miércoles, 30 de septiembre de 2009

FUJIMORI CONDENADO POR ESPIONAJE

La justicia peruana viene dando una gigantesca lección jurídica a nivel mundial, al garantizar un juicio, con el debido proceso ajustado a las leyes peruanas, al ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori, quien goberno el Perú durante 10 años, considerado uno de los más corrupto de la historia peruana.
Hoy los magistrados sentenciaron a seis años de prisión al ex Mandatario por los delitos de intercpetación telefónica (espionaje) la compra de medios de comunicación y el soborno a congresistas llamados "Transfugas" que pretendían que gobernará Fujimorio un tercer período.
El mundo entero, a través de sus corresponsales, han dado cuenta de una sentencia dictada al amparo de una democracia donde funciona el equilibrio de poderes y la prensa cumple con su labor fiscalizadora de manera transparente y sin ningún tipo de cortapisa.
Mayores detalles en la siguiente crónica:
Fujimori, condenado a seis años de cárcel por espionaje telefónico y pago a legisladores


Se trata de la sentencia de su cuarto y último juicio.- Ya cumple pena de 25 años de prisión por violación de derechos humanos

El ex presidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) ha sido condenado a seis años de prisión por los casos de espionaje telefónico, pago a legisladores tránsfugas y la compra de medios de comunicación en el 2000.

Fujimori fue sentenciado como autor en conjunto de los delitos de peculado doloso (mal uso de fondos públicos) y violación del secreto de las comunicaciones, en su cuarto y último juicio por corrupción. Fujimori, de 71 años, se declaró el lunes pasado culpable de todos los cargos que se le imputan durante su comparecencia en el cuarto juicio que tan sólo duro un día porque el ex mandatario se acogió a la figura de la "conclusión anticipada".

El pasado mes de abril, Fujimori fue condenado a 25 años de prisión al ser declarado responsable de la muerte de 25 personas entre los años 1991 y 1992, en las conocidas masacres de Barrios Altos y La Cantuta. En julio fue condenado a 8 años de cárcel por haber pagado unos 10 millones de euros a su jefe de Inteligencia, Vladimiro Montesinos, para evitar, según el ex mandatario, que éste diese un golpe de Estado.

A finales de 2007, la Sala Penal Especial había dictado penas privativas de libertad de seis y siete años contra el ex gobernante por el allanamiento ilegal de la vivienda de Trinidad Becerra, ex esposa de Montesinos y por entregar dinero a su ex asesor.

LOS INTELECTUALES Y EL PODER

Cristina Mucci debe ser una escritora argentina conocida por un reducido grupo de intelectuales peruanos que reflexiona sobre el papel que cumplen los intelectuales y el poder.
El Poder es un tema recurrente en nuestro blog por su esencia misma que caracteriza las formas directas e indirectas para manejar, administrar y dirigir a millones de personas desde precisamente lo más alto del poder político y económico.
Los gobiernos que han dirigido el Perú a lo largo de su reciente historia política siempre han gozado de distinguidos intelectuales, periodistas y escritores que se han identificado por cada gobierno.
Por mencionar a Carlos Delgado Oliveira considerado el cerebro del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada liderado por Juan Velasco Alvarado. Delgado Oliveira, ex aprista, fue el impulsor del no- partido y dicen que intento aplicar la doctrina aprista en el gobierno militar. Ni que decir de Héctor Cornejo Cháves, tambión considerado un pensador sumamente inteligente cayó en el llamado de la sensualidad del poder y colaboró con este gobierno militar.
Así en los distintos gobiernos peruanos determinandos intelectuales se la han jugado por sus propias convicciones políticas e ideológicas.
A su vez, el gobierno de Alejandro Toledo tuvo en su entorno a un grupo de asesores, que en ese momento, gozaban de cierta influencia política.
Hoy la administración gubernamental de Alan García Pérez, en su segundo período, se distingue por no conocer a un intelectual cercano al poder, cuando el actual presidente peruano acostumbra a consultar, conversar directamente con los representantes de los diferentes sectores.
Es por ello que resulta oportuno reflexionar acerca de las expresiones de Cristina Mucci y los intelectuales y el poder en Argentina:
"El poder atrae a los pensadores y los usa, pero después los tira"

"La historia demuestra que los intelectuales que se han acercado mucho al poder y que han querido influir desde allí terminan siendo usados y fagocitados", dice la escritora y periodista Cristina Mucci.
Lo hace al repasar el papel de los intelectuales en la historia argentina, desde Mariano Moreno hasta Carta Abierta y Aurora, las dos usinas que, en la actualidad y desde posiciones antagónicas, se alinean a favor y en contra del kirchnerismo.
Conductora de Los siete locos desde hace 22 años, Mucci acaba de publicar Leopoldo Lugones: los escritores y el poder, libro en el que se mete de lleno en la delicada relación entre escritores y política.
Mucci, que es abogada, recibió cinco veces el premio Martín Fierro por su programa. También obtuvo otros importantes premios, como el Konex y el Broadcasting, además de distinciones de la Academia Argentina de Letras, el Grupo Interamericano de Editores y la Feria del Libro de Buenos Aires.
"Lo que yo veo hoy, más que debate entre intelectuales, son odios profundos. El cruce intelectual en la Argentina nunca fue amable: siempre hubo descalificaciones. A Borges, se lo descalificó por antiperonista; a Marechal, por peronista; a Cortázar, porque vivía en París; a Manuel Puig, por homosexual; a Victoria Ocampo, por elitista. Nunca nada vino bien. Pero hoy esas peleas ya se han hecho feroces, y parecen irreconciliables", dice.
Usted habla de peleas feroces, pero ¿no se supone que un intelectual debe ser capaz de tramitar mejor las diferencias?
¿Sí, pero la Argentina es un país muy dividido, con poca tolerancia para el que piensa distinto, y eso también incluye a sus intelectuales. Ultimamente, se han generado odios muy fuertes de intelectuales afines al kirchnerismo hacia Beatriz Sarlo, por sus posiciones críticas, cuando, en realidad, sus opiniones podrían ser una oportunidad para abrir un saludable debate con el grupo Carta Abierta.
En cuanto a la pelea, que no es debate, entre Carta Abierta y Aurora, creo que allí hablan dos sectores democráticos con visiones diferentes, y que la Argentina debe incluirlos a ambos. Nosotros, como país, somos Aurora y Carta Abierta. Excluyendo a sectores golpistas, que también los hay, y hay que estar alerta, ¿por qué no puede haber ideas alternativas, dentro de la democracia, sin encono?
¿Son peleas entre divos?
Se manejan como divos. Pero, además, como hoy los escritores no son masivos ni mediáticos, esos cruces quedan en rencillas muy reducidas.
¿Cuánto vende un escritor argentino?
En los años 60 o 70, los libros de Manuel Puig, Julio Cortázar y Ernesto Sabato eran best sellers. Hoy, es muy difícil que un autor nacional llegue a best seller. Entonces, en este microclima, cada uno habla con los que están cerca de sus ideas, y nada más.
¿Los odios no curados son una herencia de los 70?
No, es una herencia mucho más antigua. La divisoria de aguas entre civilización y barbarie, esencialmente, se mantuvo. El debate nunca fue amable en la Argentina, pero es cierto que este encono creciente que vemos hoy, así de feroz, empezó al final de la dictadura.
Me acuerdo de cuando Aldo Rico decía que la duda era la jactancia de los intelectuales...
Mempo Giardinelli dice que después del gobierno de Arturo Frondizi se comienza a desconfiar de la figura del intelectual. Frondizi era un intelectual y su gobierno había abierto muchas expectativas. Sin embargo, al haber traicionado su discurso de campaña al poco tiempo de asumir, generó distanciamiento y desconfianza. Abelardo Castillo dice que hoy un escritor no se pregunta para qué sirve la literatura por miedo a la respuesta. En los 70, aún se podía soñar con que la literatura podía cambiar el mundo. Hoy, mejor ni preguntar.
Pero ¿para qué sirve, según usted?

Los libros y las ideas nos hacen personas más amplias; nos abren mundos nuevos, nos modifican. Claro que hay intelectuales importantísimos (y no sólo Lugones; también Heidegger, por ejemplo) que han apoyado o nutrido con sus ideas a sistemas autoritarios.
Entonces, ¿los libros nos hacen mejores o no?
Yo creo que, a pesar de estos ejemplos, la respuesta sigue siendo afirmativa.
¿Hay intelectuales de derecha en la Argentina actual? ¿Está mal visto serlo?

Creo que hay intelectuales de derecha, aunque es cierto que ninguno se reconoce como tal. Lo que me parece peligroso es diluir las diferencias de visiones, que existen, diciendo que no existen. Parecería que todos pensáramos lo mismo sobre la educación, por ejemplo, y no es cierto. Aguinis, desde el grupo Aurora, sostiene que la universidad pública debería ser arancelada. Y Horacio Sanguinetti, del mismo grupo, sostiene que debe ser gratuita. Pero Aguinis no se reconoce de derecha. Es más: dice que es de izquierda. Probablemente habría que redefinir qué son hoy la izquierda y la derecha.
¿Qué deberían hacer los intelectuales para no quedar atrapados por el poder?

Deberían tener el compromiso suficiente para involucrarse en política, pero preservando la distancia para no ser usados y deglutidos por el poder de turno. Porque el intelectual sirve para dar sustento a determinados posicionamientos o políticas, pero como demuestra la historia de Lugones, a la hora de ejercer el poder concreto no son convocados. Más aún: molestan. El poder desconfía de ellos y los termina eyectando. Su rol siempre debe ser independiente y crítico: claro que habría que ver si, de ese modo, el poder los quiere escuchar...
El personaje CRISTINA MUCCI Escritora y periodista

Edad : 60 años

Comienzos: hizo reseñas de libros y fue editora de la página cultural de La Razón en tiempos de Jacobo Timerman.

Libros propios : Voces de la cultura argentina (1997), La señora Lynch (2000), Divina Beatrice (2002), La gran burguesa (2003).

lunes, 28 de septiembre de 2009

HOMENAJE EN VIDA: DON GUILLERMO ROSSINI

Nuestro querido Perú, nuestro amado Perú, tiene hijos que le han dado extraordinarias y generosas lecciones de vida, como es el gran cómico e imitador, don Guillermo Rossini, quien está cumpliendo sus 50 años de vida artística.
Hablar de un peruano que ha hecho reir al más serio, al más pesado y al más cascarabia es realmente rendirle un homenaje en vida a un grande de la comicidad peruana.
Quien de nosotros, los peruanos, no ha gozado, deleitado y carcajeado con sus imitaciones, sus bromas y sobre todo su simpatía que irradia desde la radio y cuando tuvo la ocasión de irradiarla a través de la televisión.
Traer a la memoria sus parodías del fenecido programa cómico "Risas y Salsas", sobre todo cuando se presentaba en la "Banda del Choclito"; la voz parecida al también recordado alcalde de Lima, Alfonso Barrantes Lingán, "El Tío Frejolito". Ni que decir del programa "Loquibambia" que se emitía por la señal del canal del Estado.
Es cierto que los peruanos somos pícaros, palomillosos, cachacientos y, sobre todo, nos encanta el cochineo y tenemos una chispa a flor de piel. Esa chispa, esa esquina y barrunto lo tiene el huancaino, el piurano, el charapa, el arequipeño, el tacneño, el puñeno y todos los nacidos en este hermoso país llamado Perú.
Eso es lo que reflejan los cómicos de ayer y de hoy que nos permite traer a la memoria a los queridos y recordados "Moncheri", a Jorge Montoro y a don Alex Valle y también a la tía "Doña Cañona", quienes nos hacían pasar un sábado obligado en la casa para esperar las ocho de la noche para reirnos a rabiar.
Hoy los tiempos son otros, pero también tenemos los nuevos cómicos, con sus defectos y errores, pero cómicos y humoristas al fin y al cabo como Carlos Alvarez, el "Gordo" Benavides que con sus estilos siguen la zaga que dejaron los que ayer nomás se fueron.
Es por que la ocasión es brillante para darle un vivo homenaje a don Guillermo Rossini, en la entrevista que le hiciera recientemente Ana Valenzuela:
Guillermo Rossini repasa sus intensos 50 años de vida artística
El legendario humorista lleva cinco décadas destapando carcajadas con su ingenio para improvisar. Su inagotable chispa lo acompañó desde siempre

Tiene 77 años, pero nadie puede siquiera advertirlo cuando tiene al frente a Guillermo Rossini Gonzales.
Arranca carcajadas con una vitalidad envidiable y una privilegiada rapidez mental al improvisar una imitación en los pasillos de RPP, su segunda casa desde hace 16 años.
Las variaciones de su voz ronca se trasladan por un momento a la recordada chola de la pequeña pantalla, que destacó en “Risas y salsa” junto a su pequeño esposo, interpretado por “Petipán” .
Pero antes de empezar a conversar de las cinco décadas que lleva dedicado a cambiar muchos rostros adustos por amigables carcajadas, Rossini recuerda que sus primeros oficios distaban de su actual trabajo como humorista.
Primero esculpió lápidas en el taller de su padre en el Rímac y, cuando hizo sus pininos en la radio y la TV, a fines de los 50, decidió convertirse también en visitador médico, labor que ejerció durante 32 años y que ahora el menor de sus dos hijos realiza en una importante empresa transnacional.
El “Tío”, como cariñosamente lo llaman sus pupilos en reconocimiento por su larga trayectoria, comparte en esta página, con especial dedicación, algunos momentos que vivió (y vive) como incansable humorista.
En tanto, sus amigos y su compañera desde hace 40 años, doña Eloísa “Coca” Effio, alistan un homenaje al maestro para el 30 de setiembre en el auditorio del colegio San Agustín.
¿Qué recuerdos conserva de su primer acercamiento a la imitación?
Hace como setenta años ya imitaba. Recuerdo que cuando tenía unos 8 años me iba a los cines y me ponía a imitar las voces de los que presentaban los noticieros nacionales e internacionales. Lo hacía como un juego. De grande me gustaba escuchar las transmisiones hípicas en la radio y empecé también a imitar a los narradores de las carreras, como Ramírez Lazo y Federico Roggero.
Sin embargo, antes de convencerse de que la imitación era su verdadera vocación, usted siguió por un tiempo la tradición familiar y se dedicó a la escultura…
Crecí en medio de escultores. Mi abuelo, mi papá y mi hermano mayor siguieron con la tradición. A mí también me gustaba pintar y dibujaba muy bien. Estudié en Bellas Artes, estuve tres años allí. También trabajé en la fábrica de mármol de mi padre, que estaba en el Rímac. Ahora el taller ya no existe. Mi padre falleció, mi hermano también. Ya nadie siguió con el negocio.

¿Dónde está ahora el trabajo que realizó con su padre
Todas mis obras están en el cementerio El Ángel. Me encargaba de hacer lápidas y esculturas de mármol con cincel y martillo.
Todo cambió cuando conoció a Augusto Ferrando. ¿Cómo fue aquel histórico encuentro que le cambió su proyecto de vida?
Coincidimos en La Cabaña, donde antes funcionaba Radio Victoria; estaba el “Negro” (Augusto) Ferrando con todos sus hijos chiquitos y alguien le dijo: “¿Quieres ver cómo imita a Federico Roggero, Ramírez Lazo y Pablo de Madalengoitia?”. Me puse a imitarlos y el “Negro” se quedó asombrado. Me llevó a su “peña” (programa radial). Yo tenía como 26 años. Después hizo un concurso de imitadores. Uno de los que quedó entre los primeros fue Néstor Quinteros. Al final, gané yo y me quedé trabajando con el “Negro”.
Empezó en la radio y, al poco tiempo, ya estaba en la televisión con “Teleloquibambia” (Canal 4). ¿Qué tan encarnizada fue la competencia que libró con “El tornillo” (Canal 5)?
¡Me querían desmantelar el equipo! Estaban en el programa Felipe Sanguinetti, el “Loco” (César) Ureta, Néstor Quinteros. Empezaron a jalarse a uno por uno y yo, romántico, me quedé ahí, donde me habían dado la oportunidad. Algo similar pasó en “Estrafalario”. Teníamos un equipazo, a pesar de ser un canal del Estado y de emitir en blanco y negro. Alcanzábamos un ráting increíble. La única manera de traernos abajo fue jalándose a nuestro equipo a “Risas y salsa” (Canal 5). Le dimos un material increíble. Se llevaron a Alicia Andrade, Juan Palomeque, el “Ronco” (Román) Gámez. Al final, también yo entré a “Risas y salsa” y me quedé por 16 años, nada menos.

Usted fue el pionero en las imitaciones a políticos. ¿Algún Gobierno intentó censurarlo?
De los políticos, recuerdo bien la imitación que hacía de Alfonso Grados Bertorini y Manuel Prado; a ellos los empecé a imitar en la radio. En la televisión sí fue un poco más difícil, por ejemplo, cuando trabajaba en Canal 7 no me permitían imitar a Francisco Morales Bermúdez. Cuando (Alberto) Fujimori llegó a la presidencia, le dábamos duro. Me parece que por eso empezó a dar conferencias de prensa a las 3 de la tarde, justo a la hora en que presentábamos “Los chistosos”. Un día escuchó nuestras quejas y decidió cambiar el horario de sus conferencias.

Lejos de molestarse, otros políticos le agradecieron que los imitara; uno de ellos es David Waisman, a quien usted bautizó como “Payasito”...
Algunos personajes como Waisman se prestan para imitarlos. Él tenía toda la pinta de “Payasito”. “Tres funciones, tres. ¡Oiga, caballero!”. Pegó al toque. Es cierto, un día Waisman me dijo que en su campaña nadie lo llamaba por su nombre, sino como “Payasito”. También inventé lo del vaso de leche en “Risas y salsa”. Barrantes nunca dijo el vaso de leche, sino un millón de desayunos.
¿Cuál es su percepción de los actuales programas cómicos nacionales?
A los programas de ahora les falta originalidad. Copian todo lo que presentábamos en “Risas y salsa”. Por ejemplo, en la secuencia “Los idénticos” yo hacía de Pablo de Madalengoitia, ponía su voz, presentaba a los concursantes y les tomaba el pelo. Teníamos una constelación de estrellas. ¡Ahora mira qué se tiene! Ya no hay actrices cómicas. No hay una Alicia Andrade, que sí era graciosa. Todas las que han sido vedettes ahora son actrices cómicas. No les veo la gracia.

Frente a este panorama, ¿No le tienta la idea de revivir lo que “Risas y salsa”?
No, yo ya me retiré de la televisión. Salgo ahora solo en un programa de una horita. De imitaciones, juego y nada más. Ya he trabajado bastante. A mi edad, que siga trabajando es un regalo de Dios, tengo mucho que agradecerle. Tengo que cuidarme, soy operado del corazón, tengo tres “by pass”. No puedo hacer mucho esfuerzo como antes.

domingo, 27 de septiembre de 2009

PARA ACLARAR LA POSICION DE OBAMA

Los peruanos vemos de lejos y bien lejos la discusión se ha abierto en los Estados Unidos acerca de la seguridad social emprendida por Barack Obama y es precisamente que con esa dirección deseamos presentarle la voz autorizada de un intelectual que nos explica en detalle que pasa en el país más poderoso de la tierra.



Obama y sus opositores
CARLOS FUENTES

Racismo", denunció el ex-presidente Jimmy Carter. "Mentiroso", le gritó desde su curul el diputado Joe Wilson, republicano de Carolina del Sur, al presidente Barack Obama mientras éste pronunciaba su discurso ante el Congreso el pasado 10 de septiembre.
Se trata, una vez más, de la viejísima disputa norteamericana sobre el papel del Estado.
Obama no empleó los términos, discutibles, de "populismo" contra "elitismo". Sin embargo, muchos ciudadanos plantean el conflicto como una oposición "popular" al papel excesivo del Estado.
La disputa no es nueva. Es uno de los debates más antiguos de Estados Unidos, desde que, en el primer Gobierno independiente, el de George Washington, dos tendencias opuestas se manifestaron.
Una, la del secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, favorable al federalismo, la industria y la ciudad. Otra, la del secretario de Estado y futuro presidente Thomas Jefferson, por un gobierno limitado y el predominio político de un país rural, dispuesto, según el propio Jefferson, a expandirse al Oeste -el Pacífico- y al Sur -el Caribe-.
Esta oposición se ha venido repitiendo a lo largo de la historia norteamericana, con temperaturas dependientes del momento económico y político.
El presidente Andrew Jackson (1829-1837) consagró la fórmula jeffersoniana, descentralizando a la banca. La pugna acerca del esclavismo provocó en 1856 que el senador Preston Brooks, de Carolina del Sur, atacara a bastonazos al senador Charles Summer de Massachusetts, favorable éste a que Kansas no fuese Estado esclavista, furibundamente ansioso, aquél, de incorporar el nuevo Estado a la confederación racista.
El presidente Franklin Roosevelt debió enfrentarse, como Obama, a una crisis económica que requería medidas drásticas de salvación. El Nuevo Trato de Roosevelt, es cierto, fue por necesidad más drástico que las medidas de Obama. Provocó una oposición escandalosa en el Congreso, en los medios, en la adjetivación belicosa de Roosevelt como "comunista", "socialista" y "judío" (!).
Hoy, las manifestaciones contra la legislación de Obama en materia de seguridad médica y social, industria automotriz y energía usan epítetos similares: Obama sería, a la vez, "comunista" y "fascista" (!!).


Como no es ni lo uno ni lo otro, el presidente de Estados Unidos se presenta sereno pero enérgico ante el Congreso.

Se expone a la ruptura del protocolo por el diputado Wilson, un ser prediluviano que quisiera que la bandera de la Confederación rebelde ondease en el Capitolio de Carolina del Sur (en serio). Recuerdo, a propósito, una visita a una ciudad sureña hace pocos años en la que la guía que nos proporcionaron se refería al Norte como "el enemigo extranjero".

El diputado Wilson representa estos viejos resentimientos. El presidente Roosevelt también debió soportarlos, sobre todo en las personas de dos demagogos. Uno, Huey Long, convirtió a Luisiana en un feudo personal y abanderó a "el pueblo" contra la Federación y los "millonarios". El otro, el padre Charles Coughlin, formó el Partido de la Unión para oponerse a Roosevelt con ideología antisemita y profascista.

Obama aún no se enfrenta a opositores tan notables. Las acusaciones contra sus reformas al sistema de seguridad rayan en ocasiones en el ridículo ("Obama quiere asesinar a nuestras abuelitas"). Los opositores de Obama son poco relevantes: Sarah Palin, el locutor de televisión Rush Limbaugh. Sin embargo, ya se manifiestan factores tan excesivos como la censura de noticias en la cadena Fox y la marcha en Washington, basada en la ignorancia aunque también en la tradición que aquí he descrito.

En su comparecencia ante el Congreso, el presidente Obama, con tono enérgico, aclaró de una vez por todas que las reformas, en materia de salud, no excluyen a nadie e incluyen a todos.

Los que ya tienen seguro, lo conservan. O sea, la reforma propuesta beneficia no sólo a los que carecen de seguridad, sino que le impide a las corporaciones privadas dar o quitar seguros basadas en la salud del enfermo. (Un enfermo, por ejemplo, de cáncer, no puede obtener seguro por el hecho de estar enfermo; la seguridad privada recluta y privilegia a los jóvenes y margina a los ancianos).

La legislación propuesta por Obama no hace otra cosa que poner a Estados Unidos a la altura de la Europa Occidental y de varias naciones de la América Latina, ninguna de las cuales es "fascista" o "comunista" (salvo Cuba).

Que sectores importantes de la población norteamericana rechacen esta normalidad moderna, no se debe, en efecto, a que ella misma sea "fascista", sino a una tradición que desconfía del Estado, cree en los poderes locales y olvida un par de cosas.

La primera es que fueron los legisladores republicanos quienes le dieron al presidente Bush un trillón y medio de dólares en exención de impuestos en el año 2001, a medida que aumentaron los gastos bélicos en el Oriente Próximo e Irak, contribuyendo, así, a la crisis financiera que debió heredar Obama. Que éste pida 900.000 millones para la salud, hoy, debe compararse a la pérdida de un trillón y medio, ayer, para liberar de impuestos a los más pudientes. ¡Valerosos legisladores republicanos!

La segunda es que Obama sólo pretende modernizar a Estados Unidos. Modernización fiscal, sanitaria, energética, educativa. Está haciendo todo lo que ya se hizo en las naciones europeas, sin que nadie piense que Sarkozy o Merkel son comunistas.

Si fracasa hoy, Estados Unidos lo pagará mañana. Esperemos que la política de Barack Obama, lúcida y modernizante, no sea postergada.

Nota: Si en el pasado el régimen de los ayatolás iraníes pudo presentarse como un frente unido, religioso y nacional, hoy el presidente Ahmadinejad y el supremo líder religioso Ali Jamenei se enfrentan a una situación que no entienden.

Modernizada, diversificada, la sociedad iraní (sobre todo la juventud) no lucha contra el islam sino por la democracia. Quieren el respeto al voto, la libertad de expresión y el pluralismo político. No son manipulados por el Reino Unido, como pretende Ahmadinejad. Tampoco son suprimibles por la fuerza pública. A garrotazos, el Gobierno de Teherán no puede vencer al pensamiento. Sólo se daña a sí mismo y anuncia su propia desaparición.

LOS POLITICOS NO SOLO BUSCAN EL PODER SINO TAMBIEN LA GLORIA

La gigantesca polémica, discusión y debate acerca del poder de la prensa y el poder político siempre tiene una palpitante actualidad no solo en nuestro Perú que acaba de demostrar su poder informativo con la caída de un ministro, sino porque también hay discusiones en España y Argentina, donde la libertad de prensa se pone en vigencia.
En el país hispano, el gobierno de Rodríguez Zapatero y el diario "El País" la polémica ha puesto de moda una frase fulminante: "Los políticos no solo buscan el poder sino también la gloria". Sin lugar, ha dado en el blanco porque precisamente esa es la razón de la política: LA GLORIA.
Si pues, desde los albores de la democracia hasta al final del siglo XX políticos de diversas tendencias ideológicas han arañado la gloria, pero más por sus atrocidades como Hilter, Stalin, Mussolini, Idi Amín Dada, Trujillo y dejó de contar porque fue notoria y aberrante el control de la prensa en esos tiempos nefastos.
Es interesante darle una debida lectura a la palabra del director del diario El País.
Juan Luis Cebrián: "Todos los Gobiernos desean un grupo amigo de comunicación"

"A un periódico sólo se lo pueden cargar sus lectores. Por eso la polémica entre el Gobierno y EL PAÍS no pasará de ser una anécdota en la vida del periódico. Lo que no es una anécdota es el deseo de todos los Gobiernos españoles de tener un grupo amigo de comunicación". Juan Luis Cebrián, fundador y primer director de EL PAÍS y actual consejero delegado del Grupo PRISA (empresa editora del diario).
En diálogo con José María Ridao y partiendo de su último libro, El pianista en el burdel (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), Cebrián reflexionó sobre la revolución tecnológica que vive el periodismo y sobre la independencia de los medios de comunicación.
Fue en el turno de preguntas del público cuando surgió el tema del enfado del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con EL PAÍS a raíz de unas críticas a su gestión por parte de este diario y que una porción del partido socialista ha querido relacionar con la aprobación por decreto de la nueva ley que regula la Televisión Digital Terrestre (TDT) de pago.
Partiendo de que uno de los principales contenidos de esa modalidad de TDT es el fútbol, Cebrián afirmó que "los Gobiernos españoles tienen tanto miedo al fútbol, que mueve tanto dinero por encima y por debajo, que no son capaces de tocarlo y de organizarlo".
"Lo hacen con la banca y con la Iglesia, pero no se atreven con los clubes", dijo. E insistió: "Exceptuando el de Adolfo Suárez", todos los Gobiernos desde la Transición han buscado crear grupos de comunicación afines.
"Además del poder quieren la gloria", dijo. "Por eso el debate no es el fútbol o la TDT sino la defensa contra el abuso de poder. Porque no sé si el poder corrompe, pero sí sé que abusa. Y la sociedad civil debe controlar esos abusos".

Antes, Juan Luis Cebrián había reflexionado sobre el periodismo como género literario —"los periódicos tienen que estar bien escritos; hay que luchar por un idioma de calidad en la prensa"— y sobre la transformación de los periódicos, cuyo papel tradicional era el de mediar entre la información y los lectores, en un mundo sin mediadores ni jerarquías como Internet en el que "ahora la noticia la cuenta el propio protagonista".
¿Cuál será, pues, la futura función de los periodistas?
"Transmitir la realidad e interpretarla", respondió Cebrián, que recordó que la mayoría de los lectores estadounidenses se informan ya a través de Google News.
"Y en Google News no hay un solo periodista. Es una máquina la que selecciona las noticias. ¿Y quién controla la independencia de Google?
No sabemos si seguirá habiendo periódicos en papel o no, lo importante es que siga habiendo periodismo".
Tanto en su libro como en su charla, Cebrián apunta que el nacimiento de los diarios modernos tal y como los conocemos coincide con el de las llamadas democracias burguesas o parlamentarias y la revolución industrial, y que democracia y periodismo forman parte de un todo.
Así se explicaba el periodista y académico lo que decía el presidente Jefferson de que "como nuestro sistema está basado en la opinión pública, entre un país con gobierno y sin periódicos y un país con periódicos pero sin gobierno me quedo con esto último".
Según Cebrián, "lo que está transformándose es la democracia misma, porque pasamos de un modelo de democracia representativa a un modelo de democracia participativa, en cierta medida asamblearia y un poco caótica, precisamente debido a las nuevas tecnologías.
Mientras sigua existiendo la democracia representativa, y espero que lo siga por muchos años, el sistema de partidos, los medios de comunicación y los periódicos como elementos reflexivos, forman parte esenciales. Si empeoran los medios empeora la calidad de la democracia".

EL HOMBRE QUE TENIA QUE IRSE: ALLISON



Las evidencias indujeron a la renuncia del ahora ex Ministro de la podera cartera de Vivienda y Construcción, Francis Allison, al sustentar con claridad, firmeza y contundencia sus vinculaciones con la empresa BTR, a quien le brindó asesoría legal por 2 mil 800 dólares mensuales, durante 12 meses.
Así el sonado caso de "Los Petroaudios", cobra una nueva baja en un gabinete ministerial, hace casi un año se trajo abajo al equipo ministerial de Jorge Del Castillo.
Allisón pretendió, por todos los medios, justificar lo injustificable: la prensa, al amparo de la libertad de expresión, exhibió durante las últimas 48 horas pruebas que el ex ministro no pudo o no quizo aclarar.
Situación similar fue cuando se presento ante la Comisión Investigadora de la Interceptación Telefónica en este caso, presidido por el congresista Luizar; por el contrario, al finalizar su presentación los rumores, chismes, filtración de datos dejaba huellas, rastros de hechos sorprendentes. Por ejemplo, el contrato para la asesoría legal por más de 100 mil soles, unos 34 mil dólares, fue verbal, no hay contrato y además aparecieron otras informaciones que habría emitido 43 facturas injustificadas.
En estos días, supongo, que nadie habría querido estar en la cabeza de Allisón, cuyo mayor pecado y no delito fue no informar oportunamente al Presidente Alan García Pérez, de sus actividades laborales, sobre todo de esta empresa ligada al espionaje.
Ahora, Allison ya no es ministro y tampoco Alcalde de Magdalena porque lo han vacado recientemente.
En todo caso, volteamos la página y veremos quien será el sucesor de Allisón.

sábado, 26 de septiembre de 2009

JAVIER SOLANA, UN PERSONAJE DE ESTE SIGLO


Uno de los polìticos de la era actual es el español Javier Solana amerita leer sus reflexiones ligadas a la Eurpa actual con su España natal.

Javier Solana

“La ansiedad no es la mejor manera de vivir”
Desprende paz ahora Javier Solana.
Aquel muchacho agitado, que vivió así hasta que cumplió los 60, lleva al menos los últimos siete años tratando de encontrar ese carpe diem que se refleja en sus movimientos, en sus manos, en su manera de manejar una de las agendas más agitadas del planeta.
Muchas veces, su oficio político ha sido el de buscar la paz (en Yugoslavia, entre israelíes y palestinos…) y lo que busca ahora para sí mismo es lo mismo. Paz.

Busca la paz.
Pero los números le desmienten.
Cuando le vimos en Madrid, en la relajada atmósfera de la capilla del hotel Santo Mauro, el alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y la Seguridad Común, que en julio cumplió 67 años, estaba a punto de incrementar con un viaje a África del Sur una estadística impresionante.
En los diez últimos años ha cubierto unas 3.560 horas de vuelo. Y en 2009 había recorrido 211.000 kilómetros y había estado en 27 países distintos.
Pero tiene paz, la muestra. “Aunque está el mundo jorobadillo”. Viene con Cristina Gallach, portavoz suya; llega puntualísimo como si su reloj y él hubieran adquirido el compromiso de no perder el tiempo ni hacerlo perder.
Pero ese Solana agitado que nosotros recordamos y que reflejan aquellas estadísticas ha debido de quedarse en el coche, o en Bruselas.
Sus amigos dicen que sigue siendo el mismo, para lo bueno y para lo malo: es emotivo, y por tanto puede ser también colérico; sigue siendo un lector ferviente, un devorador de libros.
Y es amigo de sus primeros amigos.
A veces les llama, desde Kabul o desde Bagdad, o desde El Cairo, o desde Washington, para saber cómo va la vida, o la política.
La política española, sobre todo, es su pasión. Ha habido varios trenes que han pasado, y la gente sigue fijándose en él para ver si los ocupa.
No muestra nostalgia porque hayan pasado de largo, pero en algún recoveco de su sonrisa sí se percibe que acaso echa de menos que desde aquí hagan más uso de lo que sabe.
Cuando era un joven estudiante, sintió varias veces la mordedura del franquismo, que le condujo a varios exilios estudiantiles. Se afilió muy pronto al PSOE, y en la Transición fue la correa de transmisión de su partido con los medios.
Campechano, y discreto cuando tocaba, alargaba la mano hasta donde fuera posible, ni un dedo más. Una anécdota ilustra esa manera suya de relacionarse con los que le conocimos en la oposición y le vimos luego ejercer el poder.
Un periodista de radio le fue a entrevistar cuando Felipe González le hizo ministro de Cultura, en 1982, y le preguntó: “¿Cómo quieres que te trate en la entrevista, de tú o de usted?”.
Y el recién nombrado ministro le respondió al colega: “Tráteme usted como quiera”.
Sus años en Estados Unidos (donde estudió Física con su maestro Nicolás Cabrera) y en Inglaterra, sus años en el Gobierno, su experiencia más reciente en el tantas veces terrible escenario mundial (él era el secretario general de la OTAN cuando esta organización decidió el bombardeo de Kosovo) han marcado su carácter, que desde el año 2002, cuando conoció a Raimundo Panikkar, el filósofo español que ha hecho en la India su aprendizaje para la paz interior, trata de conducir hacia el carpe diem.
Su obsesión ahora es quitarse la ansiedad. Su agenda produce, como dice su amigo Miguel Ángel Aguilar, el único que le ganó unas elecciones siendo ambos alumnos del colegio del Pilar, “la sensación de que está siempre en órbita”.
Ha corrido como un loco (“agota a sus escoltas”, dicen quienes veranean con él) por las costas de Galicia; en Madrid ya no va en moto, y se reúne sólo con los amigos, no parece que frecuente La Moncloa, de modo que aquí no tiene prisa.
La gente se pregunta qué hará después de que se acabe su larga estancia en el extranjero este octubre, cuando concluye su encargo. Sobre su futuro recurrió a una paráfrasis que recuerda un viejo dicho de François Mauriac: será él mismo, pero mejorado.

Su cara está surcada por el tiempo, como si ahora fuera el mapa del vértigo en el que ha vivido; pero el tiempo no ha podido borrarle la sonrisa, pícara y escolar. Cuesta preguntarle por sí mismo; en la pila de documentación que hay con entrevistas suyas apenas se puede arañar línea y media sobre su padre. Pero por ahí empezamos: antes de hablar de Solana, hablando de Javier.

¿Qué ha sido de usted, como ser humano, todo este tiempo?
Es difícil hablar de uno mismo. A la gente le interesa lo que haces, si sirves para cumplir las obligaciones que te han encomendado.
En todas las entrevistas suyas que he consultado dice de su padre tan sólo: “Me habría gustado que él hubiera visto la alegría del 82”.
He hablado muy poco de él. Fue muy importante, lo quise muchísimo y tuvimos una relación muy estrecha. Es una relación que crece en la adolescencia hasta mi primera juventud, porque desgraciadamente murió muy joven, yo no tenía los 20 años… Me acuerdo perfectamente de su muerte, es algo que me viene a la cabeza con relativa frecuencia.
Tuvimos una relación muy intensa en los últimos años de su vida. Él era científico, y yo fui el único de la familia que se inclinó hacia las ciencias. Después de la mala experiencia profesional que tuvo en aquella época de la historia de España, él tenía más interés en que fuera ingeniero… Al final decidí que sería físico y químico. Empecé las dos carreras, al tercer año murió mi padre, que era químico, y dejé la química… Era una persona de una delicadeza para mí emocionante; pocas personas han sido tan cariñosas conmigo. Fue mucho más que un padre. Fue un gran amigo en los últimos años de su vida, me enseñó los vericuetos de la vida política, desde la universidad, las organizaciones clandestinas… Me enseñó sobre todo una cosa fantástica, aparte de a respetar al otro, a tener curiosidad, a vivir la vida. Quizá la viví con demasiada intensidad después; he vivido con ansiedad. Esa ansiedad es una parte fundamental de una faceta de mi vida…
Y está el lado Madariaga, su madre. Vivió muchos años, sufrió la viudedad con los hijos, vivimos muy unidos todos los hermanos con ella hasta que murió, con muchos años. Tenía una gran personalidad. Ya muerto mi padre, fui el único hijo que vivió con ella una temporada. Me fui de España. Al volver estaba soltero y me fui a vivir con ella. Tuvimos una intimidad durante algunos años, los que vivimos juntos. Imponía con su presencia, no se imponía. Me acuerdo del entierro. Lloré mucho, hacía mucho que no lloraba y lloré como un niño.

Su vida se hizo bajo el franquismo. ¿Le da la impresión de que ese periodo aún no se ha cerrado?
No tengo esa sensación. Tengo la suerte de tener una memoria muy selectiva. Recuerdo la noche que vinieron a detener a mi hermano; estaba en casa, de madrugada, preparando un examen. Mi padre no estaba aquel día… Mi memoria más clara empieza después, en la época de la Transición, quizá el día de las elecciones de 1977… Me viene mucho, curiosamente, el mitin que hicimos en el estadio de Vallecas, al final de la primera campaña. El campo estaba lleno, Felipe era el primero de la lista por Madrid y yo era el segundo. Me acuerdo de aquel calor, de aquel momento de emoción, pero, insisto, tengo una memoria selectiva de las cosas malas que les pasaron a otros y de las cosas malas que me pudieron pasar a mí… las recuerdo poco.
Mi vida la empiezo a recordar cuando me sentí más libre, más… construido. Los tres grandes vectores de mi vida son la ciencia, la política, la vida internacional… Como científico fui enormemente feliz; seguramente los mejores amigos están ahí, en esa parte de mi vida. Soy catedrático de Física en la Autónoma de Madrid.
¿Ha seguido estudiando?
Seguí estudiando. La última tesis doctoral la dirigí en 1980. Ya después entré en una vida política tan activa que era incompatible con cualquier trabajo científico honesto.
¿Si Nicolás Cabrera le llevara ahora a la pizarra, le suspendería?
Si me llevara ahora a la pizarra, me suspendería de una manera terrible porque don Nicolás era muy estricto; fue un gran maestro para mí. Trabajé con él en Estados Unidos. Su vuelta supuso un gran impacto para la ciencia española, por sus ideas sobre la modernidad. Aquí éramos todavía más eruditos que científicos.
Y su segundo vector, la política. Sí, se consolidó en la Transición, que viví con gran intensidad. Fui diputado de las Cortes desde 1977, y lo dejé cuando me fui de España, en 1995. Fui miembro del Gobierno durante 14 años. Y el tercer vector es mi vida internacional. Un mundo que cambia, los primeros pasos para la caída del muro de Berlín… Participé de una manera muy activa en la creación de esa fase de la historia de Europa, pero también de las relaciones con Estados Unidos y con la Rusia pos-Berlín…
Usted participa en lo que podría llamarse el fin de la guerra fría
En cierta manera, así es. Estampo la firma con el primer ministro ruso Primakov, en el único acuerdo que se ha firmado entre la Alianza Atlántica y Rusia, entonces ya Federación Rusa. Es el primer acuerdo que se firma tras la caída del muro. Sí, tuve el privilegio de vivir esa transformación de las relaciones entre Europa y Estados Unidos, el principio de una Europa más política… El primer gran acuerdo se llamó Acta Fundacional, que ratificamos en París el 13 de mayo de 1997. Me acuerdo, porque en la comida en el Elíseo estaba Yeltsin, que como se sabe bebía muchos líquidos blancos, sobre todo uno que no era necesariamente agua, pero él se lo bebía como si lo fuera. Entonces ya había tenido problemas de circulación y los médicos le prohibieron que bebiera esas cantidades.
Me acuerdo que lo tenía enfrente; a su izquierda estaba el canciller alemán Helmut Kohl, y a mi derecha estaba Clinton, que era quien le tenía que ofrecer un regalo, una especie de bastón que dentro tenía un vaso como los que se usan para beber vodka. Recuerdo que Clinton le dijo a Yeltsin: “Ésta es tu medida”. Y Kohl gritó: “¡Ni ésa, ni ésa!”.
Hubo como un resplandor cuando usted citó a Nicolás Cabrera. ¿Qué huella dejan los maestros?
Él tenía eso que llamamos el don de consejo. Es el hombre que ayuda a reflexionar, a investigar. Pero tenía el don de consejo también en la vida en general. Era un hombre de una inteligencia portentosa, de una modestia al mismo nivel de su inteligencia, un hombre sencillo…
Parecía usted un chiquillo cuando fue por el mundo a aprender a gobernar. Lo recuerdo volviendo de Bristol, en 1976, de asistir al congreso de los laboristas… Recuerdo mucho aquel periodo.
De manera más colectiva recuerdo el congreso socialista de Suresnes. Estuvo Mitterrand, la primera vez que le vi en persona, y estaba el chileno Carlos Altamirano. De ahí viene la decisión del PSOE de convertirse en un partido de gobierno. Fuimos capaces de sumar mucha gente a un movimiento de regeneración de España, a la vez que defendimos los valores del socialismo democrático.
Y empezaron a aprender… Más de los errores ajenos. Aprendimos mucho de los errores del primer Gobierno socialista francés, en el 80, que tuvo que devaluar el franco… Lo recuerdo ahora porque lo he hablado, en esta situación tan desastrosa del PS francés, con alguno de los que vivieron aquellos años. Y hemos vuelto a analizar los errores que ellos cometieron entonces y que nosotros no cometimos. Eso permitió a los Gobiernos de Felipe González contribuir a hacer de España un país moderno, donde los valores de justicia y ciudadanía se afianzaron. Contribuimos a hacer de España un país europeísta. Con esto trato de pagar un tributo, con gran satisfacción, a la persona que encarnaba todo aquello, que era Felipe González, que es un amigo del alma.
Durante todos esos años fue no sólo portavoz del Gobierno, sino correa de transmisión socialista con los medios. ¿Cómo se relaciona ahora con la información?
Soy lector de periódicos casi enfermizo. Han cambiado mucho las relaciones entre los políticos y los medios, y han cambiado mucho los medios. Hoy no tienen nada que ver con aquellos de la primera parte de los años ochenta. Un cambio negativo fundamental para mí es que ahora estamos mucho más en la comunicación de la frase que en la reflexión…

¿Eso no pasa también en la política?
Va en paralelo. No hay política sin comunicarla. Por tanto, no sé qué es antes, si han cambiado los periódicos porque ha cambiado la comunicación política o ha cambiado la comunicación política porque han cambiado los medios. Seguramente, los medios han cambiado porque han cambiado las tecnologías… Eso ha hecho que la política cambie, como ha hecho que la gente joven se informe de otra manera.
¿Podría pasar que se ha frivolizado la relación de la gente con la política porque los políticos también le han quitado densidad?
Sin duda. Todo eso ha cambiado la manera en que los políticos se comunican. Eso no quiere decir que haya tenido que bajar la densidad de la comunicación. La campaña de Obama ha sido extraordinaria. Ha sido un ejemplo de movilización para crear un impulso social con contenido. La política tiene un componente de pedagogía extraordinaria, y ese componente tiene una manifestación más pobre de lo que creo que tenía hace unos años. Estamos hablando desde la experiencia española, y de una determinada generación, cuando no había tiempo para el aburrimiento.
Eso significa que hemos mejorado… ¿Y usted ha mejorado?
He mejorado. Los años te hacen cambiar. Políticamente he cambiado muy poco, soy básicamente la misma persona, con los mismos valores. Aprendo porque el mundo cambia y hay que adaptarse a las nuevas realidades. He tenido un cambio más bien personal. He sido una persona con bastante ansiedad… La ansiedad tiene muchas lecturas, pero he vivido, me he alimentado, me animaba más el deseo de vivir que la vida misma. Vivía en cierta manera más para contarlo, para compartirlo…
Como si se estuviera pisando su sombra… No sé si era vértigo. Es el deseo de vivir que te alimenta más que la vida misma… Un momento de cambio fue en 2002. Me dieron un premio en Italia. Entre los premiados estaba Raimundo Panikkar. Y volví a verle a su casa de Barcelona. Yo tenía 59 años. Me hizo ver que había que frenar, que la ansiedad no era la mejor manera de vivir intensamente. No digo que haya pasado al carpe diem, nunca había estado antes tan cerca del carpe diem…
Para colmo de las casualidades, tras aquella conversación con Panikkar sonó el teléfono, era Ana Palacio, ministra de Exteriores de España, que llamaba para contarme lo que pasaba con el islote de Peregil; me pide si la puedo ayudar, si puedo hablar con Colin Powell… Tuvimos una conversación en esa carretera… carpe diem, ¡y toma! Me recuperé y volví a las palabras de Panikkar…
A usted le convence el filósofo de que pare, con lo cual quizá no piensa que sea lo mejor del mundo…
Quizá andaba demasiado tenso. Ahora estoy más tranquilo, más carpe diem, digamos. Con todo lo que eso significa, hay que aprovechar el tiempo, disfrutar más lo que tienes. Soy un gran lector de Montaigne.
Transpira ese sentido de estar en casa, hay que saber estar en casa. Me enseña mucho Montaigne, siempre. Y he aprendido mucho de mi vida política. Me ha gustado mucho conocer Europa en sus entrañas; no he pasado los sufrimientos que los europeos han pasado en las dos guerras mundiales, pero he leído mucho, he conocido a mucha gente. Todo el afecto que tengo por Europa me lo enseñó Joseph Roth, sobre todo La cripta de los capuchinos… Fui a ver la cripta, en Viena, y me condujo un capuchino con un cubrepolvos; me mostró esa sencillez que dice mucho de los Habsburgo.
¿Ha merecido la pena un viaje tan largo?
No ha merecido la pena por ninguna de las personas relevantes, sino por aquellos de los que no conocemos ni su nombre ni su cara; ésos son por los que trabajas. Recuerdo que en Liubliana, la capital de Eslovenia, me dieron un premio y me llevaron al Ayuntamiento. Un hombre mayor se dirigió a mí: “¿Ve usted el río? ¿Y aquella casa? Sin moverme de esa casa he vivido en siete países distintos”. Eso es la historia de Europa, y trabajamos para que eso no pase más. Es algo que, afortunadamente, con la Unión Europea se ha acabado. Ha habido momentos muy duros.
Entre esos momentos duros estará el bombardeo de la OTAN sobre Kosovo. Sin duda, el más de todos.
¿Cómo lo ha interiorizado?
Con gran dolor, también con un gran sentido de la responsabilidad. Y al final de todo, quizá para autotranquilizarme, mantengo en mi memoria una conversación con Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU. Vino a verme para darme las gracias. Dimos juntos una rueda de prensa donde por primera vez se utilizó un término que hoy ya forma parte de la terminología de las Naciones Unidas: el derecho humanitario, el derecho de proteger. Eso es un pequeño alivio, pero fueron momentos de una gran dureza, aunque con ellos también te curtes, te haces.

¿No hubo remedio?
En aquel momento no había remedio. Había 26 países: toda la UE, Estados Unidos, todos estaban implicados. No fue una decisión mía, fue una decisión de los Estados miembros. Todos pensamos colectivamente que o se ponía fin a esa situación en los Balcanes o no seríamos capaces de salir adelante, estaríamos metidos en una situación de injusticia con los ciudadanos del continente. Se sufre, pero cada uno asume sus responsabilidades, y yo en aquel momento tuve que asumir las mías.

Y ahora, ¿cómo está el mundo?
El mundo es mejor que nunca. No hay duda de que el número de personas que han salido de la situación de miseria en los últimos años es grande; no quiere decir que el mundo sea perfecto. Hay crisis, pero acabará un día, y ese día será todo distinto. Porque las relaciones de fuerza entre los grandes van a cambiar. Es inconcebible que China, la India y Brasil vayan a seguir desempeñando un papel en cierta manera secundario. Eso se ha acabado.
En 2005 dijo usted, además, que se acababa el tiempo en que la relación de Europa y Estados Unidos no se recuperaría sólo con sonrisas.
Hablaba después de la guerra de Irak.
¿Cómo vivió esa herida entre ambas potencias?
Durante el primer mandato de Bush, las cosas fueron muy mal, con una ruptura incluso en Europa, que se dividió frente a la guerra de Irak. Se fue curando, pero ya en el segundo mandato de Bush y ahora con Obama está totalmente recuperada.
Ha vivido fuera acontecimientos muy importantes o graves. El 11-M, el retorno de su partido al poder, las teorías de la conspiración, la implicación española en la guerra de Irak… ¿Cómo ha visto la evolución de este país desde su sitio?
Creo que España sigue siendo un gran país. Ahora bien, podríamos estar en una situación mejor. A veces me entristece, cuando lo miro desde fuera, ver un país tan tenso. Siempre he tenido el sentimiento de que los grandes países se hacen con capas que se van acumulando, sin rupturas. Aquí parece que hay que empezar casi desde cero a partir de cada cambio de situación política. Me gustaría que eso no ocurriera.
Los grandes países aprovechan lo que ha hecho el otro, aunque el otro no sea de tu forma de pensar. Hay que tener la responsabilidad de quitar crispación a las situaciones sociales. Creo que es posible. Me gustaría que volviéramos a tener un sentimiento de los estados y del gobierno mundial. El mundo se ha globalizado y las soluciones tienen que ser globales.
Y no hay solución sin algún tipo de gobierno supranacional, que propicie una cooperación internacional más intensa… Creo que la llegada de Obama puede ayudar mucho, espero que Europa se despierte tras la ratificación del Tratado de Lisboa… No digo que sea un ingenuo optimista, pero sí un optimista.
Dice que vive en el futuro. Su compañero Peces-Barba decía en EL PAÍS que la falta de interés del poder español actual por la experiencia está creando problemas de presente y problemas de futuro. ¿Se siente próximo a esa posición?
En términos generales, no es mi caso. Digamos que no estoy “mal utilizado”: trabajo por Europa, por España también; me gustaría que nada se desaprovechara. Todo lo que es experiencia, riqueza intelectual, debe ser aprovechado, porque hay sitio para todos, y todos son necesarios. Mucho más en momentos como en los que estamos, en los que todo consejo, toda aproximación, en una situación de crisis, es fundamental.
Leí el artículo de Peces-Barba; puedo estar de acuerdo con él, y estoy de acuerdo con él. Daba unos nombres, todos muy queridos por mí, y creo que todos los mencionados en ese artículo tienen algo que decir y algo que ofrecer.
Mencionaba el don de consejo. Ya tiene usted experiencia para ofrecerlo.
¿Le piden consejo desde este país?
Sí. Me piden consejo cuando lo necesitan o cuando ellos creen que lo necesitan.
¿Y lo necesitan mucho?
No lo parece. A veces pienso que no lo parece.
Acaba su tiempo en Europa.
¿Qué es lo que le gustaría hacer?
Lo mismo que ahora, pero más despacio.
Y en esa perspectiva de pisar el futuro ya,
¿siente ansiedad?
Ahora mismo, sosiego… Pero déjeme contarle algo que se me quedó antes sin decir, cuando hablamos de amigos. Me llamó un día Angela Merkel para invitarme a hacer su laudatio como doctora honoris causa en Leipzig.
Allí conocí a los padres de Angela. Me preguntaban por España, me contaron la peripecia de su familia, alemanes del Este, científicos. Fue un momento de mucho afecto. Y he estado en una mesa con ministros de Defensa de Ucrania, de Alemania, de Polonia. El alemán había nacido en Polonia, el polaco había nacido en Ucrania, y el ucranio había nacido en Alemania. Esa experiencia no existe en España, y eso es Europa.
También habrá aprendido mucho de relaciones humanas… Con Bush ¿cómo fue?
Era muy cálido, muy simpático. Personalmente me trató con mucha deferencia y afecto, sabiendo lo que pensaba, porque yo no me he mordido la lengua. Era muy campechano.
¿Cómo vio su presidencia, sobre todo lo que hizo en Irak?
No debo decirlo todavía.
¿Y cómo ve usted a Zapatero?
Me gusta su talante, su manera de tratar a la gente y su juventud. Habrá una cosa por la que se le recordará siempre: lo que ha hecho por la mujer.
¿Y Clinton? Fue un amigo personal al que sigo viendo. Es inteligentísimo, capta las cosas a la primera, algo que también tiene Obama, una rapidez que es de personas inteligentes. Las cosas difíciles las hace fáciles.
¿Y Putin? Como presidente nos veíamos unas cuatro veces al año. El Putin de hoy es un hombre más duro, más difícil de tratar, aunque conmigo sigue teniendo una enorme cordialidad. Se ha endurecido mucho con el paso del tiempo.
¿Blair? Fue un primer ministro muy importante. Estuve en desacuerdo con él por su posición en la guerra de Irak, pero no perdimos la amistad. No sé si será candidato [a presidente de Europa]. Cuando salga esta entrevista, ese interrogante se habrá despejado.

¿Y usted no aspira? No, sería absurdo. No parece que sea razonable.

No le he preguntado por Berlusconi… ¡Gracias!

Pero le pregunto… ¡Gracias por no preguntarme! Tengo que convivir, espere a que me vaya… P

Entre la Física y la política

Javier Solana (14 de julio de 1942) se licenció en Físicas en 1964 y ese mismo año ingresó en el PSOE, entonces ilegal. Doctor en Ciencias Físicas, obtuvo la cátedra en esta especialidad en 1973 en la Universidad Complutense.

Su carrera política comenzó en diciembre de 1976, al ser elegido secretario de organización y prensa del PSOE. Entre 1982 y 1995 fue ministro de Cultura, Educación y Ciencia, Asuntos Exteriores y Portavoz del Gobierno.

En 1995 fue nombrado secretario general de la OTAN, y desde 1999 es el secretario general del Consejo de la UE, que conlleva el cargo de Alto Representante para la Política Exterior y la Seguridad Común de la institución.

REFRESCANDO A UN MAESTRO DEL PERIODISMO: GAY TALESE

Tengo la sospecha que cientos de periodistas peruanos no conocen y no saben de la historia viva del gran periodista norteamericano GAY TALESE.
El experimentado hombre de prensa de 77 años de edad, subió a la cúspide de la fama tras escribir una inmortal crónica sobre otro inmortal FRANK SINATRA, un simple recuerdo, Sinatra, llamado también la voz tuvo una esplendorosa vida maravillada por su extraordinaria voz que cautivó a millones de personas.
La crónica en mención puso en blanco y negro el talento de este periodista que refresca las piezas claves para convertirse en un buen periodista, lean bien solo un buen periodista, porque el valor agregado para ser un gran periodista ya lo pone cada hombre de prensa con su personalidad, carácter y mística.
El arte de escribir, de encandilar y dejar sin aliento a los lectores logra el periodista que desde la primera línea mantiene hipnotizado a su lector.
Así Gay Talese en esta breve semblanza de su trayectoria reflexiona sobre los tiempos actuales del internet y la globalización:

Entrevista con Gay Talese su poder y su reino



Es un mito viviente en Estados Unidos y uno de los padres del llamado "Nuevo Periodismo".
En su casa de Nueva York, el autor de Honor Thy Father habla de su carrera, de sus obsesiones, de su matrimonio de 50 años, y muestra a "Sábado" su particular estilo de vivir.
Desde Nueva York, por Paula Escobar Chavarría

-¿Quieres un Gin Tonic? -dice Gay Talese, sonriendo.
Son las cuatro de la tarde y hay un silencio total en el living de su casa. No se escuchan los bocinazos cercanos de Park Avenue, tampoco se siente el calor de los últimos días de verano neoyorquino.
Delgado, estilizado, pómulos marcados, ojos oscuros siempre alertas, vestido de traje de tres piezas hecho a su medida, corbata fina, pañuelo de seda en la chaqueta, sombrero blanco, parte raudo a la cocina -impecable como él-, y no vuelve con Gin, sino con agua muy fría, servida en perfectas copas de cristal. Hay olor a flores frescas y a los libros que visten casi cada muro. Óleos clásicos, fotos en blanco y negro y muebles antiguos completan la impronta de distinción: suya y de su casa.
En este edificio de cuatro pisos ha vivido cinco décadas, casi toda su vida adulta, este prestigioso escritor y periodista norteamericano de 77 años, autor de cinco best sellers: The Kingdom and the Power (1969, sobre el New York Times), Honor Thy Father (1971, sobre la mafia), Thy Neighbor's wife (1980, sobre la revolución sexual de los 70),Unto the sons (1992, sobre la historia de su familia de inmigrantes italianos), y A Writer's Life (2007, sus memorias periodísticas).
Con algunos de ellos ha ganado millones de dólares, mucha fama, y también críticas. En especial, con Thy Neighbor's wife, por su estilo "participativo" de reporteo. Como era un libro acerca de la revolución sexual setentera, vivió meses en un centro nudista en California y regentó una casa de masajes, que quedaba a pocas cuadras de aquí, mientras estaba casado.
Estas paredes han visto transcurrir su matrimonio -también de cinco décadas- con la destacada editora de Random House, Nan Talese; aquí nacieron sus dos hijas, la mayoría de sus libros y, por cierto, sus legendarios artículos, que lo han consagrado como un ícono del periodismo mundial, y uno de los padres -junto a Tom Wolfe- del movimiento llamado Nuevo Periodismo, que intentó darle al relato de no ficción la misma categoría e importancia de la ficción, y cuya influencia se manifiesta hasta nuestros días, en el actual periodismo literario o narrativo, presente en Estados Unidos, Europa y América Latina.
De hecho, "Frank Sinatra está resfriado", su célebre perfil del cantante escrito para Esquire, fue elegido el mejor artículo publicado por esa revista en toda su historia y se usa hoy en las escuelas de periodismo como ejemplo de maestría en la escritura y en el reporteo.
-¿Quieres conocer mi casa?-pregunta mientras comienza a subir las escaleras con la agilidad y elegancia de un bailarín. Él, que tanto se ha interesado por la privacidad ajena, por las voces contradictorias, por las duplicidades de los otros, ahora está mostrando la propia intimidad.
-Esto fue lo primero que compré -dice, mostrando con orgullo el ex departamento 3F, de un ambiente, que hoy es su dormitorio matrimonial, blanco y luminoso, donde -aclara- él solo duerme con Nan.
De a poco fue comprando cada departamento, hasta tener el edificio completo a su nombre, en 1973.
Como si fuera un modelo para armar, Talese tiene en esta casa un espacio específico destinado a cada actividad. En el segundo piso está la sala de estar, un living informal, donde están muy bien sentados en hermosos sofás sus dos perros terrier australianos, que comienzan a ladrar. Ellos -cuenta Talese- tienen una baby-sitter que los cuida de 9 a 5.
Aquí, en el tercer piso, duerme con ella, pero no toma desayuno ni tiene ni su ropa ni sus libros. No hay nada de él aquí: ni siquiera su cepillo de dientes. Es el reino de Nan, con sus manuscritos, su vestidor, su escritorio, su ropa.
En el cuarto piso está su escritorio. Uno de sus muchos escritorios, habría que decir. Porque tiene dos en esta casa, otro en Ocean City, y se está haciendo uno más en la casa de campo que Nan acaba de comprar sin preguntarle.
Es un escritorio en forma de U, lleno de libros, carátulas gigantes de sus obras, traducciones, fotos. Y muchas cajas, con fichas de cosas que le han pasado. De todas las cosas que le han pasado. Talese tiene todo archivado, incluida su propia vida. En este lugar se baña, toma café y un queque de desayuno, contesta correspondencia y llamadas telefónicas, revisa cuentas. Y, lo más importante, se viste:
-Aquí está mi ropa -dice, abriendo el clóset y mostrando con entusiasmo su a estas alturas famosa colección de trajes. De distintos colores, todos de gran corte: mal que mal, es hijo de un sastre, y éstos los hace un discípulo de su padre que vive en París.
En el piso inferior tiene su "otra" oficina, su búnker. Allí es donde escribe, y no hay distracciones de ningún tipo.
Tanto así, que tiene una entrada independiente a la de la casa. Escribe en tiras de cartulina que saca de la tintorería. Hace allí dibujos de las escenas y estructura que les dará a esas escenas, antes de sentarse a escribir, cada día, no muchas líneas. Él trabaja como lo hacía su padre: cosiendo, con elegancia y finura, las líneas, los párrafos, las escenas, de modo que queden como un traje a medida, perfecto y fino, donde no se notan las costuras.
En estos días, su trabajo diario es terminar un libro que espera lanzar en 2011.
¿El tema? Su matrimonio de 50 años, en lo que de alguna manera será una secuela de Thy Neighbor's wife y su investigación sobre cómo afectó ese libro -y esas experiencias-su vida junto a Nan. Además de basarse en las cartas, fotos, y su recuento diario de estos años, también contrató a periodistas para que entrevistaran objetivamente a Nan sobre el tema.
-¿No es algo suicida escribir algo así?

-Bueno, escribir es difícil, ya sea sobre tu matrimonio, o sobre el matrimonio de otro... Desde que era un joven reportero, me di cuenta de que además del tema mismo que estaba reporteando, era la intimidad lo que realmente me interesaba. Y es lo que estoy haciendo ahora: reporteando sobre la intimidad, la mía. Pero es una antigua búsqueda.
-¿Por qué?


-Pienso que es en parte por quién soy, por dónde nací. Tiene que ver con ser mentalmente fracturado desde muy joven. Porque tenía un padre italiano en un tiempo en que era muy difícil serlo: Estados Unidos estaba en guerra contra Italia. Yo estaba en el colegio y me daba cuenta de que, de alguna manera, estábamos en el lado incorrecto de la guerra, mentalmente. No es que fuera fascista, pero sabía que los hermanos de mi padre estaban en las fueras armadas italianas, que eran fascistas. Crecí sintiéndome diferente.

-¿Cómo se notaba eso?


-En la duplicidad... En ser en la superficie americanos -que éramos, y somos-, flamear la bandera frente a nuestra tienda (mi padre era sastre, mi madre tenía una tienda de vestidos), atendiendo a nuestros clientes muy bien y siempre en inglés y muy patriotamente. Pero en la noche, cuando la tienda se cerraba, y subíamos a nuestro departamento que estaba arriba de la tienda,ahí escuchaba conversaciones distintas, sobre la guerra, o la radio con noticias de la guerra. Mi padre estaba muy preocupado de qué iba a pasar con Italia y con sus parientes. Nunca hablaba así en el día, pero sí en la noche.

"Vivíamos en un edificio, uno de muchos en una pequeña ciudad, Ocean City, New Jersey, donde todo el mundo se conocía. Pero a nosotros nos conocían sólo de día, no de noche. Entonces, como periodista o escritor, tengo esta idea de que la gente no es lo que parece. Son más que lo que ves".

-Usted era una especie de outsider.


-Sí, pero también estaba dentro. Estaba siempre adentro y afuera, luchando entre dos mundos, ¡aunque no era lo suficientemente grande como manejar una bicicleta! -ríe.

-¿Qué ha aprendido de la naturaleza humana, tras estos cincuenta años de trabajo?


-Que nunca sé todo. Nunca.

"Pienso: ¿cuál es la totalidad de esta persona? Quizás veo un 40% de ella, y entiendo quizás un 50%. Pero hay toda una parte de la vida de una persona, incluyendo a mi esposa, que podría ser sorprendente para mí saber. Todos tenemos grandes partes secretas e inexploradas. Si conocieras la verdad completa de esas personas llamadas simples, te sorprenderías. La naturaleza humana es interminablemente impactante, si conoces la historia completa.

EL PERIODISMO ES UN ARTE


-Como periodista, nunca le interesó escribir sobre gente exitosa o famosa, ¿por qué?


-Porque publicar una historia de alguien que no sea famoso es más desafiante, debes esforzarte más, pues debes convencer a un editor de que vale la pena. Y la única forma de lograr eso es que la historia esté escrita de una manera en que no puedas dejar de leerla. Que vean el primer párrafo y digan: déjenme leer el segundo. Y cuando logras eso, es el arte de la escritura. Y eso hace al periodista un artista.

Como periodista puedes -o debes- ser un artista. No es incompatible. Son considerados incompatibles por la comunidad del mundo de las comunicaciones, donde el artista es el poeta, o el dramaturgo o el novelista. Sin embargo, novelistas o dramaturgos le roban al periodismo temas todo el tiempo. Cambian los nombres de la gente, dramatizan aquí y allá, y lo llaman ficción. Pero si puedes escribir no ficción -pero que parezca ficción porque la historia está tan bien contada, sin nada falso o exagerado-, si puedes hacerlo, ¡eso es arte!

Creo que eso hace que valga la pena seguir una carrera.

-¿Cree que hoy el periodismo de calidad está en peligro?


-No. Tendrán que hacer ajustes, y los están haciendo. Pero contar historias siempre será importante. Si fuera el editor top del New York Times tomaría a tres cuartas partes de los periodistas que están en Washington y los sacaría de ahí, para que fueran a buscar historias. Es ridículo lo que hacen: se están cubriendo y reporteando a sí mismos. Cada día u hora ves eso: periodistas hablando con periodistas...


Entra la dog walker o paseadora de perros, Alejandra. Saluda con acento colombiano y se lleva los perros, que ladran mientras bajan la escalera. Él se distrae sólo un poco, y cuando los ladridos se acaban, sigue con los periodistas:
-En mis días, éramos outsiders.

-¿Qué habilidades deben desarrollar los periodistas en el siglo 21?


-Desarrollar un gran sentido de la historia. Ser capaces de dramatizar. Hacer al lector ver y sentir. Y todo lo que es importante y relevante debe ser contado en forma de historia. Por ejemplo, la salud pública, un gran tema hoy aquí. O la guerra.

"Pasa hoy que muchos periodistas están imbuidos en sus laptops, se están aislando con la tecnología. No debieran estar todo el día sentados frente a una pantalla, sino afuera, descubriendo cosas de primera mano.

Los periodistas deben tener un sentido innato de la curiosidad y ser gente automotivada. Deben ser exploradores, buscadores solitarios de grandes historias que contar. Historias que valgan oro; deben ser mineros, e ir a lugares y cavar en este material, y después pulirlo y hacer una joya, arte, de ese material que es real. El arte de la realidad.
"Es la manera de seguir en el negocio: crear algo hermoso. La gente quiere calidad. Aunque sean pobres, si pueden optar por algo muy bien hecho y valioso, lo elegirán. Nadie quiere los hechos contados rápido, sino que la verdad. Y los diarios les pueden dar la verdad y de una manera atractiva e interesante, contando una historia. Creo que el mercado apoyará eso. Y eso no lo sacas de la TV ni de bloggers.

¡Todo lo que es real, todo lo que ellos hablan lo sacan de los diarios!

La recopilación de los hechos la hacen los que trabajan en los diarios y lo recolectan en terreno, donde tienen que ir, de las calles.

"NADIE VIVIÓ HAPPILY EVER AFTER"


La luz ya se está haciendo menos intensa, ha sonado el teléfono un par de veces, y Talese se excusa para contestar. Es sabido que él nunca contesta el teléfono, tampoco tiene celular ni mail. La manera de comunicarse con él es a través del fax. En este momento de la tarde comienza uno de esos momentos muy "Gay Talese". Como buen periodista, en vez de contestar preguntas, prefiere entrevistar al entrevistador: ¿Tú estás casada? ¿Mucho tiempo? Cuántos años: ¿cuatro?, ¿diez? ¿Te llevas bien con tu marido? Como una metralleta, dispara y dispara preguntas.


Abre los ojos y mira fijo hastaque escucha repuestas. Y sigue: ¿Tienes hijos? ¿Cuántos? ¿Crees que tu matrimonio durará otros diez años? Se entretiene con las respuestas ajenas mucho más que con las introspecciones propias.
-Y usted, ¿qué ha aprendido sobre el matrimonio después de 50 años juntos?


-Bueno, no es que nos hayamos sentado en este sillón por 50 años... Hemos tenido una vida muy activa. Mi mujer no es de las que se quedan en la cocina haciendo sopa.

Ella es una mujer de carrera. Cuando tenía 25 trabajaba, y ahora también. Siempre ha tenido una vida profesional muy rica, y yo igual... Entonces somos dos personas en la misma casa, pero no vinculados claustrofóbicamente. Eso no significa que tenemos seis amantes por lado. No, eso significa que tenemos nuestras propias opciones, y no es nunca una trampa. El matrimonio no es una trampa. Y ésa es una de las razones por las que yo creo que nuestro matrimonio ha funcionado. Quizás a otra gente le gustan las trampas, les gusta estar atados, y quieren estar encadenados...

-¿Por qué cree que la gente se divorcia tanto hoy?


-Las razones son muy complejas.

¿Por qué la gente se divorcia?

Porque no son felices. ¡Pero la infelicidad no es una razón para divorciarse! -exclama, abriendo mucho los ojos y moviendo las manos.
"La infelicidad no es una razón para hacer nada. La vida no siempre es feliz, y uno debe estar consciente de eso. Algunas personas no están educadas lo suficiente, maduras lo suficiente, para ver que la infelicidad es parte de la vida. El miedo es parte de la vida, el error es parte de la vida. Y no llegas y arrancas de la falla, la infelicidad... eso no significa que debes sufrir innecesariamente. Pero significa que a veces el sufrimiento es necesario y es bueno. A veces es una experiencia de aprendizaje".

-¿Qué mata a un matrimonio?


-Lo que mata a un matrimonio, o a una relación en general, es la falta de respeto. Lo que mantiene una relación es, de todas las cosas, el respeto. Y nunca es el sexo lo que mantiene una relación. ¡Es tan inmaduro pensar eso! Porque el sexo no es amor.


-Pero pueden ir juntos, ¿no?


-Sí, pueden ir juntos, por 15 minutos, ¡¡¡cuando tienes 23 años!!! -se ríe. "Claro, puede ser cuando eres joven y apasionado, obsesionado e infatuado, y estúpido. Quizás. Pero luego el realismo toma control. El realismo, en tanto lo opuesto a la fantasía. Eso de que vivieron felices para siempre es pura fantasía. Simplemente no es verdad. Nadie vivió "happily ever after"...

-El tema de su matrimonio también estuvo en su libro Thy Neighbor's wife, con gran escándalo, en 1980. Vivió en un centro nudista y administró una casa de masajes.

-Fue un libro muy radical, que me trajo muchas críticas,

particularmente por estar casado con una mujer destacada y tener hijas que estaban entonces en el colegio, adolescentes. Entonces en las clases a las que iban había chismes sobre este padre decadente y todo eso. Pero nunca sentí que había hecho algo malo.
"Era claramente un libro sobre la infidelidad, y sobre la prevalencia de ella en la revolución sexual previa al sida. Y si escribes sobre eso, como he dicho, no lo haces desde una sala de prensa, como un periodista deportivo describe un torneo de fútbol... Yo quiero saber. Mi deseo era saber, y me refiero a realmente saber, no de segunda mano, sino de verdad. O eres capaz de hacerlo o no. Y yo fui capaz y no me avergüenzo".


-¿No lamenta nada de eso?

-No. El hecho es que si quería escribir de este centro sexual en California, que es el centro de ese libro, tenía que vivir ahí. Viví como nudista. Es fácil...


-Hay que sacarse la ropa...


-Claro, y ajustarse a las circunstancias. Conocer a la gente, estar ahí... quería conocer esa sociedad. Tienes que ser capaz de decir: yo vi lo que escribí. Y yo estaba ahí. ¿Y qué hacía? Lo que hacía, y describía eso. Y también observaba. Soy un observador apasionado. Si no puedes hacer eso, quizás debes ser un abogado o un doctor... Nunca pensé que había ahí una divergencia con mi estilo usual de reporteo.


"Y bueno, ahora llevo 50 años de matrimonio en este mismo edificio en el que estamos hoy. Misma dirección, mismo techo, misma mujer, 50 años. Pensé: ésta es una historia. Segundo: tengo curiosidad. Tercero: tengo registros de todo. Guardo cartas, notas, todo".


EL REY DE LA FIESTA


Boina negra, pantalones negros, zapatos oscuros con algo brillante en la punta, chaqueta roja. Nan, su mujer, es estilizada, de ojos grandes, facciones finas, una dama. Tiene una cartera gigante, de donde saca una libreta llena de anotaciones, y donde busca sin éxito una tarjeta de visita.


Nan Talese se sienta en primera fila en una charla de la Universidad de Nueva York, donde un grupo de académicos habla de la vigencia de la obra de Talese, a propósito de la reedición de Thy Neighbor's wife y de Honor Thy Father.

Talese habla, bromea, seduce, recibe aplausos de una multitud de estudiantes, que le piden que autografíe libros o se saque fotos, como si fuera una estrella de rock.

La noche sigue en un restorán. Cómo no, son los lugares favoritos de Talese, y cada noche come en alguno de ellos. Desde niño le fascinan. El de hoy es el Bar and Grill, en el Bowery.

-¡Este lugar es fantástico! -dice ya sentado, con su Gin and Tonic cerca, y comienza a entrevistar a los comensales. Nan pide ceviche. Llegan, además, burritos, tacos, camarones con salsas.
Talese le toma la mano a la mesera.
-¿Cuál es su nombre? Usted nos acompañará toda la noche, ¿verdad? -le pregunta con coquetería.

-Sí, claro. Pero necesito sus identificaciones ahora -dice ella, para estar segura de que no haya menores de edad tomando alcohol.

Los mas jóvenes muestran sus ID. Él, a sus 77, se ríe a carcajadas.

Cuenta más historias sobre personajes talesianos: un dueño de motel de Denver, que tenía cámaras y micrófonos instalados en las habitaciones, y que le escribió para decirle que le pasaba sus registros para que él lo transformara en un libro. O de Héctor López, a quien conoció hace unos meses cuando escribió sobre el río Hudson para el New York Times.

López trabajaba con una retroexcavadora y Talese quedó tan fascinado por la prolijidad con que hacía su trabajo, que le dio su teléfono y le pidió que lo llamara porque quería escribir sobre él. O sobre los asentamientos judíos en Palestina, que es la historia que quisiera escribir ahora. "¿Cómo viven? ¿Tienen TV cable? ¿Qué hacen?" -exclama, moviendo las manos, arqueando las cejas en una sonrisa, poniendo voces distintas. Es el rey de la fiesta y Nan parece su pareja perfecta. Se ríe, le toma la mano a veces, termina de contar sus historias.

De vuelta, en el taxi, la abraza por los hombros. Le pregunto a Nan por su trabajo con los autores a los que edita: Ian Mc Ewan, Margaret Atwood, Pat Conroy, entre otras luminarias.

Contesta con entusiasmo. De pronto, dice: "Soy muy afortunada".
-¿Por qué?

-Por estar casada con él -sonríe y le toca la rodilla. Gay Talese le devuelve la sonrisa.


Y el taxi ya va raudo rumbo a Park Avenue, hacia el mundo privado de los Talese, donde están su poder y su reino.

Desde Nueva York, por Paula Escobar Chavarría.