y del dinero fácil había pasado.

Los esfuerzos de la comunidad internacional tuvieron su representación en el llamado G-20, el grupo formado por las grandes potencias de siempre y los nuevos países emergentes.

Una especie de consejo de seguridad económico que implicaba también el reconocimiento de una nueva realidad geopolítica. El mundo estaba en plena transformación, y países como China, India o Brasil tenían mucho que decir y estaban allí para quedarse. En el caso del Brasil de Lula da Silva, además, por primera vez en la historia una nación de América Latina exhibe sin complejos sus ambiciones globales.

Washington pedía ayuda para hacer frente a los nuevos desafíos. La superpotencia se sentía aún imprescindible, pero sabía que ya no era suficiente para afrontar la crisis, el terrorismo, la proliferación nuclear o el cambio climático. Si era necesario hablar con el enemigo, se hablaría.

Estados Unidos necesitaba acabar dos guerras (Afganistán e Irak), impedir que Irán y Corea del Norte se convirtieran en potencias nucleares e impulsar el proceso de paz en Oriente Próximo. Una tarea hercúlea que los críticos del presidente no dudaron en dar por fracasada a los once meses.

Sin embargo, una de esas aperturas de las que hablaba Kissinger empezaba a finales de año a dar resultado. Obama ofreció a Rusia, la vieja rival, un nuevo comienzo, poniendo el contador a cero en sus relaciones. Renunció a instalar el sistema de defensa antimisiles en Centroeuropa y avanzó en las conversaciones de desarme nuclear con la firma prevista de un nuevo tratado que sustituye al START y prevé la mayor reducción de arsenales atómicos de la historia. A cambio, el Kremlin se sumaba a la presión de Occidente contra las ambiciones nucleares de Irán.

Otra iniciativa, quizá más trascendente, fue el viaje realizado a China en otoño, algo inédito en el primer año de mandato de un presidente norteamericano. Cuatro días de visita a los grandes acreedores de EE UU y tercera potencia económica mundial. China también sufrió los zarpazos de la crisis global, poniendo en cuestión la creación de prosperidad, única fuente de legitimidad del régimen comunista. Además, Pekín tuvo que hacer frente a fuertes tensiones étnicas en las regiones de Xinjiang –hogar de la minoría musulmana uigur– y Tíbet y a las frecuentes protestas por la corrupción de los funcionarios y las injusticias sociales.

La gira daba pie a imaginar el llamado G-2, las dos superpotencias, socias y rivales, destinadas a configurar el mundo del mañana. Pese a que la Casa Blanca no incluyó en la agenda la represión de los disidentes y de las minorías, Obama fue desairado en varios momentos por el régimen chino. Esas humillaciones y la imagen de un presidente solitario en la Gran Muralla centraron la atención de los medios. Eran la prueba irrefutable de su fracaso. Pocas semanas más tarde, sin embargo, Pekín anunciaba que a partir de ahora su desarrollo económico estaría sometido a ciertas limitaciones en la emisión de CO2.

Pero la verdadera prueba de fuego era Afganistán. Más aún, era Af-Pak, la fórmula con la que políticos y comentaristas resumían el nudo gordiano que une el territorio de los talibanes con Pakistán, la única y siempre inestable potencia nuclear del mundo islámico, convulsionada por constantes atentados terroristas.

Irak ya no era una emergencia. Se encontraba en un proceso de estabilización, la violencia se había reducido significativamente y se disponía a celebrar a comienzos de 2010 las elecciones probablemente más democráticas del mundo árabe. En cierta forma, Irak confirmaba las palabras de Clemenceau en 1917: "La guerra es una serie de desgracias hasta que llega la victoria".

Claro que no estamos en 1917 y ya nadie cree en la victoria. Se habla de éxito, y por tal se entiende el conseguir un mínimo tolerable de tragedia. Sobre todo en Afganistán, cuya situación fue deteriorándose a pasos agigantados. A más atentados, más muertes de civiles y de soldados extranjeros, mayor territorio controlado por la insurgencia talibán y nuevos récords en la producción de opio, se añadió un colosal fiasco electoral.


Las elecciones presidenciales del 20 de agosto, concebidas por la comunidad internacional como un paso clave para estabilizar el país, resultaron ser un descarado fraude perpetrado por el presidente Hamid Karzai, aliado a regañadientes de Washington. Un intento de segunda vuelta electoral también se frustró, contribuyendo a aumentar más si cabe la oposición de las opiniones públicas de Occidente a la guerra.

Obama meditó durante tres meses su estrategia para Afganistán y, al final, anunció un plan que dejó escépticos al Congreso y a los países aliados. Prevé un incremento del número de soldados (30.000) y un plazo para obtener resultados (julio de 2011) con objeto de poder iniciar la marcha atrás. Algo parecido al famoso Moonwalk de Michael Jackson, en el que el rey del pop parece que avanza cuando en realidad retrocede.

El tiempo dirá si el plan funciona, pero Afganistán ya es la guerra de Obama, y su resultado será decisivo para el juicio que la historia haga de su presidencia. Sus planes de reforma, sobre todo la sanitaria, una auténtica revolución social, en la que ha invertido gran parte de su capital político, y que a finales de año aún esperaba la aprobación del Senado, podrían verse arruinados en una reedición, esta vez a una escala mucho más decepcionante, de lo ocurrido al presidente Johnson con Vietnam.

La situación parecía aún más estancada en Oriente Próximo. El año empezó con la invasión israelí de Gaza en una operación militar de represalia por la incesante lluvia de cohetes disparados por Hamás sobre su territorio. La ofensiva, además de centenares de muertos y la crítica generalizada al uso desproporcionado de la fuerza por parte de Israel, facilitó la vuelta al Gobierno del halcón Benjamín Netanyahu. Ni media docena de viajes del enviado especial de Washington a la región ni las giras de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ni su entrevista en la Casa Blanca con Obama sirvieron para vencer su inflexibilidad.

Caso aparte es Irán.

El desafío nuclear de los ayatolás reúne todos los ingredientes para convertirse en el conflicto central de 2010. La mano tendida de EE UU se encontró con el puño cerrado de Teherán, que siguió adelante con su programa de enriquecimiento de uranio colmando la paciencia de la comunidad internacional. Pero el régimen iraní estaba herido políticamente. El fraude electoral del 12 de junio desató una revolución democrática en las calles de Teherán y un cisma en la cúpula de la teocracia. El líder supremo, Alí Jamenei, y el presidente, Mahmud Ahmadineyad, resistieron al favorecer la militarización del régimen, acrecentando el poder económico de la Guardia Revolucionaria. En cualquier caso, la República Islámica perdió en verano el halo revolucionario que encandiló a tantos jóvenes musulmanes hace 30 años para convertirse en una dictadura militar más, con su nomenclatura y una brecha generacional insalvable.

Irán es también uno de los contados ejemplos en los que la Unión Europea exhibió una sólida política exterior común. La UE logró por fin en noviembre la ratificación del Tratado de Lisboa, que define unas nuevas reglas de juego, tras ser aprobado por los irlandeses en un segundo referéndum y vencidas las resistencias de última hora del euroescéptico presidente checo, Václav Klaus. El pretendido impulso que el tratado iba a conllevar, en términos de mayor proyección de Europa en la escena global, resultó decepcionante. La elección del primer presidente de Europa y del jefe de la diplomacia común con poderes reforzados, en sustitución de Javier Solana, se realizó de espaldas a los ciudadanos en un tortuoso cabildeo en que el que una vez más primaron los intereses de los Gobiernos nacionales. El mínimo común alcanzado otorgó la presidencia al ex primer ministro belga Van Rumpoy, un político conservador, jesuítico y maquiavélico, y el puesto de alto representante, a la laborista británica Catherine Ashton, sin experiencia en política exterior. Ocho años perdidos en un intrincado debate institucional, que empezó con el proyecto de Constitución, dieron a luz al final a un ratón político. Como dijo The Economist, "estamos en un mundo de negociación de coaliciones, cuotas y emboscadas procedimentales. Ahora todos somos belgas".

La crisis golpeó duramente a los países del centro y del este de Europa, sumidos en una permanente inestabilidad política. La salud de los países occidentales tampoco era muy halagüeña, a excepción de Alemania, donde Angela Merkel revalidaba en las urnas como canciller. El laborismo se hundía en el Reino Unido con el primer ministro, Gordon Brown, viviendo una de las más largas agonías políticas que se han conocido; el presidente francés, Nicolas Sarkozy, caía en los sondeos, y en Italia, Silvio Berlusconi sobrevivía contra todo pronóstico a una sucesión de escándalos sexuales y procesos judiciales por corrupción.

Salvo en Portugal y Grecia, donde los socialistas obtuvieron sendas victorias electorales, la socialdemocracia europea se mostraba en franca retirada, incapaz de enhebrar un discurso convincente sobre la crisis, la inmigración –en especial sobre la integración de la minoría musulmana– y la seguridad.

La falta de ambición europea contrastaba de forma dolorosa con el dinamismo de la nueva Administración norteamericana y la innovación que representaba la irrupción de países como Brasil. El gigante suramericano cobró protagonismo regional implicándose en los conflictos que enfrentaron a Venezuela con Colombia o en la crisis de Honduras.


El pobre y pequeño país centroamericano fue el centro de la atención mundial tras el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en junio. Honduras se convirtió en el teatro de un pulso entre EE UU y Hugo Chávez, que acabó perdiendo el presidente venezolano. La estrella de Chávez empezó a descender en la medida en que en su país se disparaba la inflación, la escasez de bienes básicos y la inseguridad ciudadana. El líder bolivariano siguió adelante con sus bravatas revolucionarias y la construcción de un Estado tan totalitario como negligente, pero su voz ya no sonaba tan fuerte en países amigos como Ecuador y Bolivia, donde Rafael Correa y Evo Morales volvieron a arrasar en las urnas.

América Latina soportó bien la crisis, y el duelo entre el modelo populista y autoritario que representaban Chávez y sus aliados bolivarianos y el reformista y democrático que encarnaba el Brasil de Lula o el Chile de Michelle Bachelet se decantaba a favor de estos últimos. Colombia conocía un periodo inédito de seguridad y prosperidad de la mano del presidente Álvaro Uribe, que deshojaba la margarita de presentarse a la reelección aun forzando la Constitución, al tiempo que México se desangraba en una guerra contra el narcotráfico que al final de año había causado más de 10.000 muertos. Argentina perdía relevancia internacional, y la Cuba de Raúl Castro agonizaba en la ruina económica y la cerrazón política.

África, el auténtico continente olvidado, siguió siéndolo un año más, menos para China, que continuó realizando inversiones millonarias en su territorio. Salvo Suráfrica, que se prepara para mostrar sus logros con motivo del Mundial de Fútbol, los titulares los acapararon los Estados fallidos y el fenómeno de la piratería en Somalia.

Obama visitó Ghana en julio y llamó a los africanos a ponerse en pie. Tampoco esta vez sus palabras se convirtieron de inmediato en hechos y está claro que tampoco podrá cumplir su compromiso de cerrar la vergüenza de Guantánamo antes del 20 de enero. Acaba el año y es posible que las promesas del nuevo presidente estadounidense den lugar a una monumental decepción. Pero su fracaso habrá sido el fracaso de todos.

martes, 15 de diciembre de 2009

LECCION DE VIDA: ISAAC HITES

Esta comprobado que las leyendas y mitos la construimos los propios seres humanos, sea cual sea su condición, raza, color y lugar de nacimiento.


La magia o el hechizo de los grandes hombres y espléndidas mujeres nacen del azar, de las circunstancias y de la gran tenacidad que les permitió escribir su gran lección de vida tal como nos narra el empresario chileno, Isaac Hites:





Isaac Hites

Las confesiones de un rey del retail

Partió vendiendo telas y hoy está sentado en un imperio. En esta entrevista, por primera vez cuenta su historia de emprendimiento, habla del distanciamiento con su hermano y de los episodios que lo han marcado.


Sentado frente a un elegante escritorio antiguo con aplicaciones doradas que importó desde Francia, rodeado de varios cuadros de Mario Carreño, en una sencilla oficina del centro de Santiago, Isaac Hites Averbuck, fundador junto a su hermano Álex de las multitiendas Hites, levanta el brazo y cierra el puño.

-Jamás he gastado plata en cosas que no las valen, dice.

Se levanta de la silla y modela el terno negro que viste este lunes 7 de diciembre al medio día. Un lunes que prácticamente todo Santiago se tomó sándwich pero que él prefirió pasar, a los 77 años, como todos los días, en su oficina de Inversiones Inversara, que comparte con sus hijos Jaime y Andrés.

Abre la chaqueta y se sujeta los suspensores.

-Este es un terno muy fino. Me lo puse especialmente para recibirla a usted. Lo compré en una liquidación de Falabella a $18.800. Me compré diez ternos.

-¿Isaac Hites compra ropa en Falabella?

-Sí, también me compro zapatos en el Líder y en Hites. Y a mis hijos les he enseñado lo mismo, que compren donde las cosas tienen buenos precios.

Comprar barato, vender caro, Isaac Hites, lo lleva en la sangre. Aprendió ayudando a su padre,un inmigrante ruso judío, a vender telas. Vivían en la calle Teniente Ponce 1960,a la altura del 34 de Independencia.

-Era un lugar bastante pobre. No era la Plaza Italia ni ninguno de esos lados.

Su padre enfermó de várices y él y su hermano tuvieron que salir a las calles a vender las telas a plazo. Con 11 años, Isaac Hites decidió dejar para siempre sus estudios en el Liceo Valentín Letelier y dedicarse a los negocios.

-Para mí levantarme para ir al colegio era terrible. Lo que me gustaba era trabajar. No me arrepiento, pero me ha hecho mucha falta no haber aprendido idiomas, matemáticas como corresponde. Pero la vida sigue su marcha y de alguna manera, con los años, con El Mercurio, con Las Últimas Noticias, con los diarios, uno se va cultivando un poco, pero nunca me ha reemplazado lo que le ha reemplazado la cultura a las personas que han estudiado profesiones.

Isaac Hites también compraba y vendía autos. Compraba las plumas de las lapiceras por gruesas (144 piezas) y las vendía por media docena.Vendía lo que viniera.

En 1947 los hermanos Hites dejaron la calle para instalarse en un local de la calle 21 de Mayo.

-La tienda era más chica que esto, dice mostrando su oficina.- Y llegamos a ser los más grandes vendedores de artefactos de Chile. Y nos empezó a ir bien. Tremendamente bien.

Hoy Isaac Hites está sentado en un imperio del retail. Comparte la propiedad en partes iguales con su hermano Álex en Empresas Hites, la multitienda enfocada en el segmento C3D, que hoy tiene 12 tiendas, 400 mil tarjetas de crédito y que acaba de abrirse a la bolsa. Vendieron casi el 30% de la propiedad en 43 millones de dólares con planes para duplicar el tamaño de la compañía, instalar 10 nuevas tiendas a lo largo de Chile e incorporar 400 mil tarjetas más.

Pero Isaac Hites ya no se mete en el negocio de las multitiendas; eso lo hacen sus hijos, que, a su vez, se entienden con los hijos de su hermano Álex con quien no se lleva bien. Isaac dedica su tiempo al negocio inmobiliario, a comprar edificios y arrendarlos.

A eso, y a comprar -pero jamás vender- cuadros y antigüedades. Es dueño de una colección de más de mil cuadros de pintura chilena que incluye obras de artistas como Pedro Lira, Juan Francisco González, Pedro Luna, Alfredo Valenzuela Puelma, Thomas Somerscales. Son tantos, que no le caben en su casa y los tiene repartidos en las de sus hijos, en su oficina y en bodegas.

-Ese es mi vicio, dice.

El arte y masticar tabaco.

Abre una bolsa que tiene sobre su escritorio y ofrece.

Recuerda sus inicios.

-Empecé a trabajar fuerte cuando era niño, pero antes todo era mucho más difícil. Ahora una persona se consigue una buena pega y vive bien, pero antes no era así; Chile era un país pobre, hoy Chile es un país rico, hay muchas oportunidades para la gente.

-A quién le atribuye este cambio, ¿a los políticos, a los empresarios?

-Todos hemos colaborado, los partidos, los empresarios,porque esta no es una varita mágica que tocó a Chile y lo levantó sino que hemos sido todos los chilenos los que nos quisimos levantar. Hoy gran parte de los puestos de trabajo son con dignidad. Una empleada doméstica no es la china de la casa, es la asesora del hogar, y tampoco se le paga un sueldo mísero. La gente de la construcción igual. Yo he recorrido gran parte del mundo y creo que Chile es un gran, gran país.

-¿Quién es su candidato en estas elecciones?

-Se los regalo todos. No me gusta ninguno.

-¿Vota nulo, entonces?

-A lo mejor, pero no es seguro. Nunca me ha gustado la política, nunca. He visto que cualquiera de los candidatos que han salido, algo han hecho por el país. Pero así como simpatía, le tengo al ME-O, pero me da lo mismo quién salga. No soy de ninguna tendencia política y lo que a mi me interesa es que la gente no pase hambre ni frío y que sus hijos puedan estudiar porque eso es lo que ha dado al país ese crecimiento tan lindo que ha tenido.

SU GRAN PENA

-¿Ha sido más condescendiente con sus hijos después de la historia de trabajo dura que vivió usted?

-Naturalmente.

Se pone serio.

-Con mi primera esposa -Gaby Weber- tuve a Jaime y a Shendale,lamentablemente ella falleció en el parto. Era muy linda, allá arriba tengo una foto de ella, dice apuntando a un retrato en blanco y negro sobre un estante.

-Y mi hija...

Isaac Hites toma un pequeñísimo portarretrato plateado que tiene sobre su escritorio, lo mira y lo besa.

-Mi hija (Shendale) murió a los ocho años de un cáncer, dice conteniendo las lágrimas. Cada vez que me acuerdo, soy como Magdalena.

-¿Cómo salió adelante tan joven, viudo con un niño y una guagua recién nacida?

-Con las amigas de mi mujer que fueron maravillosas. Cuando falleció Gaby ella tenía amigas con hijos y ellas se encargaron de darle la alimentación en forma directa los primeros seis meses.

-La amamantaban.

-Eso. Es la parte que a uno le pega fuerte en la vida. Fue terrible.

Tres años más tarde se casó con Nelly Moscovich con quien tuvo otros tres hijos: Andrés que al igual que Jaime, el mayor, trabaja con él, y Poli y Claudia.

Pronto cumplirán 50 años de casados.

-Cincuenta años en que me aguanta ella y la aguanto yo.

-¿Qué cosas tiene que aguantarle ella a usted?

-Los hombres somos fregados. Y convivir 50 años con una persona tiene sus vicios y sus virtudes. El amor está sellado, pero a veces peleamos por nada, por estupideces, tonteras, por hablar algo a veces. Y me manda a la oficina. Yo no me quedo en la casa, tengo una excelente salud y estoy todos los días en la oficina. Formamos la empresa Hites con mi hermano y a mí lo que siempre me ha gustado es la parte comercial.

-¿Cómo ha logrado tener éxito en sociedad con su hermano Álex cuando es públicamente sabido que no se llevan bien?

-No nos llevamos en algún momento muy bien, pero no tenemos problemas.

-Tienen que negociar cosas.

-No. Lo hacen mis hijos y los hijos de él. Los problemas son cuando repercuten en las empresas y para nosotros los negocios son sagrados. Empresas Hites ha ganado mucho, mucho dinero, se ha expandido con propiedades que son nuestras. A nosotros nos ha ido siempre bien, muchas veces muy bien, otras veces bien. Lo más duro para nosotros ha sido esta crisis, han bajado mucho las ventas, ha existido una tremenda competencia que hace bajar más las rentabilidades.Pero nos está yendo relativamente bien.

-¿Es trabajólico?

-Tremendo.

-¿Le gustaría convertirse en un Horst Paulmann?

-Admiro mucho a Horst Paulmann, sé que es un tremendo comerciante, pero yo no soy ambicioso en ese sentido, no tengo celos de nadie, felicito al que le va bien y si le va mejor que a mí, mejor todavía. Si yo no he crecido como Paulmann, es porque no tenemos la capacidad que tiene él u otros millonarios. Nosotros somos felices como somos, la envidia no la conozco, solamente cuando un amigo anda con una mujer muy linda me da envidia no andarla trayendo yo en el brazo, dice riendo.

-Diez años atrás tuvieron un diario, El Metropolitano, que financieramente no tuvo éxito, que vendieron y finalmente desapareció. ¿Cómo recuerda esa aventura empresarial hoy?

- El Metropolitano desgraciadamente fue una empresa en la cual participó mi hermano, mi sobrino y el gerente general que había en ese tiempo (Patricio Ulloa) y él los embaucó para que se metieran en El Metropolitano.

-¿Y usted?

-Jamás quise que se hiciera El Metropolitano. Nunca, jamás lo quise. Yo siempre me medía y decía: tengo sexta preparatoria, no sé leer bien porque siempre he tenido mala la vista. Si no sé ni leer, para qué quiero yo tener un diario. Y yo siempre me opuse y ese diario se prestó para que le hicieran una estafa a Empresas Hites. Esa fue una estafa en la que perdimos muchísima plata.

-¿Cuánta?

-Muchísima. Se robaron dinero. Vendían avisos y se quedaban con la plata de los avisos. Había un desorden tremendo, había gente contratada que no valía nada, que ni siquiera trabajaba en la empresa. Fue una cosa bastante dura para mí personalmente, pero felizmente se salió,se perdió plata y seguimos adelante.

-¿Fue lo que marcó el distanciamiento con su hermano?

-En ese momento casi sí, o sea no era distanciamiento en el sentido de que yo me voy con mis cosas, sino que estábamos peleados. Tuvimos muchas diferencias y yo luché mucho para deshacernos de El Metropolitano porque nos estaba comiendo vivos. Habían montando una máquina muy linda, muy bonita.

-Se decía que El Metropolitano, al ser un diario enfocado en el grupo ABC1, era una herramienta para subirle el pelo a Hites, que estaba enfocada en los sectores populares. Que era un diario aspiracional.

-Esa era la idea que nos vendía, tal como usted lo está diciendo, Patricio Ulloa. Naturalmente eso le costó la salida de la empresa y después seguimos con las tiendas como estuvimos siempre.

-El año pasado usted fue estafado por su secretaria, Sandra Aguilera Muñoz, por más de 600 millones. Ella era la hija de su personal trainer, quien tras saber del robo se suicidó.Con esto y lo de Ulloa y El Metropolitano, ¿ha pecado de exceso de confianza con la gente con que trabaja?

-Siempre he sido muy confiado, con el señor Ulloa, con esta niñita, con todo el mundo. Usted acaba de ver que me trajeron papeles para firmar. Recién firmé como 100 millones de pesos en dos documentos. Le pregunto a la niña lo que es y firmo, aunque generalmente tiene que venir confirmado por alguno de mis hijos. Soy tremendamente confiado. Imagine, esa niñita fue la mejor secretaria que he tenido, rápida, limpia para hacer las cosas. De lo menos que me iba a preocupar era que la hija que me mandó mi amigo, mi profesor de gimnasia, el gallo que lucha para que yo esté bien, que tenga buena salud, me iba a robar.

Isaac Hites se enteró por el jefe de seguridad, que sospechaba cuando la veía llegar elegantemente vestida, oliendo a perfumes caros, manejando un auto de más de veinte millones de pesos.

-Debe tener un lacho, un amante, un viejo, pensé yo. Al principio no le quisimos dar crédito. La investigaron y supieron que se compró dos casas: una para ella, otra para su madre, diez autos, para todos sus familiares, cuatro camiones para que trabajaran los pololos de sus hermanas. Se hizo una cirugía estética en la clínica de Farellones del doctor Héctor Valdés y para un 18 de Septiembre viajó junto a su madre a Italia. Quería conocer Roma.

-¡Y en primera clase! Yo no viajo en primera, lo habré hecho 4 o 5 veces, pero a mí me gusta irme en perraje.

-¿Es apretado? Viaja en económica, compra en liquidaciones...

-Como gasto para mí mismo, soy apretado, pero me gusta vivir bien. Vivo como pashá en una casa maravillosa con jardines.Somos gozadores. Mis hijos también viven en casas maravillosas, en verdaderos palacetes.

-¿No le asusta que la tercera generación se gaste toda la fortuna que usted empezó?

-Ya es cosa de ellos, yo estoy feliz de la forma en que vivo.

-Ahora que su empresa entró a la Bolsa, a las grandes ligas, ¿cómo le gustaría ser recordado?

-De la misma forma en que hemos sido siempre, honrados. Antes de morir, mi padre me dijo te quiero dejar el testamento; yo plata no te dejo ningún centavo, pero sí te dejo un nombre, cuídalo. Al rato falleció. Eso es lo que hemos cuidado, el nombre, dice.

Otra vez está al borde de las lágrimas.

lunes, 14 de diciembre de 2009

RICO DEBATE SOBRE LAS EMPLEADAS DEL HOGAR O NANAS...

Con la intención de abrir un delicioso debate el último sábado 12 de diciembre la conocida periodista peruana, Patricia Del Rio, expresó en su acostumbrada columna en un diario capitalino "una supuesta falta grave social" en contra de las nanas o empleadas del hogar, que ha provocado una respuesta en el mismo periódico de otro conocido columnista.


El debate periodístico realmente es jocoso porque uno de ellos de todas maneras queda mal parado, es decir al desnudo por su opinión que de ninguna manera se ajusta a la realidad, pero para evitar mayores especulaciones los dejo con ambos comentarios:







Sorry, Nana

Patricia del Río


Para los periodistas que cubríamos la Parada Militar, la escena fue desconcertante. Gabriela García Nores, la hija mayor del presidente, llegaba elegantísima al patriótico evento, y lo hacía acompañada de una amiga con su pequeña hija. Hasta ahí, todo bien. El problema es que unos pasos más atrás de las elegantes muchachas caminaba, algo tímida, una nana, vestida de blanco, encargada de cuidar a la pequeña.

Hay que decir que, sin que el hecho resultara especialmente grave, sí fue chocante y proyectaba una pésima imagen sobre la familia del presidente. En primer lugar, estábamos en un evento cívico al que todos los peruanos merecemos ir en igualdad de condiciones; en segundo, la nana no solo caminó varios pasos atrás de las señoras por toda la Avenida de la Peruanidad, sino que, a pesar de que los hijos del presidente y sus amigos observaban el desfile desde una cómoda primera fila, a ella la sentaron en tercera o cuarta.


En tercer lugar, en marzo de este año, el presidente firmó el Decreto Supremo 2004-2009-TR, que prohíbe obligar a las empleadas del hogar a usar uniformes en espacios públicos.

Como para completar la metida de pata, todo esto ocurrió a menos de 24 horas de que el presidente García le ofreciera disculpas a la población negra del Perú por el racismo y la discriminación de los que ha sido objeto a lo largo de la historia. Nadie va a negar que la ceremonia, que tuvo lugar en Palacio, fue un gesto importante que se debería extender a otros grupos.


Sin embargo, la lucha contra la discriminación no se gana con grandes discursos y calurosos aplausos, sino que se debe librar día a día, atacando pequeños detalles que delatan una intolerancia que nos permite tratar al otro como un ser inferior, que no se merece nuestro respeto, que no es digno, en un evento cívico y público, de aparecer, simplemente, como un peruano más.

A diario, a miles de ciudadanos se les cierran puertas por el color de su piel, su condición económica o su lengua materna. Los candoshi se mueren de hepatitis B en la selva y, para el Estado, casi no existen. A las congresistas quechuahablantes las tratan con desdén cuando intentan hacer uso de su idioma nada menos que en el Parlamento.


Clubes, discotecas y playas se reservan el derecho de admisión para todos aquellos cuyo apellido no suene lo suficientemente castizo o extranjero. Vamos, seamos sinceros, ¿acaso Alan García le hubiera propinado tremenda patada a Jesús Lora si este hubiese vestido un elegante terno como el de los señores de la Confiep? Lo cierto es que nadie se libra. Cada uno de nosotros es un racista en potencia. El reto está en reconocerlo e intentar evitarlo para, después, no tener que andar ofreciendo disculpas.





Dinner jacket



Ricardo Vásquez Kunze

Mi bella e inteligente colega de estas páginas, doña Patricia del Río, no me ha podido dejar indiferente ante su última columna Sorry, Nana, en la que denuncia un aparente acto de discriminación de la familia presidencial hacia su personal doméstico.


El hecho, según relata la señora Del Río, es que la nana a cargo de los niños de la hija mayor del presidente, asistió al desfile vestida de blanco y a varios pasos atrás de su patrona, que conversaba con una amiga. Luego, a diferencia del presidente y su familia sentados en primera fila de sus tribunas respectivas, a la nana se le asignó un discreto lugar en la tercera fila de los invitados. Esto ha hecho que doña Patricia quede emocionalmente chocada.

El argumento de la señora Del Río es que la Gran Parada Militar es un “evento cívico donde todos los peruanos merecemos ir en igualdad de condiciones”. No lo creo. Si fuera cierto lo que dice la señora Del Río, no habría un protocolo donde el jefe del Estado preside el desfile, seguido por los presidentes de los otros poderes públicos.


Si todos los peruanos fuéramos iguales, entonces el presidente de la Corte Suprema no se habría sentido desairado por ocupar un sitio que no le correspondía y que ocupaba, sin derecho alguno, el ministro de Defensa, Rafael Rey.

Se ha indignado doña Patricia porque la nana iba siguiendo a su patrona. Pero a doña Patricia, como a todos, nos parece absolutamente normal que sea el edecán el que vaya atrás del presidente. Siendo que el edecán del presidente García es negro, pues ni a la señora Del Río ni a nadie sensato se le pasa por la cabeza que la raza del edecán es la que lo ha puesto a la cola del presidente.

¿Qué falla pues en el razonamiento igualitario de la señora Del Río? Lo primero es que la igualdad no es más que una ficción legal que, para más señas, tiene una legión de excepciones, tal como lo demuestra el orden de precedencia en el desfile patrio. Y lo segundo es que la igualdad antropológica es un cuento chino.


Sí pues, señora Del Río, no todos los hombres somos iguales. Los hay con calidades y sin ellas y, por lo general, los que no tienen muchas están abajo y los que tiene algunas están arriba. Pero, en todo caso, si todos tuviéramos cualidades parecidas, entonces, quienes van detrás de otros no van porque sean humanamente inferiores, sino simplemente porque ocupan una situación inferior en la sociedad.

¿Que esto está mal? Tampoco lo creo. Las jerarquías son importantes pues distinguen a las personas y promueven el mérito. Ninguna jerarquía se mantiene en el tiempo sin mérito y el de nuestra clase dirigente está hace mucho en agonía. Yo, por eso, como solo. Pero puedo hacer una excepción e invitar a cenar a la señora Del Río. Le aseguro que tendríamos una deliciosa conversación, con caviar incluido.

PIÑERA EN MANOS DE ENRIQUEZ,ONIMANI

Un resultado cantando: Sebastían Piñera ganó la primera vuelta electoral en Chile, pero se puso en manos de Marco Enriquez-Onimani. Es decir, tendrá que utilizar sus mejores recursos para negociar el apoyo de la nueva figura política chilena.


Si bien es cierto que la Concertación ha recibido un golpe muy fuerte, pero no destructor, porque aún tienen un margen de maniobra para negociar, conversar y consensuar el apoyo que requieren para convertir a Eduardo Frei en presidente de todos los chilenos.


Lo logrará? Quién recibirá el respaldo de ese gran bolsón electoral que definira la segunda vuelta? Hablamos de Piñera o de Frei?

Todo está en manos de lo que se haga o se deje de hacer, lo que es seguro que desde las seis de la tarde de ayer domingo en Santiago de Chile, más de un teléfono comenzó a sonar buscando puntos de encuentro, negociaciones que consoliden un gobierno de ancha base.

Ahora los resultados de las elecciones chilenas:








La derecha gana la primera vuelta en Chile



La Concertación asume la derrota tras 20 años de Gobierno y apuesta por un gran frente para la segunda vuelta.-


El conservador Piñera promete "tiempos mejores"



Por primera vez en dos décadas, desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, la Concertación, la coalición entre democristianos y socialistas, no ganó una elección a la presidencia de Chile. El candidato de la derecha, el empresario Sebastián Piñera, disputará al de la coalición gobernante, el senador democristiano y ex presidente (1994-2000) Eduardo Frei, la segunda vuelta del 17 de enero para suceder en La Moneda a la presidenta, Michelle Bachelet.


Escrutado el 98,32% de los votos, Piñera obtiene el 44,03% de los sufragios en la primera vuelta de los comicios presidenciales celebrados ayer, frente al 29,62% de Frei, seguidos por el diputado independiente Marco Enríquez-Ominami, con el 20,12%, y por el ex ministro Jorge Arrate, por el pacto que encabeza el Partido comunista, con el 6,21%.

Piñera obtuvo cuatro puntos menos que la derecha en su conjunto en la primera vuelta de la anterior elección, en 2005, cuando se enfrentó a Bachelet dividida en dos candidatos, el propio Piñera y el ex alcalde Joaquín Lavín. El resultado logrado ayer por el empresario fue superior al que mostraban la mayoría de los pronósticos y al que esperaban sus partidarios.

Todo anticipa que el conservador enfrentará una segunda vuelta reñida, aunque está bien situado, por la división del terreno donde Frei puede obtener apoyo. Piñera deberá buscar los votos que le faltan para la mayoría absoluta entre los seguidores del tercero en la contienda, Enríquez-Ominami, que concitó cierto apoyo entre jóvenes de la derecha, e intentar quitarle a Frei votos de los democristianos preocupados por la alianza a que este último deberá llegar con los comunistas.

Piñera obtuvo más de 14 puntos porcentuales sobre Frei. Pese a la diferencia, las primeras cuentas que sacaron anoche los líderes de la Concertación no eran de desánimo. Sostenían que la suma de votos de los tres candidatos progresistas, Frei, Enríquez-Ominami y Arrate (55,95%), garantizaba una victoria en segunda vuelta. Atribuían la derrota a la incapacidad de las fuerzas progresistas para presentarse unida.

En esa línea, tras conocerse los primeros resultados, Frei llamó a los votantes de Arrate y Enríquez-Ominami a sumarse a su campaña y expresar que la mayoría rechaza a la derecha. Pero mientras, Enríquez-Ominami dijo no sentirse propietario de los votos recibidos, y que aunque muchos lo esperaban, sentía que se le hacía imposible abusar de esa confianza. "No llamaré a endosar los votos", sostuvo, cerrando la puerta a un acuerdo con Frei.

Entre tanto, Piñera garantizó que será "presidente de todos los chilenos" y resaltó sus coincidencias con la crítica de Enríquez-Ominami a la "fatiga de material" de la Concertación.

La jornada se desarrolló sin incidentes y bajo un sol generoso en la mayor parte del país. Hombres y mujeres votaron por separado. Además de elegir presidente, se renueva la Cámara de Diputados y la mitad del Senado. El Partido Comunista obtuvo tres diputados, la primera vez desde el fin de la dictadura que entra en la Cámara.

Piñera fue el primero en acudir a votar, rodeado de un enjambre de cámaras y reporteros, y acompañado por su esposa, Cecilia Morel. Al salir del recinto, en medio de gritos de sus partidarios, agradeció el apoyo dando "un mensaje de esperanza: vienen tiempos mejores para Chile".

Con una campaña en la que ha ofrecido cambios, una mejor gestión del Estado, un millón de empleos, mano dura con la delincuencia y conservar lo mejor de la Concertación, y aprovechando el desgaste de los años de gobierno y la división de sus contrincantes, Piñera se ha mantenido al frente de todos los sondeos.

A la misma hora, la presidenta Bachelet caminó desde su domicilio para ir a votar, trayecto en el que recibió aplausos y muestras de afecto. La presidenta resaltó que ésta es la elección número 26 desde 1989, dando siempre ejemplo de normalidad y haciendo que Chile sea respetado en el mundo. La presidenta dio a entender que la Concertación tiene la vista puesta en la segunda vuelta.

Frei votó entre aplausos y pitidos en la región por donde es senador, en la ciudad de La Unión, 900 kilómetros al sur de Santiago. Se definen dos visiones de Chile, sostuvo, "no queremos un salto al vacío ni una vuelta al pasado (...). No creemos que las fuerzas del mercado y el dinero deben primar en una sociedad", planteó. Apuntó que, por encima del resultado de ayer, lo importante es que estará "en la papeleta de enero". "Y ahí ganaremos", dijo.

Enríquez-Ominami viajó para votar hasta el elegante balneario de Zapallar, a 120 kilómetros de Santiago, en el distrito por el cual es diputado. Antes visitó en Santiago la tumba de su padre, Miguel Enríquez, que fue líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y murió en 1974 a manos de la DINA, el aparato represivo de la dictadura.


Euforia en la derecha
La derecha chilena esta eufórica. Los resultados obtenidos superan las previsiones hechas por la Coalición por el Cambio, liderada por el derechista Sebastián Piñera, y las opciones para ganar las elecciones en la segunda vuelta se volvieron ayer más que probables para los seguidores de Piñera. Los pasillos del céntrico Hotel Crown Plaza, convertido en el cuartel de la deracha chilena, eran un hervidero de abrazos y felicitaciones. El multimillonario empresario se encuentra más cerca que nunca en la historia de acceder a La Moneda, y eso sus colaboradores y seguidores lo vivieron como un momento único para el cambio.

Al grito de "Se siente, se siente, Piñera presidente", los seguidores de Piñera seguían el escrunio en las pantallas de televisión eufóricos cada vez que el resultado le daba ventaja sobre Eduardo Frei, candidato de la Concertación. El senador de la Unión Democrática Independiente (UDI) y primo de Piñera, Andres Chadwick, reconoció que los resultados eran superiores a lo previsto: "14 puntos de diferencia es más de lo que esperábamos. Estamos muy contentos", señaló. En la misma línea, la senadora Evelyn Mattei, hija del que fuera miembro de la Junta Militar de Pinochet, explicó que los resultados son buenos y que hacen falta "equipos y caras nuevas para el cambio, que no importa a quién hayan votado antes en el pasado".

Hector, taxista chileno de 34 años, lo tenía claro. Estaba seguro de que Piñera ganaba. Ahora sólo falta atrapar al electorado que no simpatiza tradicionalmente con la derecha pero que está decepcionado con la izquierda. En los pasillos del Crown Plaza, la derecha se pregunta de dónde sacar los votos para la segunda vuelta.

domingo, 13 de diciembre de 2009

LULA, EL LIDER DEL 2009?

Dos importantes opiniones dan acerca del liderazgo de Lula, presidente del Brasil:





Lula Da Silva

El hombre que asombra al mundo

El presidente de Brasil se ha convertido en el líder indiscutible de América Latina y una referencia para todos los políticos. Brasil ha pagado este año toda su deuda, crece a buen ritmo y se ha llevado los juegos 2016.

Por José Luis Rodríguez Zapatero

Este es un hombre cabal y tenaz, por el que siento una profunda admiración. Lo conocí en septiembre de 2004, tras la incorporación de España a la Alianza contra el Hambre que él lideraba, en una cumbre organizada por Naciones Unidas en Nueva York. No podía haber sido mejor la ocasión.

Luiz Inácio Lula da Silva es el séptimo de los ocho hijos de una pareja de labradores analfabetos, que vivieron el hambre y la miseria en la zona más pobre del estado brasileño nororiental de Pernambuco.

Tuvo que simultanear sus estudios con el desempeño de los más variopintos trabajos y se vio obligado a dejar la escuela, con tan solo 14 años, para trabajar en la planta de una empresa siderometalúrgica dedicada a la producción de tornillos. En 1968, en plena dictadura militar, dio un paso que marcó su vida: afiliarse al Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo y Diadema.

De la mano de este hombre, siguiendo el sendero abierto por su predecesor en la Presidencia, Fernando Henrique Cardoso, Brasil, en apenas 16 años, ha dejado de ser el país de un futuro que nunca llegaba para convertirse en una formidable realidad, con un brillante porvenir, y una proyección global y regional cada vez más relevante. Por fin, el mundo se ha dado cuenta de que Brasil es muchísimo más que carnaval, fútbol y playas. Es uno de los países emergentes que cuenta con una democracia consolidada, y está llamado a desempeñar en las décadas siguientes un creciente liderazgo político y económico en el mundo, tal y como ya viene haciendo en América Latina, con notable acierto.

Lula tiene el inmenso mérito de haber unido a la sociedad brasileña en torno a una reforma tan ambiciosa como tranquila. Está sabiendo, sobre todo, afrontar, con determinación y eficacia, los retos de la desigualdad, la pobreza y la violencia, que tanto han lastrado la historia reciente del país. Como consecuencia de ello, su liderazgo goza hoy en Brasil del respaldo y del aprecio mayoritarios, pero mucho más importante aún es la irreversible aceptación social de que todos los brasileños tienen derecho a la dignidad y la autoestima, por medio del trabajo, la educación y la salud.

Superando adversidades de todo orden, Lula ha recorrido con éxito ese largo y difícil camino, que va desde el interés particular, en defensa de los derechos sindicales de los trabajadores, al interés general del país más poblado y extenso del continente suramericano. Sin dejar de ser Lula, en esa larga marcha ha conseguido, además, ilusionar a muchos millones de sus conciudadanos, en especial aquellos más humillados y ofendidos por el azote secular de la miseria, proporcionándoles los medios materiales para empezar a escapar de las secuelas de ese círculo vicioso.

Al mismo tiempo, en los siete años de su presidencia, Brasil se ha ganado la confianza de los mercados financieros internacionales, que valoran la solvencia de su gestión, la capacidad creciente de atraer inversiones directas, como las efectuadas por varias compañías españolas, y el rigor con que ha gestionado las cuentas públicas. El resultado es una economía que crece a un ritmo del 5% anual, que ha resistido los embates de la recesión mundial y está saliendo más fortalecida de la crisis.

Tras convertirse en el presidente que accedía al cargo con un mayor respaldo electoral, en su cuarto intento por lograrlo, Lula manifestó que es inaceptable un orden económico en el que pocos pueden comer cinco veces al día y muchos quedan sin saber si lograrán comer al menos una. Y apostilló, “si al final de su mandato los brasileños pueden desayunar, almorzar y cenar cada día, entonces habré realizado la misión de mi vida”.

En ese empeño sigue este hombre honesto, integro, voluntarioso y admirable, convertido en una referencia inexcusable para la izquierda del continente americano al sur de Río Grande. Tiene una visión del socialismo democrático que pone el acento en la inclusión social y en la justicia medioambiental para hacer posible una sociedad más justa, decente, fraterna y solidaria.

Brasil ocupará pronto un lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, está a punto de convertirse en toda una potencia energética y en 2014 albergará el Campeonato Mundial de Fútbol. La última vez que nos vimos fue en Copenhague. Lula lloraba de felicidad, como un niño grande, porque Río de Janeiro acababa de ser elegida ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos de 2016. La euforia que le inundaba no le impidió tener el temple necesario para venir a consolarme porque Madrid no había sido elegida y fundirnos en un abrazo.

A mí no me extraña nada que este hombre asombre al mundo.

José Luis Rodríguez Zapatero es presidente del Gobierno español. Fotografía de Alex Majoli




Icono nacional


Por Julio María Sanguinetti


Brasil ha sido históricamente formado y conducido desde una lúcida élite, primero portuguesa, que logra mantener unido su vasto territorio en el momento de la independencia, y más tarde brasileña, que gobernó los últimos 200 años. A ella pertenecen aún los gobernantes más populares como Getulio Vargas, Juscelino Kubitschek o Fernando Henrique Cardoso. El primero ajeno a esos núcleos de poder económico o intelectual es el presidente Lula, quien –al tener éxito en su gestión– termina transformándose en un icono nacional, como lo es Pelé en el deporte. Su figura trasciende el debate y la competencia política; se ubica más allá de la coyuntura.

El concepto anterior no arrastra un juicio tan laudatorio para con su Gobierno. No hay duda de que Brasil ha crecido y ha mejorado sus indicadores básicos. Del mismo modo, el mundo entero considera a Brasil el referente latinoamericano por excelencia, y en ello el aporte presidencial ha sido decisivo. Sin embargo, no puede ignorarse el nivel de desigualdad social persistente, las vastas zonas de marginación y violencia que afectan sus grandes ciudades o el insuficiente rendimiento de su sistema educativo. Hay mejoras, pero no en el nivel deseable tras los cinco años fabulosos del comercio internacional (2003-2008). Ni aun la corrupción administrativa podría afirmarse que haya disminuido de verdad.

La cuestión es que Lula trasciende esas discusiones. Está más allá de ellas. Lo negativo ni le roza. En cambio, su presencia le ha dado optimismo al país, le ha fortalecido en la convicción de que ya no es el siempre prometido “país del futuro”, sino una gran potencia del hoy. Este obrero metalúrgico paulista venido del pobre y lejano noreste ha marcado un antes y un después.

Cualquiera que sea su futuro, ya ha hecho historia.

Julio María Sanguinetti fue presidente de la República de Uruguay.

UN NUEVO LIDERAZGO POR MICHELLE BACHELET

La actual presidenta de Chile, Michelle Bachelet, reflexiona sobre el nuevo liderazgo del siglo XXI:



Un nuevo liderazgo ciudadano

Por Michelle Bachelet

El mundo ha cambiado enormemente en las últimas dos décadas; en la política, en la economía, en las comunicaciones, en todas las esferas de la sociedad. Precisamente en entender esos cambios y saber leer adecuadamente la nueva realidad radica el éxito o el fracaso del liderazgo democrático. Pero también en entender esos cambios y, a partir de ellos, impulsar programas y políticas públicas que apunten al bien común, radica el éxito o el fracaso del liderazgo progresista.

La crisis financiera puso en jaque veinte años de globalización desregulada. Una serie de factores –la codicia, los conflictos de intereses, la mala calidad de la política—fueron permitiendo el crecimiento de una burbuja de riquezas y valores sin respaldo, la que terminaría por explotar en la cara de los países ricos, pero cuyas esquirlas perjudicarían también a los países más pobres.

La crisis generó una enorme incertidumbre. Se temió seriamente que una nueva gran depresión azotara al mundo y que al colapso bursátil siguiera un colapso social. En aquellos días terminó por quemarse el dogma de la no intervención. El mundo dejó de mirar al mercado como única solución a los problemas. Se hizo claro y evidente que desde la política, y sólo desde ella, se puede cautelar efectivamente el bien común.

La llegada de un nuevo liderazgo en Estados Unidos pudo revertir la desconfianza generalizada. Al mismo tiempo, los gobiernos de Europa tomaron decididas acciones para evitar el colapso de la economía. Y en Latinoamérica, la sólida posición macroeconómica de varias economías permitió llevar adelante planes de estímulo fiscal que resultaron cruciales para una rápida recuperación.

De esta manera, la crisis hizo patente la necesidad de un nuevo tipo de liderazgo político, fuerte, atento, activo, que entiende las lógicas del mercado, pero que no le teme al mercado.

Liderazgo progresista que cree que el Estado es parte de la solución y no del problema, como predicaba el dogma neoliberal. Pero este nuevo liderazgo progresista no cae en la tentación del aplauso fácil, y sabe ser popular sin ser populista.

Nuestra experiencia en Chile ilustra muy bien este punto. Supimos soportar las presiones de gasto y ahorrar cuando estuvo alto el precio de nuestros commodities, de manera que cuando llegó la crisis, pudimos generar los adecuados estímulos en la economía, y no sólo no reducir, sino que aumentar el gasto social.

El nuevo liderazgo debe también saber responder a las exigencias de una nueva ciudadanía. Comunidades cada día mejor informadas, más críticas, más exigentes. En cierta manera, han cambiado las reglas del juego para los políticos, pero ha sido un cambio para bien.

El líder de hoy debe someterse a estándares de transparencia infinitamente superiores a los que existían 20 años atrás. Sueldos, beneficios y decisiones ya no son secretos; hoy son parte de la función pública, son transparentes, y en países como el mío, se encuentran a disposición de todos los ciudadanos a través de Internet.

Se termina la época en que las políticas públicas se hacían en un laboratorio. Hoy, el centro está en las personas y se toma en consideración a quienes beneficia o afecta cada decisión. El nuevo liderazgo, además, hoy exige una función pedagógica acerca de sus políticas como no sucedía antes. Los nuevos ciudadanos no sólo merecen explicaciones, sino que demandan cada vez más aclaraciones. El líder tiene que saber explicar cada política y cada decisión, con sus aciertos y bemoles.

La web 2.0 ha creado una nueva ágora ciudadana. La ciudadanía posee tales niveles de información instantánea que hacen imposible cualquier devaneo u oscuridad. Ya no se pueden tapar errores ni echar la suciedad debajo de la alfombra. En cierta forma, la nueva ciudadanía ha roto también con el mesianismo. Quienes no saben reconocer desaciertos y enmendar rápidamente, están condenados a perder legitimidad ante los ojos de la opinión pública.

Los cambios de las últimas dos décadas han ido generando la necesidad de un liderazgo transparente, transversal y ciudadano. A su vez, la crisis económica ha generado la necesidad de un liderazgo político complejo, que supere el modelo gerencial que pareció instalarse durante los 90, y lo reemplace por la deliberación pública y la acción política fuerte y decidida. En suma, el desafío que nos coloca la ciudadanía es inmenso: un nuevo tipo de liderazgo, más democrático y más progresista.

Michelle Bachelet es presidenta de Chile

PARA ENTENDER EL MUSEO DE LA MEMORIA

Muy pronto en mi país, el Perú, se procederá a la construcción de un gran MUSEO DE LA MEMORIA, que albergará los detalles más significativos de una época en que la violencia criminal asolò a mi hermosa nación.


Y es precisamente el laureado escritor peruano, Mario Vargas Llosa, quien nos da amplios pormenores del porqué y para qué este museo tan criticado, cuestionado y también tan esperado.




"Violencia política es la fuente de los peores estragos para el país"

Escritor afirma que museo de la memoria mostrará el sufrimiento que ocasionó Sendero.

“Si funciona como queremos, el museo servirá para cobrar conciencia”, señala. Cree que la CVR hizo una labor muy valiosa, pero de ninguna manera definitiva e irreversible

¿La creación del museo de la memoria (MM) no es un poco apresurada? Se señala como argumento que aún hay terrorismo en nuestro país.

Me temo que si esperáramos que termine totalmente la violencia nos moriríamos antes de viejos. La violencia está ahí, no la vamos a erradicar de la noche a la mañana. La razón de ser del MM es apresurar el cese de la violencia gracias a una presión de la sociedad civil, de la opinión pública peruana, de una conciencia nacional de que hay que acabar con la violencia política y social si queremos realmente despegar y ser un país moderno donde funcione la ley y haya justicia. Es una de las razones para construir el MM. No se trata de una institución arqueológica para resguardar la memoria de un pasado. Es algo más complejo, más actual, más rico. A partir de la experiencia trágica del terrorismo de los años 80 se busca construir una defensa intelectual, política, moral contra la violencia, que tiene una larguísima tradición en el Perú.

¿El museo de la memoria la va a detener, va a amainar lo que pasa en el VRAE, por ejemplo?

Creo que va a contribuir. Si funciona como queremos, de manera objetiva, no sesgada, imparcial y con una voluntad creativa, puede contribuir muchísimo a que las nuevas generaciones cobren conciencia de que la violencia política es la fuente de los peores estragos para el país.

Otro argumento en contra del MM es que ya vivimos el terror, que no es necesario recordar, machacar…

Necesitamos crear conciencia de la necesidad de enfrentar toda forma de violencia política de manera radical. El hecho mismo de que haya una oposición ciega, fanática a la idea del museo te dice que la violencia está ahí, latente, y que en cualquier momento puede llegar a la superficie.

¿La oposición fanática al MM expresa violencia?

Creo que hay la oposición fanática de quienes tienen las manos manchadas de sangre, gente que ha participado en matanzas o que ha sido cómplice consciente de estas y que ve en el museo una amenaza. Pero es una pequeña minoría. Por otro lado, hay gente bien intencionada que ha sido convencida por las campañas exageradas, calumniosas, de que el MM se convertirá en una institución al servicio de organismos interesados en atenuar o revivir organizaciones terroristas. Y que el museo será un instrumento para desacreditar a las FF.AA., a la policía, utilizando los derechos humanos para practicar una política extremista. Yo sí quisiera llegar a este sector considerable de la opinión pública para persuadirlo de que eso no es cierto. Todos quienes estamos en la comisión del MM tenemos una trayectoria, pensamos distinto, pero nadie nos puede acusar de operaciones deshonestas.

Pueden pensar que usted es un tonto útil de…

Creo que no lo somos. ¿Cuáles son las demostraciones de que en mi vida haya sido tonto útil políticamente? He defendido lo que creo y combatido lo que no con la más absoluta claridad. Tú sabes que los terroristas quisieron matarme dos veces, no se puede decir que soy un instrumento de la extrema izquierda. Ese es un disparate que no tiene pies ni cabeza. Además, las encuestas demuestran que la mayoría de peruanos piensa que el MM será una institución útil y valiosa que contribuirá a defender los DD.HH. y la legalidad..

El gran nudo es: los militares violaron los DD.HH. durante la guerra interna.

No generalicemos, hubo militares que violaron los DD.HH. y militares que actuaron dentro de la legalidad. La institución como tal no recibió nunca órdenes de torturar o de realizar ejecuciones extrajudiciales. El trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), tan calumniado, también establece que la institución militar no funcionó de acuerdo a consignas sistemáticas de violentar la ley, cometer crímenes, etc. Son casos de militares específicos, de distinta gradación, que tomaron iniciativas absolutamente reprobables. Está documentado.

Injustamente se achaca a la CVR decir que hubo violaciones sistemáticas de los
DD.HH., cuando en realidad indica que solo fue en un lapso determinado.

Es que hubo un contexto en el que era prácticamente imposible, por la confusión que reinaba, establecer qué consignas permitían violentar la ley y cuáles no. Esa confusión se crea por la impreparación de las FF.AA. para un tipo de guerra que declararon Sendero y el MRTA. Pero lo fundamental es que el MM será el museo de las víctimas, de quienes sufrieron atropellos, torturas, asesinatos, de las familias desamparadas.

Los militares sostienen que ellos no provocaron esa violencia y que tuvieron que enfrentarla.

Eso va a quedar perfectamente establecido, es decir, que la responsabilidad primera de la violencia la tuvieron los terroristas. Eso está aclarado en la CVR. Ahora, un Estado de derecho no puede permitir que se combata el terror con el terror. Quienes cometieron esa insensatez provocaron enormes sufrimientos de los que también el museo tiene que dar cuenta. Hubo víctimas militares y policías. También la población civil se vio muchas veces aplastada entre dos fuerzas. El MM mostrará perfectamente todos esos casos. Es muy importante que el país lo entienda porque a partir de ahí podemos construir una defensa contra la violencia, una convicción política, cívica, moral. En el futuro no se puede descartar que vuelva otra vez un grupo fanático, enloquecido y declare una guerra a la civilidad, a la libertad. Esa es la razón de ser del museo.

¿Visualmente cómo sería, una sala para civiles, otra para militares, para los excesos?

El MM no hará política partidista, es un museo sobre la violencia, sobre lo que significa la destrucción de la legalidad, la creencia de que el fin justifica los medios y de que destruyendo y secuestrando se ganan conquistas sociales. El MM no va a ser un tribunal, para eso existen los jueces, no los reemplazaremos y no actuaremos como políticos. Exhibirá un material que permita el propósito de enmienda, la reflexión.

¿En la comisión para la construcción del MM hay posiciones dispares?

Bueno, no hay posiciones idénticas, la mitad de las personas defendía otras posiciones cuando yo era candidato. Pero son respetables.

¿Cuál es la verdad, la que construyó la CVR?

Esta hizo un esfuerzo enorme para acercarse a la verdad. Es muy difícil llegar a la verdad absoluta. Una de las razones del MM es acumular documentos y testimonios que permitan a investigadores, historiadores, memorialistas ir perfilando cada vez más esa verdad escurridiza y dificilísima en el contexto de los años 80.

¿Será una réplica de “Yuyanapaq”, la muestra de la CVR?

“Yuyanapaq” es el embrión. Si una ministra alemana no veía esa muestra, jamás ese país hubiera tenido la generosidad de dar el dinero para el MM. “Yuyanapaq” conmovió mucho a la gente que la visitó, a mí me impresionó tremendamente.

Los militares dijeron que había omisiones con respecto a ellos. ¿Le pareció así?
Probablemente no estuvo suficientemente representado el heroísmo y la valentía de muchísimos oficiales y soldados. Esto debe estar en el MM. Haremos todos los esfuerzos para que esa institución sea objetiva, imparcial. El MM será más amplio, complejo y generalizado. Vamos a tratar de que lo dirija una persona no solo capaz y con experiencia sino de probidad garantizada.

¿Será Salomón Lerner?

Todavía no se sabe, no estamos en esa etapa. Queremos ver cuál es el mejor sistema para nombrar al director del museo. Cuando yo partí, él quedó como vicepresidente y estos meses que he estado ausente ha hecho las veces de presidente con mucha entrega y dedicación, por lo cual tenemos que estarle muy agradecidos.

¿En qué etapa está el MM?

Tenemos un terreno, hay que agradecerle a la Municipalidad de Miraflores, al alcalde y a sus regidores porque la decisión del concejo ha sido unánime.

Hay vecinos que dicen no haber sido consultados.

La municipalidad y sus concejales representan a los vecinos, no han sido elegidos a dedo, sino por un proceso electoral. Quienes alegan eso son los enemigos del museo, los que no quieren que este se construya. Vamos a convocar muy pronto un concurso en el que participarán solo arquitectos peruanos y estamos haciendo gestiones para que el jurado sea de gran prestigio y en el que haya arquitectos nacionales e internacionales de calidad universalmente reconocida.

¿Cuándo se llevará a cabo el concurso?

Apenas respondan los presuntos jurados a los que hemos consultado. Estamos haciendo contactos para tener más ayuda de países que tienen museos de la memoria, que han tenido traumas políticos. No solo se requiere asesoría sino también ayuda económica. Pronto tendremos noticias. Está muy bien encaminado, soy bastante optimista.

UNA LECCION DE VIDA: KOFI ANNAN

Tener en sus manos la altísima responsabilidad de conducir y administrar uno de los foros más importantes de la humanidad, como es la Organización de las Naciones Unidas (ONU), le permite a Kofi Annan reflexionar, con la autoridad que goza, sobre el acontecer mundial de hoy.


Además es un lectura clave para todos aquellos que siguen al PODER por una sencilla razón: EN CADA REFLEXION NOS HACE MIRAR FRIAMENTE A los países poderosos y la gigantescas lecciones que deja hoy un estadista de la talla de ANNAN.


Kofi Annan tuvo un encuentro con el destacado periodista de El País, Jhon Carlín:





Kofi Annan Ex secretario general de la ONU "Vivimos en la era de la confusión"


JOHN CARLIN



En la esfera de la elegancia, no hay nadie en el mundo que compita con un cierto tipo de señor africano, llegado a una cierta edad.

En el caso de Kofi Annan es una elegancia que, independientemente de sus impecables trajes y de sus exquisitos modales, se expresa en un fino equilibrio químico entre la solemnidad y la simpatía.

Ghanés, de 71 años, Annan posee una visión única del mundo: por un lado, panorámica, legado de su década como secretario general de las Naciones Unidas; por otro, bifocal, consecuencia de conocer la cultura occidental (ha vivido en Europa o Estados Unidos más de 40 años y su mujer es sueca) con la misma intimidad que conoce los secretos del continente en el que nació.

Tras dejar Naciones Unidas a finales de 2006, tras cinco años de agrios enfrentamientos con el Gobierno de George W. Bush, especialmente sobre la guerra de Irak, Annan se dedica a promover las actividades de la fundación que lleva su nombre.


Su objetivo es utilizar la credibilidad, el prestigio, la experiencia y los contactos de alto nivel acumulados durante casi medio siglo en la ONU para asesorar a líderes mundiales, mediar en conflictos (en Kenia, hace dos años, paró una guerra civil) y combatir la pobreza.


Pregunta. Veinte años después de la caída del muro de Berlín, ¿no siente a veces, observando el mundo actual, cierta nostalgia por las sombrías certidumbres de la guerra fría? ¿No era, aunque parezca curioso, un lugar más estable y menos peligroso?

Respuesta. Cuando uno piensa en la guerra fría, las grandes potencias tenían sus esferas de influencia, contaban en todo el mundo con dirigentes a los que controlaban o sobre los que tenían una influencia considerable. Además, intervenían en muchas de las guerras civiles que estallaban, así que, en cierto sentido, podían encender o apagar la situación. Podían controlarla. Hoy, no hay control. Se ha convertido en un sálvese quien pueda, y en algunas guerras civiles prolongadas se ven atrocidades impensables. Por suerte, hoy hay menos guerras civiles en África que hace 10 o 20 años. Pero las que sigue habiendo son absolutamente brutales. No hay más que ver lo que sucede en el este de la República Democrática del Congo, el norte de Uganda, con el Ejército de Resistencia del Señor, lo que ocurre en Somalia, las luchas políticas en Sudán, tanto en el norte como en el sur, como en Darfur, y ver que no parecemos ser capaces de controlarlo.

Durante la guerra fría, con un poco de esfuerzo, contactos y llamadas telefónicas, era posible calmar la situación, apagarla. Hoy podemos ver que los somalíes tienen a todo el mundo atado de pies y manos con su piratería. Nadie tiene ni idea de cómo controlar esos elementos ni tiene la suficiente influencia sobre Somalia, ni desde dentro ni desde fuera, para acabar con el fenómeno. Es decir, en ciertos aspectos, desde el punto de vista geopolítico y de las guerras civiles, la situación es mucho más complicada y mucho peor.

P. ¿En otros lugares es tan complicada como en África?

R. Veamos Oriente Próximo. Podemos observar esa región, y no estoy hablando sólo de Israel y Palestina sino de Oriente Próximo en general, ver lo que ocurre hoy entre israelíes y palestinos, la falta total de avances en el proceso de paz, la relación entre Israel y Líbano, Israel y Siria, Irak. Y de ahí a Irán, y a Afganistán, y a Pakistán. Además de todo eso está la división entre suníes y chiíes, que no se limita a Irak, es un problema regional, y, por supuesto, la cuestión nuclear en Irán y Corea del norte, así que tenemos una situación muy difícil.

P. ¿Latinoamérica?

R. Durante 10 o 15 años estuvo más tranquila y con un buen desarrollo político, económico y social; hoy vemos nuevas tensiones. Por primera vez en una generación hemos tenido un golpe de Estado, el de Honduras. Hay tensiones entre Venezuela y Colombia. Tenemos que vigilar también lo que ocurre en esa región.

P. Entonces, ¿está mejor hoy el mundo?

R. Creo que tenemos algunas amenazas nuevas y que algunas de las viejas están volviendo, quizá con más peligro, y no sabemos cómo abordarlas. Es decir, desde mi punto de vista, vivimos en un mundo muy complejo y difícil y, además, tenemos que enfrentarnos al problema abrumador y general del cambio climático, que es tal vez la mayor amenaza que nos aguarda y tiene un impacto sobre prácticamente todo lo que hacemos.

P. ¿Ve alguna luz en ese túnel?

R. Sí. Estuve en China hace dos semanas y los chinos, por suerte, están empezando a darse cuenta de que la mayor limitación para su desarrollo y su crecimiento puede ser el medio ambiente.

P. Hasta ahora se han resistido...

R. Es verdad. Pero ahora ven la contaminación en Pekín, ven la desertización, son conscientes de la escasez de agua y el impacto sobre la gente en las provincias, y comprenden que tienen que hacer algo o se encontrarán con grandes dificultades. Es un país al que siempre le ha preocupado el caos, así que están deseando hacer todo lo posible para impedir que se produzca. Por supuesto, con el cambio climático llegan las sequías, las inundaciones, la escasez de alimentos y muchas otras cosas a las que todavía no sabemos cómo enfrentarnos.

P. Y luego está la crisis económica mundial... ¿Tiene el mundo el liderazgo que necesita para afrontar estos vastos y complicados retos?

R. Tenemos un problema verdaderamente grave: debemos abordar todas esas cuestiones en un momento en el que existe desconfianza en los líderes, tanto empresariales como políticos. Y yo trato de explicar a mis amigos políticos que deben ponerse en el lugar del hombre de la calle. Cuando una persona corriente necesita ayuda, no puede pagar sus facturas médicas, ni la escolarización de sus hijos, su barrio no tiene agua, le dicen: no tenemos presupuesto, no tenemos dinero y no podemos ayudarle. De pronto, el sistema financiero y los bancos se ven metidos en un lío y ese mismo Gobierno que no tiene dinero ni presupuesto saca miles de millones, billones, para rescatarlos. Yo entiendo cuando se dice que el crédito es como la sangre que corre por el sistema y, cuando no hay crédito, todo el mundo sufre y necesitamos que vuelva a correr.

Desde el punto de vista económico, tiene sentido. Pero inténteselo explicar al ciudadano al que se le ha dicho que el Gobierno no tiene dinero para el abastecimiento de agua y, sin embargo, sí tiene miles de millones para los bancos.

Eso debilita la confianza, da la impresión de que el dinero siempre ha estado ahí pero está reservado sólo para los amigos. No para los demás. Así que existe ese problema de falta de confianza. La otra cuestión que ha quedado al descubierto es esa supuesta idea de que el mercado es el que sabe. Dejémoslo en manos del mercado: eso también ha desaparecido. Estamos, pues, en una situación muy fluida. Algunos políticos se alegran de que los Gobiernos vuelvan a intervenir. Pueden cumplir su papel, pero lo van a cumplir en un momento en el que la población está muy preocupada, el desempleo es alto y sigue subiendo y la gente no cree necesariamente que los Gobiernos estén de su parte.

P. Por todo lo que dice, ¿podríamos definir la era en la que vivimos como la era de la confusión?

R. Sí, creo que quizá sería un buen término, en el sentido de que hay menos certezas. Fíjese que empezamos con la guerra fría. Los dos lados estaban muy seguros. Y había reglas. Ahora no tenemos esa certeza. No hay reglas, no hay seguridades. Se están produciendo grandes cambios que resultan inquietantes para la gente e inquietantes para los líderes.

P. Cuando observa hoy el mundo, ¿no ve gran cosa en materia de liderazgo moral claro y fuerte?

R. Es un mundo difícil para los líderes. No es un panorama prometedor. En el mundo actual, algunos Gobiernos dicen: "Vamos a luchar por los derechos humanos, vamos a luchar por la democracia, vamos a hacer esto y aquello..." e inmediatamente chocan con intereses económicos y financieros. En las informaciones recientes sobre Barack Obama en China, se hacía la pregunta: "¿Se ha comportado como un líder en relación con los derechos humanos? ¿Y cuánto ha presionado?" Pero China tiene tanta influencia económica -algunos incluso llaman a China "el banquero de América"- que, cuando uno está en esa situación, habla con los chinos de forma distinta que si la situación fuera otra, y la cuestión de la pureza y la claridad moral que esperan sus partidarios y otros se difumina, y entonces todos se preguntan por qué ha sido. La verdad es que, en estos momentos, los chinos no están preparados para oír lecciones.

P. Entonces, ¿ser líder es especialmente difícil hoy?

R. Sí. Aparte de todo lo demás, la política actual también ha cambiado mucho, debido a la televisión e Internet, y todo es instantáneo, y un líder está constantemente siendo evaluado, constantemente siendo criticado, y es muy fácil movilizar a la gente en contra o a favor de alguien, y los líderes se vuelven muy precavidos; de hecho, algunos dicen que vivimos en un mundo en el que los líderes leen y no dirigen. Leen las encuestas en vez de dirigir...

P. Y los blogs...

R. Eso es. Sus asesores les llevan cosas y dicen: "¿Ha visto esto? ¿Sabe lo que está haciéndonos a nosotros, al partido?"

P. ¿Qué sensación tiene del fenómeno Obama?

R. Creo que el fenómeno Obama ha sido asombroso. Para entenderlo hay que remontarse a los comienzos de George W. Bush. Cuando Bush llegó a la Casa Blanca, era muy dinámico, su equipo y él eran muy agresivos. Francamente, atemorizaban a los periodistas. La prensa estadounidense estuvo muy floja. Sólo dieron un paso al frente cuando Bush empezó a debilitarse, pero, durante los cuatro o cinco primeros años, él dominó la escena. Antes le he dicho que una idea que ha quedado desechada es que el mercado es el que sabe. La otra idea que está dando las boqueadas es que por la fuerza se arregla todo. Irak, Afganistán y, en cierta medida, Pakistán, están demostrándolo. El régimen de Bush fue a esos países, sobre todo a Irak, convencido de que iba a ser muy fácil resolver la situación por la fuerza. Los que intentamos disuadirles recibimos críticas despiadadas. Ahora creo que todo el mundo comprende que ésa no es la solución.

P. ¿Y ahí es donde entra Obama?

R. De ahí sale la campaña de Obama con su nuevo mensaje: "Quiero trabajar con otros, quiero escuchar, creo en el multilateralismo, que es la única forma de avanzar, hemos perdido el respeto de los demás y necesitamos recuperarlo y tener respeto nosotros también". Todo eso encontró eco entre los estadounidenses, algunos de los cuales se sentían incómodos cuando viajaban al extranjero porque se topaban con ese fenómeno en el que se había convertido América y que la gente no comprendía. Por eso se alegraron de tener un cambio, de dar una oportunidad a Obama. Y él empezó bien, pero tiene que hacer frente a un número increíble de problemas.

Quiero decir, cuando uno empieza con dos guerras y una depresión económica, en un país en el que 40 millones de personas no tienen atención sanitaria, y quiere hacer algo al respecto, no lo tiene fácil. Y las expectativas son muy altas. Hace no mucho dije que deberíamos ayudarle entre todos, y deberíamos ayudarle reduciendo esas expectativas. Pero el hecho de que consiguiera todo ese apoyo e impulsara a los jóvenes es un indicio de que existe un anhelo -no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo- de tener un buen liderazgo, la gente quiere que le lleven en la buena dirección. Existe una necesidad mundial a la que responde Obama, y deseo verdaderamente que tenga éxito; todos deberíamos desearlo, porque, si no lo tiene, la próxima vez, el péndulo oscilará en el otro sentido.

P. ¿Puede ser, quizá, que sea imposible tener ese tipo de liderazgo moral claro y fuerte que ansiamos hoy, que soñábamos que nos iba a proporcionar Obama, por las circunstancias objetivas, porque existen muchas de esas corrientes cruzadas de las que habla usted, de modo que, cuando uno intenta ser un líder moral indiscutible, se choca contra un muro?

R. Hemos empezado hablando de lo mucho que ha cambiado el mundo desde la guerra fría... y hemos repasado este fenómeno de que Estados Unidos hablaba de un mundo unipolar, en el que yo nunca creí. Siempre dije que el mundo era multipolar porque, incluso cuando hablaban del mundo unipolar, China decía que era un polo, Rusia decía que era un polo, India... y la Unión Europea, desde luego, era un polo, es decir, el comportamiento de cada uno es un reflejo de cómo ve el mundo y dónde se sitúa. Si uno cree que es el único elefante en la sala, se dedica a avasallar, pero, si hay otros capaces de controlarle, se comportará con arreglo a eso. Ahora vivimos en un mundo en el que hay tantos centros de poder que hasta Estados Unidos ha tenido que reconocerlo. Aspirar a tener una personalidad que trascienda todos los polos, un Nelson Mandela de dimensión mundial, es hoy prácticamente imposible, sobre todo con los sistemas de comunicaciones de que disponemos.

P. Como vimos en el viaje de Obama a China. Entonces, ahora, ¿es todo así de delicado?

R. Sí, es verdaderamente delicado. Y se ve en la relación de Europa con Rusia, en la que los europeos necesitan el gas y el petróleo rusos y tienen que tratar con alguien como Putin, que juega duro. Tal vez haya cosas que les digan a los rusos en privado, pero no les van a dar lecciones en público.

P. Y eso, a su vez, perjudica la imagen de un liderazgo fuerte y como es debido...

R. Pero tengo que decir... que el liderazgo no tiene necesariamente que ser algo de dimensión o trascendencia mundial. Si un dirigente gobierna en su propio país, se ocupa del bienestar de su pueblo, ofrece claridad moral y sabe guiar, otros reaccionarán en consecuencia. Mandela no se propuso gobernar el mundo. Se propuso ocuparse de su entorno, intentar liberar a su pueblo y adoptar un principio de perdón y reconciliación que fue una gran lección para la gente de todo el mundo. O sea que, si tenemos un líder que se comporta así en su propio país y destaca, la gente reacciona.

P. Hablando del ejemplo de Mandela, ¿qué puede ofrecer África de valor al mundo, algo de lo que podamos aprender en otros sitios?

R. Es una pregunta muy buena. Es curioso que, hace poco, he estado hablando con alguien sobre el África de mi juventud, cuando escuchábamos con gran atención a los mayores. En Ghana utilizamos mucho los proverbios para enseñar y dar lecciones. Por ejemplo, si yo hubiera ido a ver a mi padre para decirle que estaba harto de mi jefe, que era antipático, agresivo, y que iba a ir al día siguiente a decirle lo que pensaba, a decirle que se fuera a la mierda, él me habría escuchado en silencio y probablemente me habría dicho: "Hijo, tranquilízate. No hay que golpear a un hombre cuando tienes tus dedos entre sus dientes". Y no habría dicho más. Es decir, ve y soluciónalo.

P. ¿Un enfoque pragmático de la resolución de problemas?

R. Cuando era niño, me despertaba por la mañana y veía a los mayores hablando de sus cosas y, por cómo estaban de atentos, sabía que eran cosas importantes. La regla era: si hay un problema, hay que discutirlo, hablar y hablar hasta encontrar una solución. Diálogo, paciencia, la capacidad de perdonar: éstas son las lecciones que ofrece África.

P. Sin embargo, si la gente no pide cuentas a los políticos, ¿no puede ser que ellos abusen del perdón de la gente?

R. Sí, la paciencia de los africanos y su capacidad de perdón... también tienen un lado negativo, en el sentido de que somos demasiado pacientes, perdonamos con demasiada facilidad y aceptamos demasiadas cosas, y, a veces, eso lo explotan aspirantes a dictadores que se apoderan del país y consiguen hacer demasiadas cosas sin que se les pidan cuentas, aprovechándose de la paciencia y la buena voluntad de la gente. Si los líderes han sido corruptos, si han robado las arcas nacionales, hay que pedirles cuentas. Hay que fijar el límite en algún punto.

P. Pero es difícil fijarlo, ¿no? Buscar la pura justicia puede desembocar en los peores resultados políticos...

R. Sí, aquí es preciso ejercer un juicio perspicaz. Lo hemos visto con Sudán. La gente pregunta: "¿Había que procesar a Bashir? ¿Se ha empeorado el problema? ¿Cómo vamos a conseguir ahora que coopere?" Y otros dirán que, para acabar con las matanzas, había que procesarle, porque entonces estaría más aislado y no tendría tanto poder como tenía antes.

Es una cuestión de saber cuál es el orden de las cosas. Creo que no es posible tener justicia sin paz ni es posible tener paz sin justicia, pero la cuestión, cuando uno está en medio del conflicto, es en qué orden tienen que darse las dos cosas. La mayoría de la gente diría que primero hay que acabar con las muertes y entonces buscar justicia, que es lo que ocurrió en Yugoslavia, con Milosevic y Karadjic.

Otros dicen que, a veces, hay que utilizar la justicia como un freno para advertir a la gente de que debe dejar de matar. Cada crisis es distinta, cada pueblo es distinto, y hay que tener sensibilidad para ver las particularidades de cada crisis concreta y tomar una decisión. Cuando uno hace de mediador, tiene que pensar en cuál es la mayor necesidad del pueblo en cuestión. Yo podría intervenir en una situación compleja y decir -como hacen muchas veces Estados Unidos y Occidente-: si detenéis la lucha, os daremos mucha ayuda, os proporcionaremos el desarrollo económico. Pero quizá eso es en lo que menos está pensando esa gente. Quizá su principal preocupación es la supervivencia, el miedo a que los liquiden. Si a una persona la van a eliminar, ¿para qué necesita el desarrollo económico? Así que lo primero que hay que hacer es llegar al fondo de la cuestión.

P. Usted ha tenido una vida increíble y ha estado en medio de muchas cosas, entre otras, durante la guerra de Irak. Ahora está retirado de ese tipo de vida pública, pero todavía sigue trabajando... ¿Llega un momento, ante tanto cinismo, tanta crueldad, tanta codicia, en el que uno se pregunta para qué molestarse? ¿Por qué no olvidarse de todo y retirarse de verdad de las tribulaciones del mundo?

R. Cuando me fui de la ONU, pensé que habíamos puesto en marcha muchas cosas pero todavía quedaba mucho por hacer, sobre todo en nuestro continente africano. Y algunas de esas cosas, como la seguridad alimentaria, me había prometido a mí mismo que iba a impulsarlas cuando dejara de ser secretario. Pero además tengo la actitud de que, si puedo ayudar a una persona, estoy haciendo algo importante. Cuando hablo con jóvenes y me preguntan qué deben hacer para convertirse en buenos ciudadanos globales, les digo que empiecen en su comunidad, su escuela, que hagan bien lo que puedan y partan de ahí.

Si alguien ve que algo está mal, que organice a sus amigos y haga algo al respecto.

O que diga: "Basta. No lo aguantamos más". A quienes son objeto de acoso o intimidaciones, eso les da el valor y la fuerza necesarios para seguir luchando. Por consiguiente, mientras siga teniendo algo de energía -y tengo la fortuna de haber vivido la vida y las experiencias que he vivido-, creo que seguiré teniendo algo que ofrecer. Por eso sigo trabajando, aunque sé que llegará un momento, para citar a mi buen amigo Mandela, llegará un momento en el que también tendré que retirarme de mi retiro. El retiro, según he descubierto, exige mucho esfuerzo.