miércoles, 28 de julio de 2010

EL PODER TRAS CARLOS ROCA

En mi país, el Perú, los peruanos nos quedamos sorprendidos por una noticia que obtuvo dos portadas de dos diarios de circulación nacionaL: Perú 21 y Expreso. Ellos anunciaban que el partido oficialista, el APRA, retiraba de la campaña municipal por el sillón edil de la plaza más importante que es Lima, la capital peruana.

Según esas versiones, con el famoso "fuentes dignas de todo crédito, aseguraban que tras una reunión de la Comisiòn Polìtica del APRA, con presencia del máximo líder y Presidente del Perú, Dr. Alan García Pérez, se habría decidido RETIRAR DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES AL DR. CARLOS ROCA CACERES.

Bueno, las reacciones no se hicieron esperar pero de manera especial y enérgica del propio candidato, Roca Cáceres, que se había enterado por los periódicos, lo que provocó, como es natural, poner paños fríos al Presidente de la Dirección Polìtica aprista, Javier Velásquez Quesquén, y el Secretario General político, Wilber Bendezú, quienes dijeron al unìsono: LA CAMPAÑA DE CARLOS ROCA SIGUE EN PIE.

Esto no fue suficiente para detener los análisis de los periodistas peruanos que inmediatamente, pusieron en blanco y negro, sus particulares punto de vista sobre el particular.

Y como este episodio polìtico, sin lugar a dudas, es una demostraciòn del PODER nos hace oportuno presentar los comentarios de Augusto Alvarez Rodrich y Mirko Lauer del diario La República y de Mariella Balbi,El Comercio:



El gamonal y su chacra

Por Augusto Álvarez Rodrich

El Apra nunca será un partido moderno con Alan García

Qué difícil debe ser el esfuerzo de construir un partido político que merezca realmente ese nombre cuando su propio líder es el principal interesado en petardear su situación actual y en demoler su perspectiva futura con el fin de que la agrupación nunca sea algo más que la combi para el transporte de sus ambiciones personales y que sus militantes nunca asciendan más allá del nivel de peón de chacra al servicio exclusivo del gamonal.

Ese es el problema de fondo del Apra que volvió a ser evidente en la discusión sobre la continuidad o cancelación de la candidatura municipal de Carlos Roca. Mientras él convocaba para la presentación de su plan de gobierno, en su partido debatían sobre a quién apoyar ahora en la elección.

Decir ‘su partido’, sin embargo, puede ser una exageración pues el único que toma las decisiones relevantes en el Apra es el presidente Alan García. Inicialmente, él estuvo en contra de la candidatura de alguien del partido y no perdió la oportunidad de manifestarlo en público.

Luego, este último fin de semana, el jefe de Estado tomó la decisión de arrimar a Roca sin tener la gentileza de avisarle previamente sino mediante una notificación por titular de periódico.

¿Así se trata a los dirigentes del partido? ¿Tan superior se siente García por haber sido la locomotora para que ‘su’ partido llegue dos veces al poder que cree que puede maltratar a quien le dé la gana?

Ningún logro personal puede convertirse en licencia para eso, entre otras razones, porque el fortalecimiento de un partido político requiere, de manera indispensable, el respeto a los mecanismos democráticos al interior del mismo.

Es por eso que el mensaje de ayer de Roca para defender su candidatura frente a la intención de García de abortarla –al margen de que su posibilidad de ganar sea nula–, indicando que esta fue una decisión de una asamblea que no puede ser modificada por una imposición personal, constituyó un llamado relevante por la institucionalidad del partido.

“Basta ya de imposiciones”, fue el reclamo legítimo que Roca planteó ayer y que parece dirigido a García. Pero es, también, un reclamo ingenuo pues es obvio que en el Apra no hay otra voz que ronque que no sea la del presidente del partido, quien ejerce el cargo como un gamonal de chacra.

Si bien eso puede servir al interés particular de García para usar a la agrupación como su plataforma personal con el único fin de hacerlo llegar a Palacio, para el Apra esto constituye la principal limitación para transformarse en un partido político moderno y democrático que contribuya efectivamente al país.



Retirar a Roca, ¿para qué?

Por Mirko Lauer

El retiro o no de Carlos Roca de la candidatura no es en sí mismo importante. Su 1% de intención de voto más o menos establece que él no es la persona por la que van a votar los apristas. La cosa hoy está en quién va a ser el candidato o candidata municipal de esos electores. La cosa no es tan predecible como parece.

Se puede decir en defensa de Roca que ya antes de su aparición las encuestas daban el mismo 1% a “un candidato del Apra”. De modo que Roca no ha espantado un solo voto. Simplemente no ha logrado aparecer en la pantalla. Como si el problema no fuera Roca, sino la idea misma de votar por un candidato del partido de gobierno.

Una versión muy difundida es que las bases apristas tienen la misma actitud pragmática de Alan García frente al fujimorismo, y que por tanto Alex Kouri cosecharía esos votos formalmente sueltos en plaza. De allí –sigue la versión– la resistencia de García a que hubiera un candidato aprista, y su displicencia cuando este apareció.

Pero si en las alturas hay una relación de mutua conveniencia, no parece haber amor perdido entre el pueblo aprista y el fujimorismo. Aunque García tiene recursos para orientar parte de ese voto, lo cual sin embargo entraña el riesgo de haber apoyado a un perdedor. Kouri es, pues, la primera opción alternativa, mas no la única.

El problema de Lourdes Flores en la esquina aprista del escenario es su entendimiento a la vez público y de facto con un Alejandro Toledo cada vez más pugnaz contra el gobierno.

Además los apristas han tenido a Flores como rival en varias ocasiones, desde el choque bancario de 1987. Pero como política corrida podría remontar esos hándicaps.

Entre los candidatos menores ni uno solo da la impresión de ser atractivo para un elector aprista, y ninguno ha hecho el menor esfuerzo por serlo. Si Roca persistiera, él podría ser ese candidato menor. Pero le faltan recursos de todo tipo para enamorar con éxito a sus propios correligionarios y superar la frialdad mortal del recibimiento que ha tenido.

Podemos pensar que una buena parte de la sección indecisos/ninguno/no sabe (18%) en las encuestas aloja a apristas que no saben qué rumbo tomar. En esos casos la tentación sería abstener de votar, si ello no fuera costoso. Queda el voto en blanco o viciado, siempre fuerte en los comicios municipales.

Quizás lo mejor que puede hacer el Apra es mantener a su candidato. Retirarlo, o como se llame esa figura, va a dejar un partido deprimido por un buen tiempo, y eso afectará a las candidaturas apristas de todo el país. Si lo que se busca es evitar una derrota, es de notar que toda victoria en octubre va a ser, por una vía o por otra, contra el aprismo.


'Apromunicipales'

Por: Mariella Balbi


Dicen que la esencia misma de un alcalde es representar al buen vecino. Ese que conoce su distrito y sus problemas al dedillo por vivir mucho tiempo en este, siendo respetado por todos. Para muchos los alcaldes son el comienzo de la antidemocracia: cambian la zonificación a su guisa y antojo, venden áreas correspondientes a parques, decidiendo sobre la propiedad privada del vecino porque, en realidad, un distrito es un conjunto de propietarios. Pese a ello las municipalidades y sus representantes mantienen aún su carácter vecinal.

Por eso vemos infinidad de listas de independientes en todo el país que se lanzan con enorme entusiasmo —a veces poco realista— a las alcaldías. En la plaza limeña las cosas se vuelven más políticas y se exige que el candidato tenga aptitudes gerenciales para administrar una ciudad que cada vez se vuelve más monstruosa y caótica.

La hermosa Lima de antaño tiene hace rato partida de defunción.

El Apra es —dicho por tirios y troyanos— el partido político más solvente del país, sin embargo la alcaldía de Lima le ha sido siempre adversa, salvo la elección de Jorge del Castillo en 1986.

Ya perdieron la conducción municipal en Trujillo y hay probabilidades de que esto se repita en este año. La jalada de alfombra al candidato aprista por Lima Carlos Roca, anunciando su retiro de la contienda, indica que las buenas maneras en esa agrupación aún no cuajan.

Roca se enteró de su renuncia por los periódicos y seguramente algún compañero “chismosón” se lo habrá adelantado.

El poco auspicioso 1% es una razón contundente, ¿pero qué es peor “papelón” retirarse o perder? Parece que el partido aprista no soporta la segunda alternativa. Ocurrió ya con el retiro de Gastón Barúa en el 2002 y no quieren repetir la aplastante derrota de Benedicto Jiménez en el 2006.

Se retire o pierda, la candidatura de Carlos Roca expresa el desinterés del Apra por las municipales limeñas y su obsesión por el verdadero poder, el presidencial. Así las cosas, tienen más interés que Kouri gane en Lima que su correligionario bonzo.

Ya se anunció que hay “mecanismos de entendimiento” con Solidaridad Nacional y la cerrada defensa de Luis Castañeda por el presidente García y los compañeros es elocuente.

El liderazgo y su consecuente caudal electoral permanecerá bajo el monopolio García.

La dirigencia aprista quedó profundamente herida con las denuncias por corrupción contra los dos secretarios generales elegidos, lo que provocó la elección de un candidato mártir para Lima y, probablemente, se previó su retiro.


La maquinaria partidaria depende de un solo designio. El Apra está viendo cómo tener la mayor presencia en el próximo Congreso, ninguna Roca en el camino lo alejará de la ambicionada ruta del 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario