martes, 1 de septiembre de 2009

MUJERES GUERRERAS Y BIEN PERUANAS...

Las historias de las peruanas, en los últimos tiempos, han salido a relucir por distintos medios y, realmente, no es nada de otro mundo y extraño, por la sencilla razón: LA MUJER PERUANA SIEMPRE HAN SIDO Y SERAN LUCHADORAS, GUERRERAS Y CON HARTA ESQUINA Y BARRUNTO.
Lo podemos demostrar con una y mil experiencias vividas por todos nosotros, por nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras vecinas, nuestras caseras del mercado y nuestras maestras.
Las historias mil de cada una de ellas son ricas en experiencias y realmente un ejemplo de vida que merecen no solo ser resaltadas sino también ejemplarizadoras.
Ahora, también, en los últimos 30 años los cambios veloces en las múltiples actividades profesionales y otras áreas del quehacer diario, las mujeres han logrado ubicarse en puestos expectantes, tanto como dirigentas políticas como Lourdes Flores Nano, Mercedes Cabanillas; así como Ministras de Estado; altas funcionarias, intelectuales, empresarias, comerciantes y sobre todo caudillas en cada uno de sus hogares.
Ni que decir de las periodistas que han inundando los medios de comunicación con su talento; las médicas, las jueces (Desde hace un buen tiempo tenemos Fiscales de la Naciónn desde la inefable Blanca Nélida Colán, después en democracia Nelly Calderón Navarro hasta la actual fiscal, Gladys Echais) además de Vocales Supremas; ya ni que decir de las policías de tránsito que han provocado un cambio en la mentalidad de los choferes de microbuses y taxistas, porque ellos mismos dicen "las policías son incorruptibles".
Es la ocasión para saludar la atinada decisión del diario decano de la prensa nacional del Perú que todos los días martes nos ofrece una historia de las mujeres de enorme perfil bajo, pero que hacen un gigantesca labor como empresarias. Los dejamos con un ejemplo:
Eliana Otta: una joven con visión empresarial

Eliana Otta cree a muerte en la amistad y, siempre en medio de la más honesta alegría, les ha sabido dar vida a diversas —y siempre osadas— ideas.

Cinco años atrás, en un espacio de 15 metros cuadrados, abrió un bazar.

Pulga, lo llamó y sin pretenderlo terminó imponiendo una tendencia en Lima, aunque esto a Eliana le interesa poco o nada, pues lo que ella requería —y Pulga se lo está dando— era tranquilidad económica para poder continuar zambulléndose en más —y siempre osadas— aventuras.

Cuando estudiaba Arte jamás imaginó que iría a poner la primera tienda de ropa independiente del país.

Nunca lo imaginé como algo concreto, pero lo gracioso es que —al final— todo se termina armando con las cosas que a uno siempre le gustaron, porque yo, desde niña, me iba sola a los bazares del barrio: vivía en Jesús María y tomaba mi micro para ir al mercado de Magdalena

En la universidad, usted y sus amigas comenzaron a confeccionarse su propia ropa y accesorios. Sí, éramos unas siete las que constantemente estábamos haciendo ropa, aretes, carteras.¿Qué edades tenían?

Tendríamos 21, 20 años. Yo, estando en el colegio aprendí a hacer aretes, luego aprendí batik y vendía polos; los vendía donde se presentara la oportunidad. Me “recurseaba” para poder viajar Esta forma de hacer plata me ha sido familiar siempre.

¿Por qué ropa?

Comenzamos a hacer la ropa que a uno le gustaría y que acá no había. De hecho una motivación básica para que existiera la Pulga fue que el público pudiera ver cosas más coloridas, más alegres, porque yo sentía que acá la gente se vestía muy seria o siguiendo las tendencias de las tiendas grandes.

Usted tenía su propia marca. ¿Qué pasó? ¿Cómo así decidió dar un paso más y abrir una tienda que más bien acopiase la producción de sus amigas?

Lo que pasa es que, con todo ese grupo de amigas, tres años seguidos pusimos stands en la feria El Trigal; y lo otro, es que mi cuarto es una cosa que está más llena de cachivaches que la Pulga [ríe], y mi papá siempre me decía que debería comenzar a vender todas esas cosas que yo acumulaba porque ya no había dónde meterlas. Mi mamá me odiaba porque me comencé a expandir y la sala se comenzó a llenar de cosas raras

¿Qué son cosas raras?

Juguetes antiguos, adornos kitsch Siempre he coleccionado antigüedades. Entonces, la primera Pulga empezó con ropa y una parte dedicada a objetos de arte o decorativos.


¿De dónde salió el billete?

Fue una cosa del destino: yo caminaba por Berlín (en Miraflores) y vi el local, chiquitito, era ideal como para empezar una idea que no se sabe bien adónde lo iba a llevar a uno Se lo comenté a mi papá y él me prestó la plata. Fue superrápido, porque yo llegué a la universidad después de las vacaciones y ya se había armado todo. “Voy a abrir una tienda”. Todas mis amigas pusieron sus cosas y, en setiembre, abrimos.

¿Era un pasatiempo?

No. Eso pasó año y medio antes de que acabara la universidad, y yo tenía claro que si me iba bien: ya no me iba a tener que preocupar tanto al terminar la universidad; porque yo estudiaba pintura y había gente de mi promoción que ya había vendido un par de cuadros, pero nada más.
Claro, no se trata de una carrera que precisamente “tranquilice” a los papás respecto al futuro de sus hijos, ¿no?Claro; y abrí la tienda estando en la universidad. En las noches me iba en bicicleta para ver qué tal había ido el día.

Está por cumplir cinco años, se ha mudado a un nuevo local —más grande, más lindo—, ha abierto otro en el Cusco. Es ya una empresaria, ¿qué es lo más difícil de eso?

Hay una cosa que no es necesariamente complicada, pero que yo asumo: yo no siento que la tienda ni las cosas que tienen que ver con la tienda sean mi vida. Son una parte de mi vida, una parte muy importante y que me da muchas alegrías: es la parte que me permite estar tranquila económicamente para poder pintar, dibujar y hacer todas las cosas que, sin la tienda, seguramente no podría hacer.

Pero, al mismo tiempo, sin esas cosas —si yo no hubiera estudiado Arte, si no dibujara, si no tuviera todo este mundo— la tienda tampoco sería lo que es, porque su personalidad justamente tiene que ver con que yo me haya relacionado con las cosas que tienen que ver con el arte, con que mis amigos sean artistas, con que mi entorno sea bastante creativo.

¿Y respecto al manejo económico de la empresa?

Me metí a un régimen de la Sunat que es genial —el Registro Único Simplificado—, entonces no llevo libros contables, no he necesitado contratar a un administrador. Pero también me restringe, porque yo no puedo ser como otras tiendas que tienen otros locales en Lima. Tengo ciertas limitaciones, pero también bastante libertad.

Queda claro que esto no lo hace solo por dinero.No. Vendemos música y libros con los que el margen de ganancia es muy pequeño, pero el interés está en que la gente que entra a ver la ropa también sepa qué música se está haciendo en Lima, qué movidas literarias hay

Más de uno podría pensar: esta chica debe tener una vida fácil, por eso no le importa tanto el dinero.¡Pero de hecho que sí me importa! [ríe] Lo que sí, cuando abrí, yo tuve bastante suerte porque era algo nuevo, y tuvo muy buena aceptación y pude devolverle a mi papá su plata bastante rápido.

Hoy tiene harta competencia. ¿Le quita el sueño?

Al comienzo me causó sorpresa, porque incluso han abierto dos tiendas supercerca, pero luego me di cuenta de que el público se va adaptando de acuerdo con sus gustos y que cada tienda va generando su propio tipo de fidelidad.


O sea que, mientras se mantenga fiel a su esencia, la competencia no la va a afectar.Sí, porque así como han abierto varias tiendas, muchas otras han cerrado.


De repente las dueñas de esas tiendas no tomaban micros para a los 8 años ir al mercado de Magdalena a comprar “stickers” o, ya adolescentes, no iban a Tacora a comprarse ropa de segunda o cachivaches.Puede ser (ríe)


En todo su proceso hay algo que no ha dejado de haber: alegría.Sí, es una constante bonita, y creo que es parte del hecho de que la mayoría de cosas que he hecho siempre ha involucrado a amigos. No se trataba solo de ganar plata, ¡de llegar a la cima! Siempre ha sido el estar acompañada de gente que disfruta haciendo lo mismo que yo.

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