viernes, 16 de octubre de 2009

SE RECONTRA PASO DIEGO ARMANDO MARADONA

Complicada, díficil y compleja es la relación de la prensa con los ídolos mundiales.
Dos casos emblemáticos, por clamorosos y patéticos de alcance mundial, fue la relación de la prensa con la Princesa Diana, a quien nunca la dejaron en paz y que llegó a punto más crítico cuando se estrelló su automóvil y murió; también hicieron lo propio hizo con el Rey del Rock, Michael Jackson, hasta que dejó de existir.
Ahora ese amor/odio que marca su relación con el considerado Dios en Argentina: DIEGO ARMANDO MARADONA, a quien no le han dado tregua ni luna miel como entrenador de la selección de fútbol de los argentinos.
Sus críticos no lo han dejado descansar ni de día ni noche mucho menos al mediodía ni tampoco a la mediatarde: Lo han calificado de lo peor y lo han puesto de lo peor.
Todos sabemos - o en todo caso aquellos nos gusta el fútbol - que este deporte es el primer y mejor producto nacional y de exportación argentino. Para los argentinos es su orgullo, alma y espíritu.
Sinembargo, los periodistas no han tenido ni tienen piedad ni compasión ni mucho menos respeto a un grande MARADONA, a quien le exigen, piden, presionan resultados que ellos se le antoja. Así de simple.
Además para nadie era un secreto que el seleccionado que dirige Diego Armando no pasaba por un mal momento desde antes de que asumira la dirección técnica.
Ignorando ese gran detalle los periodistas exigen resultados, clamando por triunfos, dejando de lado como mínimo los empates.
Como era obvio, y conociendo a Diego Armando - quien no le aguanta pulgas a nadie - ha convertido hoy esa relación una tragedia mundial: Maradona aprovecho las cámaras de la televisión mundial para insultar a su antojo a los periodistas con frases que se convirtieron en toda una celebridad: "QUE LA CHUPEN Y LA SIGAN CHUPANDO".
Asi de simple y sencillo: que la chupen y la sigan chupando...a que se refería, es mejor que imagina vuele y acierte....lo que si es cierto que ya se confeccionan polos, camisetas y otros artículos con esa frase que está haciendo ganar billete a todos aquellos que se cuelgan de frases célebres.
Nada ni nadie puede justificar esa virulenta reacción verbel. Todos lo condenan. Pero alguien podrá ponerse unos cinco minutos en el pellejo de Maradona, cuando cada mañana, cada tarde y cada noche los periodistas lo llaman incapaz, ineficiente, bueno para nada, te queda grande el buzo es lo más elegante ante otra sarte de insultos.
Ud. podría tolerar? Claro, los periodistas dirán al toque, inmediatamente, le falto talla, no tiene nivel, es un simplón para "tolerar" a la prensa y pondrán los recuerdos de entrenadores que nunca se metieron con los periodistas, simplemente se metieron en su caparazón y aceptaron la sarta de tonterías.
Sin más ni más le dejemos con la crónica que nos da más detalle de la bronca de Maradona con la prensa ya no solo argentina sino también mundial:

Maradona avergüenza a Argentina

El jugador adorado por la afición se ha convertido en un entrenador grosero a quien pedir cuentas

El protagonismo de Diego Armando Maradona en el fútbol argentino es total.
Ni tan siquiera la victoria frente a Uruguay en el último partido de clasificación (0-1 en el estadio Centenario de Montevideo, gol de Bolatti) y el pase al Mundial de Suráfrica han permitido que el foco se corriera hacia Verón o Demichelis, que salvaron el partido, o al inesperado goleador, Mario Bolatti.
El seleccionador, Maradona, atrajo toda la atención hacia sí mismo con unas explosivas y groseras declaraciones, insultando a quienes se habían atrevido a criticar su manejo de la selección. "Tengo memoria, hermano, al que no creía, a los que no creyeron, que la chupen y la sigan chupando", lanzó en una rueda de prensa retransmitida a todo el mundo y que ha aumentado todavía más el malestar por su actuación al frente de la albiceleste.

Tratado siempre como un símbolo planetario, nunca pensó que ese enfoque desaparecería
Es verdad que al final del partido algunos de los jugadores entonaron cánticos con insultos para la prensa argentina.
Pero también que, ante las cámaras, todos ellos controlaron su lenguaje e incluso aceptaron que el partido no había dejado grandes motivos para la celebración.
Juan Sebastian Verón, La Bruja, uno de los caudillos de Maradona (a sus 34 años), fue explícito: "Esto es un desahogo. No hay que festejar. Ahora hay que ponerse a trabajar para el Mundial. Hay que hablar, reflexionar y mejorar".
Maradona, por el contrario, no se limitó a un estallido de llanto en el propio césped del Centenario, abrazado a un casi descompuesto Bilardo, el director técnico de la federación, que se apresuró a negar todas las informaciones sobre desacuerdos anteriores.
"Te querían limpiar, te querían limpiar", sollozaba Bilardo delante de las cámaras. Maradona esperó a la sala de prensa para dejar salir todo el resentimiento acumulado durante estas semanas.
"Sé todo lo que dijeron ustedes: quién me pegaba, quién no. Quién era más hijo de puta, quién no". "Yo soy blanco o negro, no voy a ser gris en mi vida. Sigan mamando", amenazó, con el pequeño hilo de voz que le quedaba tras desgañitarse durante el encuentro.

El irreverente jugador que tanto quiso la afición argentina se estaba convirtiendo en un entrenador grosero al que se empieza a pedir cuentas. "La peor versión de Maradona", "El festejo del rencor", "Maradona sigue sin entender que no importa hacia dónde se va sino cómo se va", "Diego Mamando Maradona", titularon los diarios.
Alguno incluso solicitó su despido inmediato. "En cualquier organización seria, de las que entre nosotros no abundan, pero son comunes en sociedades lógicas, hoy Maradona estaría sin trabajo", escribe Andrés Prestileo, en La Nación.
"El 81% de los encuestados por Clarín opina que Maradona debe ser sancionado", informa el diario porteño. Maradona se las ha arreglado, coinciden todos, para estar en el ojo del huracán por sus declaraciones y no por el resultado del partido. Es decir, para ser el único protagonista de la jornada.
Que Maradona estaba sufriendo como un poseso por las críticas que recibía, lo sabía todo el mundo.
El jugador está acostumbrado a ser tratado como un ídolo, un astro mundial, y quizás nunca pensó que ese tratamiento podía desaparecer cuando saltara a la cancha como entrenador.
Diego intentó separar los reproches de los periodistas del afecto y apoyo de sus hinchas. "La gente, la gente, a ellos sí les agradezco su apoyo", aseguró, negándose a aceptar que ese afecto, sincero, pueda quedar sepultado por el aluvión de quejas y regañinas, igual de sinceras, que le llegan por el mal juego de la selección.
De hecho, en el partido contra Perú, buena parte de la hinchada dejó claro su enfado y aunque los gritos se centraron mucho más en los jugadores y en el equipo que en el entrenador, las encuestas no dejan mucho margen para interpretaciones: la mayoría de los argentinos duda de que Maradona pueda ser un buen seleccionador.
"Algo debe quedar claro", insistía ayer Daniel Guiñazú, en Página12; "por este camino al fútbol argentino no le aguarda un destino de gloria".
Los comentaristas insisten en sus sospechas de mala relación entre Maradona y Bilardo y aseguraban que los asesores del seleccionador, Mancuso y Lemne, son voces mediocres que no ayudarán a mejorar las cosas. Ciertamente, al final del partido el único que parecía un seleccionador, frío y analista, era Verón.

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