lunes, 7 de diciembre de 2009

¿NO HUBO FIN DE LA HISTORIA?

En efecto hace 20 años impacto la tesis del intelectual Francis Fukuyama sobre ¿El fin de la historia? Esa posición despertó, como es usual, una candente debate que el final mismo de la historia, es decir 20 años después, algunas conceptos NO SE HAN CUMPLIDO.


Pero quien más que el propio autor para aclarar la inquietud:



El fin de la historia, veinte años más tarde


Dos décadas después de haber escrito su famoso libro, el influyente politólogo explica qué se mantiene de su tesis, qué no y qué cambió. Habla también de las democracias, de China y de sus diferencias con Sam Huntington, el hombre que contradijo su teoría.


¿Qué se mantiene principalmente en su tesis 20 años después? ¿Qué no? ¿Qué cambió?

-El punto central -que la democracia liberal es la forma final de gobierno- todavía es básicamente correcto. Obviamente hay alternativas, como la República Islámica de Irán o el autoritarismo chino. Pero no creo que toda esa gente esté convencida de que éstas son formas más elevadas de civilización que lo que existe en Europa, Estados Unidos, Japón u otras democracias desarrolladas; sociedades que proporcionan a su ciudadanía un nivel más alto de prosperidad y libertad personal.

"El tema no es si la democracia liberal es un sistema perfecto, o si el capitalismo no tiene problemas. Después de todo, nos han metido en esta enorme recesión global debido al fracaso de los mercados no regulados. La pregunta real es si ha surgido algún otro sistema de gobierno en los últimos 20 años que desafíe a éste. La respuesta sigue siendo no.

"Ahora, ese ensayo lo escribí en el invierno (en el hemisferio norte) de 1988-89, exactamente antes de la caída del Muro de Berlín. Lo hice entonces porque pensaba que el pesimismo con respecto a la civilización que habíamos desarrollado como resultado del terrible siglo XX, con sus genocidios, gulags y guerras mundiales, no era realmente el cuadro completo. De hecho, se estaba produciendo una serie de tendencias positivas en el mundo, como la propagación de la democracia donde había habido dictadura. Sam Huntington llamó esto "la tercera ola".

"Esto empezó en el sur de Europa en la década de 1970 cuando España y Portugal dieron un giro hacia la democracia. En ese entonces y más tarde, vimos virtualmente el fin de todas las dictaduras en América Latina, excepto Cuba. Y luego vino el colapso del Muro de Berlín y la apertura de Europa del Este. Pasamos de 80 democracias a principios de la década de 1970 a 130 o 140 veinte años más tarde.

"Por supuesto, esto no se ha mantenido así desde entonces. Vemos hoy un tipo de recesión democrática. Ha habido una marcha atrás en países importantes como Rusia. Pero eso no significa que la tendencia preponderante no sea aún hacia la democracia".

-Sam Huntington entregó el principal argumento contra "el fin de la historia". Para muchos, el 11 de septiembre y sus secuelas confirmaron su tesis de un choque entre el Islam y Occidente. ¿Hasta qué punto era válido el argumento de él?

-Las diferencias entre Huntington y yo en cierto modo se han exagerado. Yo escribí un libro titulado Trust en el que sostengo que la cultura es uno de los factores clave que determina el éxito económico y las posibilidades de prosperidad. Por lo tanto, no niego el rol crítico de la cultura. Pero, sobre todo, la interrogante es si las características culturales están tan arraigadas que no hay esperanzas de valores universales o una convergencia de valores. Ahí es donde no estoy de acuerdo.

"El argumento de Huntington era que la democracia, el individualismo y los derechos humanos no son universales, sino reflejos de la cultura arraigada en el cristianismo occidental. Si bien eso es cierto históricamente, estos valores han ido más allá de sus orígenes. Han sido adoptados por sociedades que vienen de tradiciones culturales muy distintas. Observe Japón, Taiwán, Corea del Sur e Indonesia.

"Las sociedades arraigadas en orígenes culturales diferentes llegan a aceptar estos valores no porque Estados Unidos lo haga, sino porque funciona para ellas. Proporciona un mecanismo para que el gobierno rinda cuenta. Entrega a las sociedades una forma de deshacerse de los líderes ineficientes cuando las cosas dejan de funcionar. Eso es una ventaja enorme de las sociedades democráticas ,que un lugar como China no tiene. China, actualmente, tiene la fortuna de contar con líderes competentes. Pero antes ellos tuvieron a Mao. No hay nada para evitar otro Mao en el futuro si no se tiene alguna forma de rendición de cuentas democrática.

"Los problemas de corrupción o un mal gobierno son mucho más fáciles de resolver si se tiene una democracia. Para que haya una prosperidad y éxito perdurables, son esenciales los mecanismos institucionalizados, legales de cambio y rendición de cuentas".

-Huntington sostenía que la occidentalización y la modernización no eran idénticas. ¿No es la "modernización no occidental" un camino a seguir tan probable como la occidentalización a través de la globalización?

-Para mí, hay tras componentes clave de la modernización política. El primero, la modernización del Estado como una institución estable, eficiente, impersonal, que pueda hacer cumplir las reglas a través de sociedades complejas. Éste fue el foco de Huntington. Pero hay otros dos componentes: el imperio de la ley, de modo que el Estado mismo esté limitado en sus acciones gracias a un cuerpo legal preexistente que es soberano. En otras palabras, un gobernante o un partido gobernante no pueden hacer cualquier cosa que decidan. El tercero es una forma de rendición de cuentas de los poderes existentes.

"Huntington habría dicho que el imperio de la ley y la rendición de cuentas son valores occidentales. Yo creo que son valores hacia los cuales las sociedades no occidentales están convergiendo debido a su propia experiencia. No se puede tener una verdadera modernización sin ellos. Son de hecho complementos mutuos necesarios".

-La modernización también ha significado, generalmente, la secularización de la sociedad y la supremacía de la ciencia y la razón. Sin embargo, en un lugar como Turquía, actualmente vemos una modernización y una religiosidad creciente juntas.

-Estoy de acuerdo. La antigua versión de la modernización ideal era eurocéntrica, reflejaba el propio desarrollo de Europa. Contenía atributos los cuales trataban de definir la modernización en una forma bastante estrecha. Incluso más importante, como usted señala, la religión y la modernización pueden coexistir indudablemente. El secularismo no es una condición de modernismo. No tiene que viajar a Turquía para ver eso. Así es en Estados Unidos, que es una sociedad muy religiosa pero en la que la ciencia avanzada y la innovación tecnológica tienen éxito.

"La vieja suposición de que la religión desaparecería y sería reemplazada por el racionalismo científico, secular no va a suceder. Al mismo tiempo, no creo que la existencia, o incluso la predominancia de los atributos culturales, como la religión, sea tan agobiante en alguna parte que no se vea una convergencia universal hacia el imperio de la ley y la rendición de cuentas".

-Sin embargo, ¿la rendición de cuentas debe suponer las mismas normas democráticas y electorales de Europa o Estados Unidos?

-Puede tener una rendición de cuentas no electoral a través de la educación moral, la cual forja un sentido de obligación moral por parte del gobernante. El confucionismo tradicional, después de todo, enseñó al emperador que él tenía un deber para con sus súbditos como también con él mismo. No es un accidente que los experimentos de modernización autoritaria más exitosos hayan sido todos en las sociedades del este asiático, que se vieron alcanzadas por el confucionismo.

-Algunos destacados intelectuales chinos actualmente sostienen que cuando su país surja de nuevo como la civilización superior en un mundo post estadounidense, el debate global "agotado" sobre autocracia versus democracia dará paso a un debate más pragmático sobre buen gobierno versus mal gobierno. Dudo que esté de acuerdo.

-Tiene razón, no lo creo. Simplemente no se puede tener un buen gobierno sin una rendición de cuentas democrática. Es una ilusión arriesgada creer lo contrario.

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