domingo, 11 de octubre de 2009

VALERIE JARRET, EL PODER Y OBAMA

Uno de los grandes meritos de los considerados genios de la imagen y los llamados consejeros presidenciales es precisamente lograr acompañar a los Jefes de Estado, Presidentes y Mandatarios en sus gestiones gubernamentales hacía no solo conquistar el cargo sino llevarlos al éxito.
Esa es la labor de la consejera del flamante Premio Nobel de la Paz y Presidente de los Estados Unidos de Norteamerica, Barack Obama, VALERIE JARRET.
Simplemente, ella, cumple con dos requisitos claves para articular y desempeñar adecuadamente su gestión, gozar de la confianza y sentirse en familia con la personalidad con la que trabaja.
Sus opiniones, comentarios, críticas y propuestas son tomadas en cuenta en momentos vitales de la campaña electoral y así como cuando ejerce la primera magistratura de la nación más poderosa del mundo.
Es una curiosidad valera para aquellos estudiosos del PODER, tratar de desentrañar los misterios y enigmas que encierran los destinos de aquellas personas que se convierten en personajes de especial influencia en la vida de los grandes hombres públicos.
Entonces, nos preguntamos ¿qué hace a un ser humano ser un exitoso asesor de imagen? ¿Cuál son los requisitos claves para conducir la imagen de una gigantesca personalidad?
Si bien Maquiavelo, con su obra, "El Principe", nos da una serie de consejos, también es cierto que nacer con el sentido común, el buen criterio, el equilibrio y sobre todo saber mirar, escuchar, leer y tener ese instinto de captar hechos, situaciones y coyunturas que puedan ser aprovechadas por el personaje.
Es también un misterio tratar de saber cómo o porqué gana un candidato el Poder. Hay explicaciones antes y después de cada elección, pero díficil captar en el momento ese "factor especial" que lo hace ganador.
En el Perú tenemos ejemplos que dan para escribir varios libros, desde la palabra señera de Fernando Belaúnde Terry, presidente en dos ocasiones; la elección de Alberto Fujimori, quien le gana a dos altas personalidades de talla mundial: Mario Vargas Llosa, en 1990; y a Javier Pérez de Cuéllar, dos veces Secretario General de las Naciones Unidas; así como al actual Jefe de Estado Alan García, quien en dos ocasiones ocupa la primera magistratura peruana.
Podemos reseñar, contar y describir, pero definir exactamente cuál es el factor, la clave, la esencia del asesor de imagen o el consejero presidencial es, como reitero, un misterio.
Entretanto, disfrutemos con la crónica de la consejera de Barack Obama, VALERIE JARRET:
La consejera de Obama
Amiga cercana y consejera del Presidente de Estados Unidos, Valerie Jarrett tiene una influencia que muchos quisieran.
Y todos saben: influir en Obama es influir en el mundo.
Por ROBERT DRAPER

El 25 de enero del 2005, un día antes de la primaria demócrata en Carolina del Sur, Barack Obama pasó por una sucesión de cansadores eventos a lo largo del estado.
Cuando su staff le informó que esa tarde culminaría con una breve pasada por una gala de la fraternidad afro-americana Alpha Kappa Alpha, Obama se negó de plano a asistir. "He estado en eventos de fraternidades antes", dijo. "No vamos a cambiar la mente de nadie".
Rick Wade, un consejero senior; Stacy Brayboy, directora de la campaña en el estado, y Anton Gunn, el director político del estado, se turnaron para convencer a su jefe.
A la gala, le dijeron a Obama, asistirían más de dos mil mujeres afroamericanas educadas, un grupo de constituyentes que estaba originalmente escéptico de la "negrura" del candidato y que la campaña estaba desesperadamente tratando de sacarle a Hillary Clinton.
La irritación de Obama creció. "Hombre, es tarde, estoy cansado", dijo abruptamente. "No voy a ningún evento de fraternidad".
Los tres miembros de su staff a esas alturas sabían cuál era su única opción: "Si quieres que haga algo", Gunn me diría más tarde, "hay dos personas a las que no les dice que no: Valerie Jarrett y Michelle Obama".
Durante el penúltimo evento del día, Gunn, Brayboy y Wade le presentaron la situación a Jarrett, vieja amiga y consejera de los Obama. Jarrett les dijo: "Podemos lograrlo".
Le informó a Michelle lo que pasaba y la mujer de Obama se acercó a su marido para decirle que les quedaba un evento al que asistir.
"Le dije a Anton que no iré a ninguna fraternidad", ladró Obama.
Jarrett se acercó al candidato. Su voz era muy calmada y directa.
"Barack", dijo ella. "¿Quieres ganar, no?" Frunciendo el ceño, Obama le dijo que sí. "Bueno, entonces necesitas ir a la gala".
"Ahí se calló", recuerda Gunn. "Y se subió al bus". Si Valerie Jarrett le dice a Barack Obama que algo es lo correcto, lo más probable es que lo haga.
Jarrett (52 años) está divorciada y tiene una hija estudiando leyes en Harvard. Tiende a vestirse elegantemente, como si tuviera planeado pasarse de la oficina a un evento, algo común.
También tiende a dejar su termostato emocional ajustado a la temperatura de la oficina, al igual que el Presidente -a no ser que el tema sea el Presidente mismo-.
"No sólo es inteligente", dice. "También es perceptivo, mira el lenguaje corporal. Acabamos de tener una reunión y una de sus colaboradoras....Si no estabas poniendo atención de cerca, no notabas que ella se estaba involucrando emocionalmente en el tema. Era claro para mí, como mujer, que era algo que le importaba. Y yo lo miré a él y vi que la estaba leyendo completamente. Miro alrededor, a los otros hombres en la sala. Y ninguno de ellos se enteró. ¡Ninguno!".
-"Pero usted vió que él sí se enteró".


-"Oh, sí", asiente. "Bueno, lo conozco bastante bien, así que puedo leer sus caras. Y apostaría un dólar a que, cuando la reunión terminó, él la fue a contener. Seguramente le dijo: 'Quiero hablarte por un segundo'".

Entre los hilos conductores que han sido casi ininterrumpidos durante la presidencia estadounidense está la inevitable presencia del que "tiene llegada con el jefe". Karen Hughes la tenía con George W. Bush.

Bruce Lindsey con Bill Clinton. Jim Baker con el Bush padre. Y así, hasta llegar a la cercanía de William Seward con Abraham Lincoln y la dependencia de Thomas Jefferson con James Madison.

Cada consejero ha servido a su Presidente de una manera reveladora de la psicología del Presidente mismo. H. R. Haldeman entendió la poca habilidad social de Richard Nixon, Bert Lance podía adivinar cuando Jimmy Carter requería un presupuesto, una broma o un momento de oración.

El título de Jarretten Washington es consejera senior y asistente del Presidente en asuntos públicos e intergubernamentales.

En otras palabras, ella es la intermediaria de Obama con el mundo exterior. Pero Jarrett es también la amiga más cercana en la Casa Blanca.

Su influencia deja huellas.

Durante cuatro meses de reporteo, luché para entender su infalibilidad en la Casa Blanca de Obama.

Mis insistentes preguntas se vieron premiadas una tarde en que el Presidente me llamó: "Bueno, Valerie es una de mis amigas más antiguas", empezó Obama. "A medida que ha pasado el tiempo nuestra relación evolucionó hasta el punto en que ella es una hermana para mí... Confío totalmente en ella".

Al rato, su monólogo se transformó en algo banal.

Jarrett le servía como "sus ojos y orejas" y ayudaba a hacer "correcciones a mitad de camino". Cuando Obama terminó, lo presioné para fuera sea más claro.

¿Qué era tan único en su relación para hacerla indispensable?

De seguro, dije, no era simplemente la longevidad de su relación.

"No, como dije, ella es alguien en quien confío completamente", respondió.

"Ella es parte de la familia, combina la cercanía de un familiar con la sapiencia y objetividad de una mujer de negocios profesional y una experta en políticas públicas. Esa es una combinación única, tú sabes. Tengo amigos que son cercanos, pero que no entienden la naturaleza de mi trabajo. Hay otros que son extraordinarios expertos en política, pero que no tienen un recorrido conmigo".


De la descripción de Obama, dos palabras se me repitieron insistentemente: "confianza" y "familia".

Después de nuestra conversación empecé a repasar las tareas de Jarrett.

Hablando ampliamente, se trata de "influir" en interminables reuniones, discursos y conferencias.

Jarrett funciona como el nexo de facto entre Obama y la comunidad empresarial.

De todo el equipo económico del Presidente, ella es la única que ha estado a cargo de un negocio de millones de dólares (fue presidenta de una inmobiliaria en Chicago).

Su credibilidad con el sector privado es una obvia ventaja para el Presidente a la hora de enfrentar la recesión.

"Creo que Valerie es el pegamento entre Obama y el mundo exterior", dice un amigo mutuo. "Primero es su conexión a Chicago y luego la red de contactos de ambos crece exponencialmente al resto del país. Ella ha abierto muchas puertas".


Jarrett también sirve como la líder no oficial en temas de minorías.

El círculo duro de Obama está compuesto en su mayoría por hombres blancos, igual que siempre. Un consejero top reconoce: "Al final del día, cuando él está con su staff más cercano, ella es la única que tiene un sentido de lo que es tener un background diferente al de todos los demás".


La experiencia que Jarrett comparte con los Obama es sobre su raza, y a un nivel más profundo, sobre la coexistencia en la psiquis afroamericana de temas de conciencia y ambición, de activismo y acomodamiento.

Es, como diría Obama, quienes son. "Al Presidente y a la primera dama les importa mucho la noción de autenticidad", dice Martin Nesbit, un empresario de Chicago que compite con Jarrett en cercanía a los Obama.

"Y conociéndolos como los conozco, Valerie siempre está ahí para decir: 'Sí, pero ¿sabes qué? Ese no eres tú. Tú no dirías eso. Alguien más está diciendo eso. Barack Obama no diría eso'".

Los Obama y Valerie Jarrett fueron testigos de las transformaciones raciales y de clase en Chicago durante la administración de Harold Washington, el primer alcalde negro de la ciudad.

"Había algo que nos decía que la gente puede cambiar, las comunidades pueden cambiar, las ciudades pueden cambiar", me dijo Jarrett cuando le pregunté lo que significaba Chicago para ella y los Obama.

"Derrotar a la adversidad no sólo te hace más fuerte. También te hace tener más esperanza. Vivimos la transformación de la ciudad y quizás ganamos confianza al haber vivido en ese tiempo".

Confianza y esperanza. Todo lo que simboliza la administración de Obama se encuentra en Valerie Jarrett. La gran consejera de Barack.

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