viernes, 9 de octubre de 2009

SE PASO MINISTRO GAY FRANCES...

Sorpresa y asombro causó en el mundo, al revelarse que el actual Ministro de Cultura de Francia se reveló como homosexual y además que ha tenido relaciones con jóvenes durante su disipada vida sexual. Todo esto lo relata, con frialdad, en su libro autobiográfico titulado "Mala Vida".
Lo más irónico del tema es que el ministro se mantiene en el cargo no solo por el peso de su apellido Miterrand sino porque los franceses así lo permiten.
Nos preguntamos ¿Debía renunciar? ¿No es un delito declararse homosexual? En fin, los dejo con una crónica sabrosa sobre este espinoso asunto:

La dinastía del ministro de "La Mala Vida"

Frédéric Mitterand es sobrino del ex presidente que gobernó Francia entre 1981 y 1995.

A los franceses les gusta pensar que desde su Revolución dejaron atrás aspectos tan arcaicos como las familias políticas, las dinastías hereditarias y toda noción de gobierno aristocrático.

Nada tan alejado de la realidad.

La política francesa, tal como el arte francés y el mundo francés de los negocios, está repleto de nombres bien conocidos que se repiten a través de las generaciones. Por ejemplo, los Mitterand.

La familia proviene de la región de Cognac, en el suroeste de Francia, donde el patriarca original Joseph era un próspero fabricante de vinagre a comienzos del siglo XX.
Joseph tuvo ocho hijos, de los cuales el más famoso, François, fue presidente de Francia entre 1981 y 1995.

El hermano mayor de François, Robert, fue un ingeniero y gerente de empresa, mientras que su hermano menor Jacques (quien vive aún), fue un general de la Fuerza Aérea.

Entre tanto, el sobrino del ex presidente, Frédéric (hijo de Robert), se convirtió en un personaje de la televisión y en cineasta, antes de ser nombrado ministro de Cultura a comienzos de este año.

Y en la actualidad la viuda del presidente, Danielle, sigue con su trabajo en varias fundaciones de izquierda. Mientras que Mazarine, la hija de François, que por largo tiempo estuvo escondida del público, es hoy una conocida escritora.

"Carismático y felino"

La cultura política francesa otorga gran valor a la protección de la privacidad de sus dirigentes.

Como todas las buenas dinastías, los Mitterand han tenido su cuota de escándalos, comenzando por el presidente mismo.

Carismático, ambiguo, felino y faraónico, François Mitterand se arropó en el secreto, como si quisiera darle al supremo cargo de la República la mística de una era monárquica pasada.

Los franceses se enteraron de los vínculos de juventud de Mitterand con la extrema derecha de la pre-guerra solamente al final de la vida del presidente.

Del mismo modo, vinieron a saber que Mitterand tenía una hija adolescente en secreto (Mazarine). Y sólo después de la muerte de Mitterand supieron que había sufrido de cáncer durante buena parte de su segundo periodo presidencial.

Sus simpatizantes pensaban que era un genio político, pero sus enemigos lo tachaban de mentiroso y una serie de escándalos políticos y financieros empañaron irrevocablemente el final de su era.

En combate


Uno de esos escándalos involucró a su hijo Jean-Cristophe, cuyo sugestivo apodo era Papamadit (Papi me dijo).

El ministro de Cultura francés ha defendido abiertamente a Roman Polanski.

En 1993, este especialista en temas africanos, quien comenzó su carrera como reportero de la AFP en África, fue investigado con relación a un negocio secreto de armas con Angola.

En el juicio que se le siguió se estableció que había usado sus conexiones en el palacio presidencial para aceitar las ruedas en beneficio del comerciante de armas Pierre Falcone, recibiendo varios millones de francos por sus servicios.

Fue encontrado culpable de fraude de impuestos y recibió una condena en suspenso de 30 meses, además de una fuerte multa.

Y ahora el escándalo está acercándose al sobrino del difunto presidente, Frédéric, quien por cuenta de algunos pasajes de su gráfica novela autobiográfica "La Mala Vida" está acusado de practicar turismo sexual.

La pasada noche del jueves Frédéric Mitterand apareció en modo combativo en una entrevista para un programa de noticias de alta audiencia, rehusándose a renunciar a su puesto de ministro de Cultura.

Aceptó que había pagado por sexo gay en el extranjero pero vehementemente negó que alguna vez hubiese sido con muchachos menores de edad.

Inconsistencia

Un ministro en circunstancias similares en el Reino Unido, por ejemplo, habría tenido muy pocas posibilidades de sobrevivir. La prensa popular habría se le habría lanzado al cuello, aferrándose a las muchas ambigüedades en el recuento de Mitterand.

Por ejemplo, en el libro no hay duda de que está hablando de tener relaciones sexuales con garçons (chicos).

En un muy citado pasaje, que el autor ubica en un club homosexual tailandés, dice: "La abundancia de muchachos, muy atractivos e inmediatamente disponibles, me pone en un estado de deseo que ya no tengo que contener o esconder".

En muchos países, esto con seguridad sería suficiente para provocar su caída, no por ser homosexual sino porque hay una inconsistencia entre un gobierno comprometido en la lucha contra el turismo sexual y un ministro que ha sido un turista sexual.

Pero en Francia, donde la creencia en el derecho a la privacidad y un punto de vista liberal acerca del sexo, son ambos casi sagrados, muchos creen que sería hipócrita obligar a Frédéric Mitterand a salir de su puesto.

Porque, si uno lo piensa bien, ¿qué ha hecho, aparte de hablar honestamente?

Y después de todo, es un Mitterand.


Mitterrand en la hoguera


El escándalo se ha abatido sobre el ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterrand, sobrino del antiguo presidente de la República y uno de los principales personajes con los que Sarkozy ha querido subrayar su apertura hacia la izquierda.
Las llamas que hoy devoran a Mitterrand fueron encendidas por la vicepresidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, hija del fundador.
Citando párrafos de La mala vida, el libro autobiográfico que Mitterrand publicó en 2005, Le Pen se preguntó si podía ser ministro de Francia -país que trata de combatir la lucha contra el turismo sexual- una persona que reconoce haberlo practicado en Tailandia.
Tras unas primeras jornadas de desconcierto, las invectivas contra Mitterrand llegaron tanto de sus nuevos compañeros de la derecha como de sus viejos correligionarios de la izquierda.
Para colmo, su decidida defensa de Roman Polanski, acusado de violar a una menor en EE UU hace tres décadas, terminó por empujarlo ante las cámaras de televisión para declarar que homosexualidad y pederastia no son lo mismo. Eso está claro, y el tema no es ése.

Un escándalo como el que vive Francia puede ser contemplado desde muchas perspectivas, a comenzar por la más inesperada, la teológica.
Seguramente sin proponérselo, Frédéric Mitterrand ha desafiado con sus declaraciones los argumentos de la Santa Sede a favor de los curas pederastas, a los que recientemente ésta ha tratado de disculpar por la vía de declararlos efebófilos.
La cuestión fundamental, a efectos de la moral vaticana, es saber si la efebofilia sólo es disculpable en los ministros de Dios o también en los del César.
No es seguro que si Roma aceptase pronunciarse sobre esta trascendental cuestión teológica, Francia recuperase el sosiego.
A lo mejor los franceses podrían intentarlo, sobre todo para dejar paso a otras perspectivas no menos importantes. Por ejemplo, por que se carga contra un ministro por aquello que se
le consentía cuando era sólo un escritor.
Aunque al final es obligado matizar el perspectivismo con la atención
a la regla moral y a las leyes que prohíben la pederastia a curas, escritores y ministros, sin distinción de credo e ideología.

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