lunes, 13 de julio de 2009

EL PREMIER VELASQUEZ QUESQUEN...





En toda una revelación se convirtió la designación de Javier Velásquez Quesquén como el nuevo Primer Ministro del segundo gobierno del Presidente Alan García Pérez.


Casi todos los analistas políticos peruanos salieron con la pata en alto y de arranque desmerecieron las calidades políticas de Velásquez Quesquén al extemo que Agustín "El Tigre" Figueroa le dió sólo cinco meses de vida.


Para otros el nuevo gabinete es de "Choque" y también le restaron méritos a los flamantes ministros de Defensa, Rafael Rey Rey, Justicia, Aurelio Pastor, y Comercio Exterior, Martín Pérez, de quienes dijeron que son muy amigos del ex Primer Ministro, Jorge Del Castillo.


Sinembargo, debemos tener en cuenta que en Perú hay libertad de expresión y todo ciudadano, sea periodista o no, tiene la libertad de expresar su punto de vista como lo considere conveniente y sin corta pisa.


Así es la política y los políticos que representan al gobierno tienen la responsabilidad de saber responder con altura y sencillez - es decir con correa - los cuestionamientos con una claridad que la opinión pública reflexione sobre ello.


También es cierto que muchos de los comentaristas reflejan sus intereses partidarios y su interés de respaldar a determinado candidato. Por ejemplo, es conocido el acercamiento de Fernando Rospigliosi a Alejandro Toledo, fue su ministro, y es comprensible su posición.


Lo sensato es esperar las primeras acciones de Velásquez Quesquén, conocido como "El Señor de Sipán", para tener una opinión acerca de su gestión, más aún cuando el Perú atravieza una situación muy delicada polìticamente: Con una oposición encabritada y los frentes de defensa atrincherados, producto de los trágicos sucesos del 5 de junio en Bagua, donde perecieron 34 personas.



El gobierno de Alan García ha tomado una decisión muy delicada en su tercer año de gestión y los peruanos esperan que se logre restituir el orden, la confianza y la autoridad al amparo del respeto de los derechos humanos y de las prerrogativas que nos franquez la democracia.



Edgar y César

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