miércoles, 28 de octubre de 2009

JUANITA LA ESPIA DE SUS HERMANOS

Nos preguntamos ¿Los ideales son más importantes que los lazos de sangre? ¿Qué induce a la traición a una hermana contra su propio hermano? ¿La codicia, la ambición, la angurria, la envidia? ¿Qué factor define una traición entre hermanos?


Ha sorprendido la revelación de la hermana de Fidel y Raúl Castro, Juanita su viva participación con la CIA (la agencia del servicio secreto norteamericano) como espía en contra de sus hermanos, los gobernantes de Cuba.


Juanita argumenta que su labor de espionaje se basa en los fusilamientos ordenados por sus hermanos, Raúl y Fidel, cuando iniciaron su prolongado gobierno de la isla caribeña.


Ella, Juanita Castro, en un libro revela detalles sobre la opción que tomò para espiar a sus hermanos:



Una hermana de Fidel espió para la CIA

Juanita Castro fue agente secreta en los años 60; hoy vive en Miami

Parece que en el mundo del espionaje no se gana para sustos.


Que lo digan, si no, los hermanos Castro, que desde hace 50 años mandan en Cuba a puro secretismo y, pese a eso o tal vez precisamente por eso?, les nació un "topo" en plena familia: ahora se sabe que su hermana Juanita trabajó durante años y desde el living de la casa familiar como espía de los archienemigos de la CIA.

A comienzos de la década del 60, cuando el gobierno de John F. Kennedy intentó invadir la isla por miedo a un fortalecimiento del régimen comunista, la cuarta hermana de los Castro ayudaba a Washington como agente secreta.


En esa condición, respondía al nombre clave de Donna y usó su lugar en el corazón del régimen para jugarse el pellejo pasando información camuflada en latas de conserva.

Lo hacía, según contó, para "ayudar a evitar la captura, prisión y posible ejecución" de perseguidos por la policía secreta de su hermano Fidel Castro. Fue, por caso, el recurso de los envases de lata con supuestos alimentos adentro -digno de una película de James Bond- que usó para pasar de México a la isla información y dinero para otros agentes que la CIA ya había reclutado en Cuba y para los que actuaba como enlace.

Hoy, todo eso se sabe porque esta cubana de 76 años, que desde hace décadas no se habla con Fidel "ni siquiera por recaditos", lo contó en un libro llamado Mis hermanos Fidel y Raúl: La historia secreta.

Con más de 400 páginas, el libro se convirtió en un best seller apenas salió a la calle, sobre todo en esa pequeña Cuba que es buena parte de Miami. Y, a medida que se pasan las páginas, lo que la historia trasunta es que, a los 31 años que tenía por entonces y en plena Guerra Fría, esta mujer de hablar suave y cantarín actuaba como una corajuda agente de primera línea.

Se movía en un mundo de traiciones y coraje en el que no ahorraba recursos. Usaba una radio de onda corta para transmitir mensajes en clave desde La Habana y, para que los hombres de su hermano Fidel no se los descifraran, los disfrazaba entre frases musicales de la ópera Madame Butterfly y del popular vals llamado Fascinación . Por lo menos, tenía tanta audacia como buen gusto.

¿Qué pasó por la cabeza de esta mujer para que diera semejante giro? Según ella misma cuenta, no fue otra cosa que la mayor de las decepciones frente a una revolución vista desde la primera fila.

Juanita cuenta que, en los comienzos, fue una ferviente militante del movimiento que terminó con el gobierno de Fulgencio Batista y recaudó fondos y apoyo para el movimiento. Pero pronto se decepcionó y se indignó ante los "fusilamientos y los atropellos" del régimen que se forjó bajo su hermano Fidel. "Sobre todo, los fusilamientos", subrayó.

Es la cuarta de siete hermanos, menor que Fidel y que Raúl, y de los dos prefiere a este último. "Es que Fidel no escucha; Raúl, en cambio, es más dialogante", dijo.

"¿Tuve remordimientos por traicionar a Fidel al aceptar reunirme con sus enemigos? No, por una sencilla razón: yo no lo traicioné a él. El fue quien me traicionó a mí, y a los miles que peleamos por la revolución que nos ofrecía, que era generosa y justa, y que traería paz y democracia para Cuba, y que, como él mismo nos prometió, sería «tan cubana como las palmas»", escribió.

El relato abunda en detalles sobre cómo, siguiendo instrucciones de la CIA que a menudo recogía en un punto de una ruta aislada, ayudó a evitar la captura, prisión y posible ejecución de perseguidos por la policía secreta de Fidel Castro.

Asegura que hoy mantiene relación con todos sus hermanos, menos con Fidel y con Raúl. Y que, en el caso de Fidel, el distanciamiento arrancó en 1963, cuando el hermano sospechaba de sus actividades contrarrevolucionarias, pero jamás imaginó que era una agente del enemigo. "Hoy estamos totalmente distanciados", confesó.

Ayuda brasileña


¿Cómo es que la hermana de un comandante autoritario se convierte en espía de la CIA? En su caso, Juanita relató que dio el salto con intervención de la diplomacia brasileña.

Dice en las memorias que el reclutamiento fue cosa de mujeres. En este caso, el sondeo le llegó a través de la esposa de quien entonces era embajador de Brasil en La Habana, Vasco Leitão Da Cuhna, quien luego ascendió en la carrera diplomática hasta ser canciller.

Fue la mujer de Leitão, Virginia, quien se acercó a Juanita y le pasó el mensaje de que los de la CIA "querían hablar" con ella. El primer contacto se produjo semanas después del fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, cuando viajó a México para reunirse con el funcionario de reclutamiento el 23 de junio de 1961.

Juanita y Virginia viajaron a México por vías separadas a fin de encontrarse con Tony Sforza, uno de los expertos de la CIA para Cuba, en una suite del recién estrenado Hotel Camino Real, de la capital mexicana. Juanita viajó con el pretexto de ver a Enma, su hermana, a quien no le mencionó el asunto.

Sforza, que se presentó bajo el nombre clave de Enrique, era una pieza clave de la CIA para todo lo concerniente a Cuba. Operaba en la isla haciéndose pasar por un elegante jugador de casinos, bajo el nombre de Frank Stevens.

Y fue este espía el que le encomendó su primera misión: introducir mensajes y dinero para otros agentes de la CIA en la isla, camuflados en las famosas latitas de comida envasada. De allí en más, su compromiso fue con "los perseguidos" por el gobierno de sus hermanos. También pasó información a la agencia sobre la instalación de cohetes soviéticos en la isla y del aumento del personal ruso entre la población local.

Salió de la isla luego de que el propio Raúl la previno de que había un expediente contra ella sobre sus actividades contrarrevolucionarias, pero al parecer no habían detectado su filiación con la agencia estadounidense. Fue también Raúl quien la ayudó a abandonar tierra cubana rumbo a México. Era 1964 y fue la última vez que se vieron.

Hoy, Juanita reside en Miami. El libro lo escribió en colaboración con la periodista María Antonieta Collins, de quien es amiga. Lo publicó la editorial Santillana y fue un proyecto que durante años guardó reposo. En realidad, las dos mujeres tenían miedo.

Un secreto de casi medio siglo

MIAMI (DPA). Juanita Castro afirmó al Canal 23 de Miami que sus hermanos Fidel y Raúl nunca sospecharon de su conexión con la CIA, un secreto que guardó, dijo, durante 48 años. "Juanita ha sido muy valiente al decidirse a contar este secreto", dijo María Antonieta Collins, la autora del libro.

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